Sunday, November 30, 2008

"Un comercial y regreso..."

Agradezco las muestras de solidaridad que he recibido a través de otros blogs, de sus comentarios en el post y de correos electrónicos. Creo que es la mejor retribución que alguien puede recibir de sus lectores, inclusive de los que nunca fueron complacientes con mis argumentos. El blog permanecerá on line y no borraré ningún post, ni siquiera en los que me excedí de egocentrismo, que son los únicos de los que me avergüenzo (un poquito), más no así de los “polémicos”.

Varios han deslizado que la decisión de dejar de postear se podría tratar de una broma pesada, una réplica en menor escala de la renuncia de AAR, calculada milimétricamente (me sonó a las hipótesis sobre la alianza apro-fujimorista). Algunos inclusive piensan que ya que pasé el “punto de no retorno” debería insistir en mi línea. (Agradezco sinceramente a estos últimos, por sus consejos, pero sobre todo por la cancioncita). Sin embargo, creo que hay maneras de seguir “jorobando”, sin “jorobar”. Dejar este blog es una forma de hacerlo. No es que necesariamente “acusé el golpe”, sino que a veces el silencio puede ser tan significativo como mil palabras. El silencio también es una respuesta, es protesta, es disconformidad.

Como mencionó mi estimado Genaro de los blogs (“Paga lo que me debes”, Jonathan dixit), en la blogósfera como en los comics la muerte no es para siempre. El Jorobado (permíteme la tercera persona, Rendón) fue un alter ego que construí sin querer, un personaje casi de comic, un bufón aguafiestas, alguien a quien no se sabía si tomarle en serio o en broma y que precisamente en esa ambigüedad podía lanzarse con todo. Este estilo fue criticado (quizás no digno de un estudiante de postgrado), pero creo que fue la única manera de dar en el blanco. Eso fue lo que más “jorobó” a los intolerantes que se las dan de “autoridad moral” del país. ¿Por qué se creen intocables, señores, por qué no aguantan una crítica, una voz disidente, una burla basada en argumentos (nunca me burlé de sus asuntos personales, que con eso perderían más)? ¿Por qué son tan aristocráticos si pregonan tanta “popularidad”? ¿Por qué les molesta tanto lo que pueda decir un “jocoso blogger” si ustedes pertenecen a las instituciones más “poderosas” del país?

Nos volveremos a encontrar, estimados. Y no necesariamente a través de este blog (aunque sea lo más probable). El Jorobado volverá a “jorobar”. Precisamente leí que me compararon con Augusto Ferrando (“egomanía de lentejuelas y escueleo de compadrito que sabe más que tú porque la ha vivido”, Luis Aguirre). Entonces, como diría el “Zambo”, un comercial y regreso…

Pd.1. Me despido nuevamente con una canción de Manolo García. Les dejo con Piedra Redonda en su último concierto en Lima.

Pd.2. Les dejo también con un post de despedida, que iba a salir publicado en una revista limeña, pero que por “motivos de descoordinación” (eso creo), no vio la luz. Las fotografías son de Mary Jane.


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El político-yo-debería-ser-Presidente

Antes de irse a dormir, Alfredito pasa por el refrigerador, coge un bocado de jamón del país, y mientras sube las escaleras que lo llevan a su dormitorio, piensa cómo sería una noche cualquiera en Palacio de Gobierno: teléfonos secretos que no paran de sonar, informes de asesores que llegan a todas horas, encuestas que revelan día a día la popularidad del gobierno. De seguro no tendría tiempo siquiera para un mordisco silencioso –piensa--, pero no importa. Valdría la pena. Deja a un lado sus pantuflas y se acuesta pensando que él debería ser presidente.


Una de las especies que ha sobrevivido a los cataclismos electorales en el Perú es el político-yo-debería-ser-Presidente. A pesar de tanto Humala, de tanto Toledo, de tanto chino bodeguero, el político-yo-debería ser presidente se resiste a pensar que el pueblo sea tan bruto (aunque piensa que sería mejor que el voto de los que salen en Ellos y Ellas valga el doble, no?), y que en algún momento la gracia debería acompañarnos para elegirlo a él. No es posible que cada improvisado llegue al poder, que tanto impresentable ocupe el lugar de su tío senador, que sea una anticuchera o un ayayero-de-un-solo-terno el que se siente en la oficina que ocupó su tío cuando dirigió el ministerio con tanta solvencia que ahora una calle de San Borja lleva su nombre.

El político-yo-debería-ser-presidente está preparado para conducir las riendas del país. No en vano estudió en el extranjero (sin beca, las becas son para los cholos), no en vano tuvo los mejores maestros (siempre le sorprendió que no le creyeran que era peruano), no en vano tiene una de las mejores colecciones de trajes (imitación Sarkozy) y la sonrisa ensayada para las reuniones en Washington. No sólo merece la presidencia, sino se lo ha ganado a punta de columnas de opinión en Caretas, entrevistas en Cosas y haber asistido todos los años al Rastrillo. Viaja incesantemente por el país, para conocer a profundidad la economía agrícola de sus fundos de espárragos, el auge del turismo en su playa familiar en Máncora, el boom gastronómico de las cebicherías de su primo, y las discotecas de ambiente en Iquitos (de vez en cuando uno se merece un gustito, no?).

El político-yo-debería-ser-presidente es demasiado bueno para ser verdad. Para empezar tiene doble nacionalidad, obvio. Habla –todos los días—hasta cuatro idiomas (francés con la esposa, inglés con sus colegas, alemán con su tío embajador, y español con las cajeras de Wong), dedica horas enteras a revisar la prensa de distintas partes del mundo (extraña su infancia en Brooklyn, su juventud en Paris, sus estudios en Boston, su embajada en Colombia), se reúne con sus amigos intelectuales o políticos-como-uno para discutir qué hacer con la inflación ó cómo luchar contra el calentamiento global o quién se anima con Mechita (para todo utiliza datos proporcionados por su sobrino gay que estudia en la PUCP y tiene un blog, a quien contrató como asistente). Es consultado permanentemente por periodistas renombradas cuando ellas quieren saber si es cierto que Obama es negro (o simplemente cuando Julio Cotler está ocupado).

El político-yo-debería-ser-presidente ha desarrollado un culto a la personalidad, a punta de entrevistas en Radio Programas o en El Comercio los domingos (con foto “mirada de desprecio”). Su debilidad son las preguntas tipo: “¿Qué haría Usted para resolver el Moqueguazo?”, ante lo cual se despacha, ocultando esa humildad propia de los grandes que ha cultivado gracias a sus sesiones en el diván de Coco Bruce. Pero sobre todo, disfruta de los comentarios. Sus amigos le llaman, le escriben al blackberry, o le abordan directamente en el coctel del embajador de Marruecos: “Qué buena entrevista, yo creo que necesitamos gente como tú al mando de este país”. Entonces, el político-yo-debería-ser presidente recuerda a su nana, al jardinero con el que jugaba de chico, al curita de la familia, la primera vez que conoció los “pueblos jóvenes”, la primera vez con su empleada buenota que vivía en Balconcillo, suspira hondo, agacha la cabeza, y decide que debería ser valiente, que debería ser presidente.

Lo que sigue es la puesta en escena del entusiasmo presidencial: llamadas a compañeros de promoción (oye, Gustavo, ¿quieres ser ministro de Transportes?), a intelectuales del medio (Rafo, me gustaría hablar contigo sobre la social democracia), a los amigos influyentes (¿por qué vendiste tus helicópteros, Siomi?), a políticos como uno (Alberto, disculpa que te toque el tema, pero…cuánto dinero gastaste en tu campaña), reuniones con las amigas de la esposa (Cecilia, quiero conocer la maternidad de Lima, ¿tú has ido?). ¿Qué falta? Claro, llama al sobrino gay que estudia en la PUCP y tiene su blog para juntarse con el centro federado de sociales, con los círculos de estudios liberales, con los vagos de humanidades y artes (necesitamos artistas, piensa en voz alta, debería llamar a Delfín?), hasta con Aire Puro (ingenieros igualados), todos entusiasmados le dicen que pueden empezar a hacer carteles con su nombre y pegarlos en la universidad (se sonroja, pero acepta; son los costos, piensa). ¿Qué falta? Uy, verdad, necesita pobres, recuerda. Habla con su chofer, con la cocinera de la casa, con el chico que trae los mandados… Oye, Kevin, allá donde vives, ¿Cómo se llama? El Olivar, ah no, Los Olivos, ¿hay algún comedor popular? (Recuerda que no debería confundirse de ese modo la próxima vez…por eso empieza a investigar cuánto cuesta el kilo de arroz y el pasaje en combi).

Avanza implacable y convoca a una primera reunión en el local de una ONG (recordó que era miembro de la asamblea de socios, así se llama, no?). Acuden treinta personas, sobre todo primos y amigos, y lo embarga la euforia. Pero es cauteloso. No dice directamente que se muere por ser Presidente, sino que, primero, habla de los problemas del país, de la gente que pide dinero en los semáforos acá no más en el Golf, y de que es la hora de hacer algo, de juntar profesionales y ciudadanos sin intereses más que el amor al país, que puedan aplicar lo que saben al beneficio de la patria. Los treinta gatos lo adoran, le proponen empezar a juntar firmas, aliarse con otros movimientos, lo lanzan a la presidencia y mientras todos expresan su alegría ante la posibilidad del primo Presidente, se da cuenta que su cara ya no se ruboriza. Cree, entonces, estar preparado.

Antes de hacer pública la decisión, el político-yo-debería-ser-presidente llama a un amigo que asesora campañas políticas. Se encuentran en un café de 28 de Julio en Miraflores y le lanza la idea a boca de jarro: “Estimado, cómo me ves como candidato a la Presidencia?”. El asesor, que a punta de encuestas y focus groups ha aprendido a conocer a los cholos, le responde: “Uy, hermano, mira. Primero tienes que cambiar un poco el look, como te digo, dejar tu Lacoste por ropa de Saga (ni siquiera Ripley, hermano), remangar las camisas ya no funciona, eso ya fue con Panchito, ahora lo que pega son las casaquitas amarillas-peaje mismo Castañeda; estás un poco guatón, hay que bajar eso; no hables con palabras de más de tres sílabas, los cholos se marean; por cierto, ¿tienes algún cholo en la familia? Sácalo a pasear, urgente; eso sí, que te vean, pero no tanto, no se te vaya a pasar la mano como a Hernando, por ejemplo. ¿Sabes qué es el Grupo 5? ¿Sabes qué es la cumbia? Mira, no te pido que bailes reggaetón, pero por lo menos apréndete El Embrujo. Tu sobrino que toca en Bareto, no vale. Esa es tu tarea para la casa. Luego de eso, me llamas y hablamos”.

Luego de aquella conversación, el político-yo-debería-ser-presidente decide tomar su Mercedes y manejar por Lima. Mientras lo hace, mira las calles sin amor. Edificios Mi Vivienda, pollerías Norky’s, telos de cinco pisos, Sagas y Ripleys. ¿En qué momento se habrá jodido el Perú, Alfredito? Se detiene frente a un letrero enorme de celulares que presenta un cantante popular rechoncho (no sabe que se llama Tongo) y se imagina un anuncio de su candidatura presidencial al lado de éste. Le brota involuntariamente una lágrima. En ese momento, en otra parte de la ciudad, su sobrino gay que estudia en la PUCP y tiene un blog, filtra la noticia a la prensa; la misma que será negada por el mismo Alfredito, al día siguiente en Ampliación de Noticias.

Fotografías de CM

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Thursday, November 27, 2008

"Soy el Pio’s Chicken de los académicos peruanos”: Las razones por las que “jorobo”

He perdido sentido de realidad. Es la única explicación que le encuentro a la situación que atravieso en estos momentos. Un consorcio de instituciones académicas ha elevado su protesta a una institución a la que formalmente pertenezco porque consideran que en algunos de mis posts los he “agraviado” y tratado de “boicotear” sus actividades. Sin medir los alcances tan “poderosos” de mis posts, he puesto en aprietos (por lo menos he incomodado) a una de las instituciones que he considerado (considero) prácticamente un segundo hogar; y a la que le debo muchísimo. Consecuentemente, he causado más de una molestia y sinsabor a profesionales que aprecio tanto académica como personalmente y a quienes alguna vez prometí dejar de postear, sobre todo porque “se me iba la mano”. Creo que aunque tarde, ha llegado el momento de cumplir tal promesa.

Pero antes quisiera dejar en claro mi postura sobre algunos temas que quizás sirvan de “justificación” al ánimo “jorobado” que imprimí en este blog.

1. ¿Por qué “jorobo” a un sector de la academia peruana?
Lamentablemente en el Perú estamos lejos de tener una comunidad académica seria. No se pueden escribir artículos cuestionando los hallazgos de otros investigadores porque 1) simplemente no hay hallazgos, 2) los trabajos se basan en evidencias que no se pueden poner a prueba por otros, 3) hay un monopolio (¿oligopolio?) de la producción académica en dos o tres fondos editoriales. Un gran número de los académicos “consagrados” no aguanta críticas; sólo esperan aplausos y franela. Nadie puede decirles “no me gusta tu seminario” o “tu metodología me parece poco seria”. Mucho menos gastarles una broma. No tienen correa. Como me dijo un amigo: “censurarte por algunos de tus posts, es tan ridículo como que Rómulo León le meta a juicio a Carlos Álvarez”. Pues bien, soy el Carlos Álvarez de los académicos peruanos, soy su Especial del Humor, soy su Pio’s Chicken que no sabe a qué lado de la reja pertenece. Y al final, obviamente, me cayó el apanado.

2. ¿Por qué “jorobo” a la izquierda?Mi artículo sobre los “muchachitos del ayer” causó harta pica (desde comparaciones con Aldo Mariátegui hasta insultos). Voy a cometer una infidencia de cómo salió ese artículo. Yo estaba sentadito en mi oficina en medio de la nieve y me escribe un amigo de Quehacer: “Meléndez, escríbete un artículo sobre la izquierda”. A lo que respondo: “Otro artículo sobre la izquierda?, ya no pues, maestro”. A lo que él agregó: “pero en ánimo jorobado”. Yo simplemente respondí: “ah ya pe”. Ahora me entero que muchos “académicos influyentes” se han ido contra el director de dicha revista para pitearles: “por qué publicas esta mierda” (sic). ¿Saben por qué “jorobo” a la izquierda? Por inconsecuentes, porque jugaron con la vida de mucha gente con su famosa “revolución”, porque mandaron a cientos de personas al monte y a las alturas de Puno, mientras la élite estaba sentadita en el Congreso cobrando su sueldo y ahora se computan defensores de los derechos humanos. Que pendejos!. No voy a criticar a la derecha ni al aprismo, porque no me interesan. Porque yo soy de izquierda (por eso me llegan sus comparaciones con Aldo M.) y me da una vergüenza los que se arrogan la representación de este espacio político en el Perú.

3. ¿Por qué “jorobo” a los caviares?
Sí, “caviares”. Porque se creen “mejor persona”, porque se “indignan” por cualquier vaina, porque confunden la moral con la política, porque confunden a su empleada doméstica con el pueblo, porque creen que la ciudadanía es el público objetivo de sus minúsculos proyectos de desarrollo. Porque se creen que tienen calle y no aguantan una “chapa”. Me cuentan que en la película Dioses, un “pituquito” decide estudiar sociología cuando va a un barrio en El Agustino. Bueno, yo decidí estudiar sociología cuando conocí a los caviares. Y dejen de mandarme mensajes como el siguiente: “por qué te metes con Gonzalito si es tan buena gente?”.

4. ¿Por qué “jorobo” a los pseudo-“politólogos”?
En el país, hay un desprecio por la ciencia política. Si intentas hacer análisis cuantitativo como manda el mainstream eres visto como un idiota. “No me vengas con correlaciones, que yo he sido dirigente de izquierda en los ochenta y sé más que tú”. Alguien que analiza la realidad en base a “actores racionales”, aplica “game theory”, utiliza métodos de “large-N” no tiene espacio en el país, es prácticamente censurado. Porque para hablar de cultura política tienes que referirte a Tula y no hacer una correlación; porque para hablar de clivajes electorales, tienes que leer las columnas de opinión que sólo dicen: “Los pobres votan por Humala”. En el Perú, existen sólo 4 phD en ciencia política (sí, sólo 4!) y es insuficiente para construir, con todo el esfuerzo que está llevando, más de una licenciatura de esta profesión. Ojalá se hubiera hecho como en otros países y se hubiera traído a politólogos de carrera para armar esta profesión (como se hizo con los sociólogos holandeses para establecer sociología en la PUCP en los sesentas). Por el momento, las generaciones que se gradúan como politólogos todavía serán alumnos de sociólogos que les enseñan ciencia política (en el mejor de los casos), como fue mi caso cuando fui jefe de prácticas en Sociales y profesor en Letras. Un último consejo para los alumnitos: porque reciben su cartoncito de politólogo no se la crean, hay todavía mucho por aprender, sobre todo mucho de ciencia política por aprender. Espero que con el tiempo se pueda formar una comunidad académica de politólogos, porque lamentablemente ésta aún está en pañales.

Hay mucho cinismo en el país, por lo menos en el ambiente académico y político en el que nos movemos. No se pueden decir las cosas directamente, con nombre propio, no se puede cuestionar, no se puede hacer bromas, porque se tocan las paltas existenciales de unos cuantos que se pelean por un prestigio venido a menos. A través de este blog quise expresar mis puntos de vista, sin ningún gran mérito más que decir las cosas tal como pienso, sin insultos ni golpes bajos, llamando a las cosas por su nombre y diciendo yo debato con tal o cual persona. Pero cuando las consecuencias de tus actos impactan a otras personas (y no a ti mismo), es hora de parar la mano.

A mi no me interesan las afiliaciones institucionales, sino el respeto de las personas que aprecio. Algunos me dicen que luego de todo lo que he escrito en este blog, nunca volveré a tener trabajo en Lima. Gracias a Dios, he sido criado bajo la ética de los trabajadores independientes, que nunca tuvieron un jefe ni un sueldo fijo todos los meses, y si mis padres lograron hacerla, yo también. Mientras otros se pelean por afiliaciones institucionales (quizás nunca tendré una posición de profesor en alguna universidad limeña), yo he decidido pelearme por defender mis argumentos y mis convicciones, por decirles a ustedes siempre lo que pienso.

Graben sus posts favoritos, que este blog se autodestruirá en cualquier momento.

Pero antes, les dejo con una cancioncita, que siempre quise colgarla, solo que cámbienle la letra y en vez del “meneíto” pongan “el melendito”. Hasta pronto. Nos volveremos a ver, sin dudas y espero que in situ.



Reacciones:
Martin Checa: http://martincheca.wordpress.com/2008/11/27/que-esperabas/ (pregunto: como supiste lo de Madre de Dios?)

Con respecto al punto 4, ver el siguiente post de Martin Tanaka.

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Tuesday, November 25, 2008

Volver al Futuro con JDC

Tanaka ha impuesto la moda “volver al futuro”. Colaboro con un ejemplo, facilito no más.

Javier Diez Canseco el 7 de julio del 2008.

"Algo nuevo está naciendo: una gran unidad de fuerzas por el cambio. Viene la Asamblea Nacional de los Pueblos del Perú, convocada para noviembre. Viene el esfuerzo de construir un gran tejido de organizaciones sociales, regionales y políticas, capaz de construir, articular y representar una propuesta de nuevo Perú, de nuevo rumbo para el país: un país dueño de su propio destino, en control de sus recursos naturales y sus servicios fundamentales, con capacidad de transferir una importante parte de la renta que hoy genera la explotación de nuestros recursos naturales agotables para promover un desarrollo sostenible, al servicio del bienestar de las mayorías. Viene el esfuerzo de forjar una representación amplia y consistente de esa alternativa, que sume a todos los que quieren y batallan por el cambio, por un Perú soberano y descentralista, con justicia social. Un nuevo rumbo se está abriendo paso”.

¿Qué pasó? Ya acaba noviembre, Javicho! Ya pues, y luego no quieren que critique a los “muchachitos del ayer”, especialistas en pintar pajaritos en el aire. Y como fondo musical, un remember con el Himno de Izquierda Unida, pero actualizado, reloaded, un remake con las estrellas del momento…mírelo completo, no se pierda las apariciones de JDC, la amiga de Paco, Ollanta y Simon! (un contra-fáctico para Tanaka: ¿Si IU seguiría existiendo, esta sería la plancha presidencial?) Agarre su pañuelo, muchachito del ayer, escuche y séquese las lágrimas.

Ps. Agradezco a Máximo Weber, natural de Oxapampa, por pasarme el dato del video.


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Sunday, November 23, 2008

La “redistribución” de la indignación. Una respuesta a Gonzalo Gamio Gehri (3G).



Para PS


Existen diversas maneras de expresar el descontento ante asuntos públicos. Para clasificarlas se puede partir de diferenciar los tipos de acción colectiva que se practican para tal fin y los motivos que las provocan. En el último año, el país ha sido testigo de una amplia gama de formas de mostrar distintos casos de disconformidad ciudadana, expresadas desde los repertorios de protesta a mano por parte de los diferentes sectores involucrados, y desde las reivindicaciones detrás de ellas. Hemos tenido desde “Moqueguazos” hasta “bloggazos”, y más recientemente campañas cívicas que critican la salida de un director de un medio periodístico. Lo que quisiera discutir en las siguientes líneas es por qué distintos sectores sociales protestan de distinto modo y en torno a distintas “indignaciones”, una comparación que nos vendría bien para pensar en otras causas justas más allá de las nuestras.

a. El ciudadano de abajo. Imagínese que es moqueguano, que vive en una comunidad de 5 mil habitantes y que trabaja en la construcción de la loza deportiva de su barrio con fondos provenientes del canon minero. Imagínese que un día le dicen que van a reducir los fondos del canon, por lo tanto habrá menos plata, menos obras, menos chamba, más hambre. Como Usted señor comunero, hay miles de trabajadores temporales en obras municipales que, ante la amenaza de recortes y ante la posibilidad de perderlo todo, agarran sus herramientas y salen a las carreteras a exigir que no se metan con los fondos que le dan trabajo. Se pasan la voz entre ellos, convocan a sus familiares (mujeres adelante), activan sus organizaciones comunales, prenden la radio a pilas y ahí se enteran a donde tienen que ir a protestar. Lo hacen. La información que tienen es escasa y tendenciosa, pero la suficiente como para activar la rabia, bloquear carreteras, tomar el puente Montalvo y hacer “respetar sus derechos”. ¿Usted conoce como se llama alguno de ellos? Obviamente, no. Sólo que, en mancha, reciben la denominación de “Moqueguazo”. Correo los critica, y les llama sin reparos antisistémicos. La policía los reprime (aunque luego serán secuestrados). Se forman comisiones de Alto Nivel de alcance cortoplacista (cita de El General: “fuego fuego, llamen a los bomberos, fuego fuego”). Finalmente, el Congreso aprueba la norma que los favorece (“allá los tacneños”). El pueblo se defiende. El moqueguano regresa a su comunidad, y vuelve a la construcción de la obra para ganar 8 soles por día. La vida continúa (la pobreza también).

b. El ciudadano de arriba. Imagínese que es limeño de “clase media” (como eso no dice nada, imagínese que estudió alguna carrera de Humanidades en la PUCP, donde es profesor, y que además tiene un blog…bueno, imagínese que es Gonzalo Gamio Gehri, en adelante “3G”). Para Usted este gobierno es uno de los más corruptos de todos los tiempos, los congresistas son unos comechados y casi casi no existe libertad de prensa en el país (primicia!). Está indignado. Se lo comenta a sus amigos de los círculos de profesionales del sector no gubernamental, a sus colegas de la universidad, a la asociación de padres de familia del colegio de sus hijos. Todos se indignan. Y la indignación tiene nombre últimamente: Augusto Álvarez Rodrich (AAR). Promueve campañas cívicas a través de los medios que está a su alcance: blogs, cartas públicas a Paco, conversatorios entre amigos. Considera su causa justa y lamenta que no todo el país esté en las calles protestando por eso (“Qué se la va a hacer” 3G dixit). Cree que quizás sea hora de hacer campañas de educación ciudadana para que la gente “conozca” sus derechos y sienta, viva, sufra la misma indignación que Usted, que sepa –que pena que no todos los muchachos hayan ido a los Reyes Rojos ni a la Católica—que la renuncia de AAR afecta sus vidas.

Cuando cuestioné (con argumentos y no con insultos gratuitos, como fui respondido) la Campaña “Adopta a un Congresista”, 3G consideró que mi crítica revelaba “un profundo desconocimiento de la cultura liberal” y que lo que se trataba no era de poner a raya al Estado, sino de crear organizaciones intermedias (“espacios ciudadanos deliberativos”) alternativos a los partidos políticos. Primero, los partidos políticos también son espacios ciudadanos deliberativos (desde el APRA hasta el PDS), y segundo, que precisamente la confianza ciega en la “ciudadanía”, sin soporte orgánico, hace que estas iniciativas duren lo que dura un coctel. El mejor ejemplo es lo efímero que fue la campaña de “adaptación congresal”, a pesar de la validez del reclamo. En ese sentido, lo que 3G entiende por “liberalismo progresista” estaría llevando a una práctica de ombliguismo civil, egoísta, donde quedo contento con mi conciencia (¿cristiana?), me creo el cuento del boy scout, no me ensucio los zapatos y duermo tranquilo.

Luego, el filósofo 3G ha criticado mi intolerancia ante los repertorios de protesta de algunos sectores sociales y ha dicho que llevo a cuestas un “determinismo distrital”. Al respecto quiero decir que cada uno es libre de practicar su indignación del modo que le dé la gana; lo que me aterra (ejerzo mi derecho ciudadano individual de indignarme) es que crean que todos debemos solidarizarnos con esta indignación y no cuestionarla (¿puedo criticar tu forma de protestar, 3G? por favor?… gracias), pero sobre todo lo que me incomoda sobremanera es la miopía por otro tipo de demandas que no despiertan la “indignación nacional”. Queda claro que para este sector social, problemas como el Moqueguazo y AAR despiertan distintos niveles de afinidad. Yo no he visto una campaña por facebook de indignación por los problemas sureños, pero sí por AAR (así comenzó mi historia, recordemos). Por lo tanto la “indignación selectiva” sí obedece a un determinismo territorial (no distrital, el mundo es más amplio, 3G), que en realidad explica en gran medida los distintos recursos y causas de protesta con los que cuenta la gente. El ciudadano de abajo, de a pie, sin blog, sólo cuenta con su tiempo y con su fuerza como únicos recursos para ejercer sus derechos; mientras que el ciudadano de arriba, de a auto, con blog, cuenta con mayores recursos que, en vez de “redistribuirlos” hacia causas más amplias, las terminan concentrando en causas de “primer mundo”. Para este último ciudadano, son los temas post-materiales (la ética, la discriminación social), los que terminan generando sus movilizaciones bajo reportorios de acción individual (antes que colectiva) desde la comodidad de una conexión a internet con banda ancha.

La indignación y sus causas parecen concentrarse en determinado grupo social, al igual que lo que sucede con el crecimiento económico que tanto se critica. No creo que exista otra manera de redistribuir la indignación si no existen organizaciones políticas que las incluyan en sus plataformas. Las iniciativas cívicas e individuales me parecen secundarias, precisamente por su aislamiento, porque no congregan (hasta pueden repeler solidaridades, precisamente por sus formas excluyentes), porque tienen un alcance limitado, tanto en la convocatoria como en su duración, y porque aumentan la brecha del “Gini de indignación”. Creo que todas las causas son justas, pero algunas más urgentes que otras precisamente porque afectan a más ciudadanos, en especial a los que no se les reconoce su capacidad de indignación, ignorándolos o llamándolos “antisistémicos”, “vándalos”, “violentos”.

Ps. Reconozco que Susana Villarán es una de las pocas personas que mantiene en su blog el botón de la campaña Adopta a un Congresista (ojalá que también haya estado activa frente al tema). Y saludo su terquedad en defender la causa de Roque (cuando todos se olvidaron del asunto luego de Melissa Patiño).

Aclaraciones puntuales para el filósofo 3G:
1.Maestro, siguiendo tu prédica he evitado el uso de la palabra “caviar” en los últimos posts, así que tu cita en tu último post es una calumnia: los peruanos “no van a identificarse” con esas iniciativas "caviares".

2. La interpretación que haces de mis posts es tendenciosa, lo cual te ayuda para hacer calificaciones como “absurdo”, “antidemocrático”, etc. Nada más lejano de ello. Pero vale, acepto el reduccionismo que haces de mis textos para el debate.

3. No todo determinismo estructural tiene que ser marxista, o si?

4. Ser popular no hace mejor persona a nadie, tampoco ser profesor de filosofía ni citar a Berlin. Además los que tienen “identificación mística con la mayoría” son precisamente JDC, Susana Villarán, etc., que suelen interpretar “lo que el pueblo quiere”. Yo no, 3G, que yo no tengo ni pretensiones políticas, ni fomento círculos de debate liberal.

5. Gracias por acusar recibo del debate, que espero se mantenga en términos argumentativos. (Por si acaso, para mí es todo un honor ser un “jocoso bloggero”, como para ti debe serlo cuando te dicen “profesor de Filosofía”).

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Tuesday, November 18, 2008

Tu indignación me indigna: ¿Por qué Peru21 se convierte en una “causa cívica”?

No cabe dudas que la “renuncia” de Augusto Alvarez Rodrich (AAR) a la dirección de Peru21 daña la libertad de prensa en el país (aunque tenga discrepancias sobre la magnitud del impacto). Sin embargo, si esbozamos un análisis ascéptico, se trataría, como el mismo AAR lo ha dicho, de “discrepancias editoriales entre los dueños del diario y su director”, algo que podemos ubicar dentro de la normalidad de relaciones en el mercado de los medios de comunicación. Lo que me interesa comentar en este post es la reacción que ciertos grupos y actores ante este hecho. Quizás la “desventaja” de estar fuera del país, me podría ayudar a ver el caso con menos información, pero también con menos apasionamiento ¿Por qué el caso “Peru21” se convierte ahora en una suerte de “cruzada cívica”? ¿Por qué tendría que, por ejemplo, sumarme a la “sugerencia” de Susana Villarán a no comprar Peru21? ¿Por qué tendría que unirme a la invitación del grupo de facebook “solidaridad con Alvarez Rodrich”?

1. AAR tiene un millón de amigos. Por las declaraciones en RPP, veo que AAR ha tomado tranqui su salida de Peru21. Sin embargo los más dolidos parecen los “amigos” de AAR que ya le están organizando esas “ceremonias de desagravio” que son un desborde de elitismo. AAR ha sido un director con un desempeño regular al mando de un diario (me gustaba su estilo canchero de poner titulares por ejemplo; no me gustaba cómo hacía confundir el Congreso como institución y los congresistas como malos representantes; no le perdonare nunca esa vaina de "Chico21"), pero no es un paladín ni un héroe, por favor. ¿Estamos tan caídos de “emblemas” que resulta tan meritorio que un profesional “muera en su ley”?. Ojalá AAR no acepte ninguna patería pública y haga un rápido “move on” de la situación.

2. Los columnistas. ¿Un diario lo hacen sus columnistas? ¿Qué porcentaje de los lectores de un diario siguen fielmente las columnas de opinión? En palabras del mismo AAR, “le gente compra Peru21 por el crucigrama”. Los seguidores de las columnas de opinión son una mínima parte del mercado de lectores de cualquier diario, incluido éste. Además, a mi parecer, salvo las columnas de Tanaka, Degregori, Pásara (Pedraglio tenía sus días), las demás estaban llenas de sentidos comúnes, y no representaban la tan mentada “pluralidad” (más plural es Correo, aunque duela). Ahora pensemos en los puntos positivos: por fin dejaremos de leer las encriptadas columnas de Bruce (una muestra), los insoportables egotrips de Alonso Alegría (Giacosa, vete!, Segal tú también). Quedan aún Heduardo, Efraín Trelles, y Josie!!!

3. Indignación del "Primer Mundo". Existe un sector social en el país, pequeño, con una alta capacidad (discrecional) de indignación. Tienen la indignación a flor de piel y su capacidad moral muy elevada para el promedio de peruanos. Su moral es del primer mundo. Cualquier hecho puede ser interpretado como un “atentado”, como un “retroceso”, algún signo de arbitrariedad ya es “fujimorista” (pero claro los “petro audios” no son montesinistas, no). En este sentido, la salida de AAR les da en la yema del gusto. Confunden la moral con la realidad, y generan efectos perversos en las “causas” que promueven: se adueñan de las reivindicaciones, utilizan métodos frívolos para defenderlas (por lo menos formas inadecuadas), despertando más antipatías que filiaciones. Lo peor es que no se dan cuenta. Un ejemplo es la carta que Susana Villarán escribe a “Paco” (Miro Quesada, entiendo) en la que termina con una post data de antología:

PD. No compro más Peru 21 y mañana dejaré sin efecto mi suscripción de fin de semana a El Comercio.

Hellooooo, Susana. O sea, a ver, me pregunto: ¿Quién tiene suscripción a El Comercio? (creo que los empresarios mineros que tanto criticas y tú) ¿Qué peruano crees que va a sentirse identificado con un mensaje así? O sea, “el peruano de a pie” (como los llaman) precisamente consume la prensa peruana en el kiosko de la esquina, leyendo los titulares (llenos de calatas y goles) mientras espera la combi. En ese sentido, los titulares de La República y La Primera todavía cumplen su función de criticar al gobierno, o no? Por eso, celebro posts como el de Cayo.

4. Es iluso “No comprar Peru21”. Más allá del sector periodístico y de los “millones” de peruanos que leían todos los días las columnas de Peru21, el mundo sigue girando. Ideas como sabotear un diario podrían terminar más afectando a sus trabajadores que a sus dueños (claro, cuándo han pensado en la clase obrera, me olvidaba). Esos “signos” de civismo son ilusos, como lo promueve “el mejor blog político 2008”: “ay, yo no compro Perú21, ni Expreso, ni Correo, ay fuchis”. Si quieren defender la libertad de prensa, háganlo en serio. La libertad de información no se reduce a un diario, ni menos a un director, ni mucho menos a un periodista. Nadie piensa en los “coleguitas” que se pueden quedar sin chamba. Perdonen la vulgaridad, pero “no me vengan con huevadas”. Tu indignación me indigna.

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Tuesday, November 11, 2008

La cultura-política-según-Yo-2. Seminario alternativo

Luego de haber comentado sobre el Seminario sobre Cultura Política que se organiza en esta semana, me ha llegado la invitación a otro seminario (“se ruega su difusión”, va para el cholómetro) organizado por La Argolla es de El Otro (Kasa-de-estudios-Tomada), una novel asociación de científicos sociales subalternos al mainstream existente (“no soy de la PUC y no me compadezcas”). El evento se realizará en el Parque Zonal Wiracocha (SJL), el 28 de Diciembre, a partir de las 5 a.m. Se ruega a los asistentes llevar su piedra (para sentarse, claro está). El evento estará amenizado por un surtido bar y un potente equipo estereofónico.

Seminario La Cultura Según Yo organizado por La Argolla es de El Otro (o Kasa-de-estudios Tomada) y círculo de estudios “Para eso fumo Marihuana”.

Mesa 1: Autoridad y choleo.
Lucio, Zócimo, Gabriel y La Mesa de Partes. Relaciones cotidianas entre el practicante desempleado y el sistema educativo universitario a partir de técnicas de observación participante.
Autor: Yaris Toyota.

Bareto de Arriba, Yaipén de Abajo. La lucha de clases en las mentalidades de 3G. Una aproximación marxista desde la nueva cumbia.
Autor: Chanti Fernández-Maldonado.

La redefinición del “pueblo” en El Especial del Humor. Una relectura del Manifiesto Comunista a partir del caso de Pio’s Chicken y los achorados de Ate.
Autor: Ollanta Adrianzén Diez Canseco Villarán-Tapia

El estudio de la cultura popular en Mecánica popular y en Acción Popular. Análisis de texto.
Autor: Víctor Jala la Cadena.

Mesa 2: Cholas, “natachas” y sociólogas.
Mi novia me dice “joven”. Violencia sexual contra las “natachas” a partir de la interpretación de La Chola (Jet Set) de los Turbopótamos.
Autor: Marcopótamo.

La Chola Power. Performatividad e imagen en La lucha por un sueño de Dina Paucar (partes 1 y 2) y el click de Tula.
Autor: El gringo Carl Carmona.

“Miss Nistra”. Belleza y poder en el Perú desde una perspectiva de-generada. Los testimonios de Mechita Araoz, Luciana de la Puente y Judith de la Matta.
Autor@: Magaly Santisteban

La insoportable levedad de la caja boba. Un estudio a profundidad sobre la influencia de Alonso Alegría en la formación de Natalia Parodi. (ver foto)
Autora: Maria Elena Giacosa Mulanovich.

Mesa 3. El fútbol lo explica todo (“no leas, mira CMD, tu pasión”)
Fiebre de Friday’s por la noche. Paolín lin lin y la ética del “mariposa” encubierto en el derrotismo del futbol peruano.
Autor: Alberto De Trazegnies.

Racismo sin mestizaje. La auto etnobiografía de Percy Olivares a partir de su performance en Bailando por un Sueño.
Autor: El Negro Obama.

Víctima, oralidad y poder. Recuperando la memoria histórica. El caso de Mamalú y Aldo Olcese.
Autores: Chila Zariquiey Biondi y Danuzka Zapata.

Mesa 4: Subalternidad y “left-overs”
“Cholósfera”: Nuevas esferas públicas, la misma porquería. A partir del caso “Basta Ocram” y “Te Meto Combo Club”.
Autor: El Morsa del Tercer Piso.

“La charapita”. Movimientos regionales y de la selva su nacionalismo.
Autor: Gonzalo Escobal Perales.

“El Angelito del 11. El deseo lacaniano desde el Belmont-cinismo en el Horizonte Tardío-Wari”.
Autor: Alexis Ubilluz y Archimboud.

Mesa 5: “Yo tengo calle” (pero me vendieron un jabón Bolívar envuelto en periódico en vez de un Walkman)
“Siempre te ven”. Asociación entre la tasa de prostitución per capita y el “survival” de la democracia en la región Yunga. Una etnografía en la Avenida Argentina. (mmmmmmmmm)
Autor: Percybal Polvovich

“Castañeda es un alcalde para cholos”. Masculinidades y envidias fálicas a partir de las piletas danzarinas del Parque de Lima.
Autor: Quique Alfaro.

Del “Quién soy yo? Papá” al “Rey del Recurseo”. La decadencia del criollo en la TV peruana.
Autor: Mel Endless (tema de tesis que nunca presento)

Ps. Llama la atención de la ausencia de mi amigo Chanti en ambos eventos.

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Sunday, November 9, 2008

La cultura-política-según-Yo 1. Cómo se estudia Cultura Política y no se debería estudiar.

Dejando a un lado mi consciente ego-trip de los últimos posts, vuelvo a los temas “serios”. Acabo de recibir el programa del Seminario de Cultura Política en el Perú organizado por la Red (sic) para el Desarrollo de las Ciencias Sociales y creo que las ponencias que se presentarán son el pretexto para debatir sobre cómo se estudia “cultura política” en el Perú, cómo no se debería estudiar y cómo (también) se debería hacerlo.

Aunque en la invitación del seminario se dice que participarán investigadores de diferentes disciplinas (sociología, antropología, psicoanálisis, literatura, filosofía, historia, comunicaciones y ciencia política) me da la impresión que la “escuela” de análisis de la cultura (¿política?) que se promueve en el país, y cuyo expresión es este seminario, pertenece solamente a la vertiente “antropológica” del análisis de la cultura política, basada en “estudios de caso”, hecha a partir de grandes y extensas descripciones, generosas en el detalle (si están bien hechas), envidiosas de la narratividad literaria, pero que en todo caso dependen generalmente de la mirada del investigador. Si uno lee el programa se dará cuenta que la gran mayoría de ponencias prometen “estudios de caso” y, precisamente por ello, un gran protagonismo del investigador antes que del objeto de estudio.

El estudio de la cultura política en el Perú, como lo demuestra este seminario y la mayoría de publicaciones, ha tenido y tiene un corte personalista, casi diría egocéntrico. Se trata básicamente de la interpretación que el investigador hace en base a entrevistas (u otras técnicas de metodología “hermeneútica”) para “desentrañar” gracias a la luminosidad que él solo ve, aspectos “curiosos” –la mayoría de las veces “pintorescos”-- de la realidad, como podrían ser los “huachimanes”, “el patrón”, “el marica afeminado” o “Jaime Bayly”. Respeto este tipo de trabajo –cada vez que está bien hecho, obviamente--, aunque algunas veces su importancia me parece secundaria. Lo que sí critico es que a partir de este tipo de análisis de estudios particulares, aislados, perdidos como oasis, se tengan y promuevan pretensiones de “generalidad”. O sea, que a partir del estudio “de la secretaria y de la mesa de partes” de unos cuantos casos, tengamos una opinión general de las “relaciones cotidianas entre el ciudadano y el Estado”; que a partir de un estudio sobre movilizaciones de grupos de izquierda en las calles de Lima tengamos una idea concisa “de la masculinidad peruana”; que cuatro testimonios me den una idea de cómo fue la violencia política en el Perú. Ello resulta a todas luces pretencioso, y con falta de rigurosidad podría ser hasta ofensivo.

El enfoque “antropológico” –que es el que ha primado en el país—exagera la homogeneidad de la sociedad que estudia, tiene una visión estática de la sociedad que analiza, obliga a la comunidad académica a confiar terriblemente –fatalmente, diría—en el juicio de los autodenominados expertos de la cultura (inhibiendo las posibilidades para otros científicos sociales de replicar la investigación), creerles, confiar plenamente en ellos…( y cómo cuesta hacerlo sobre todo si la mayoría tienen en común la ausencia de “calle” y “de cerro”) .

¿Hay alguna la alternativa? Obvio. El “behavioral approach” a la cultura fue desarrollado inicialmente por la psicología americana y potenciada por la sociología y sobre todo por la ciencia política (“cuantitativa”, “gringa”, “neoliberal”, “seria”, de “large-N”, como quieran llamarla). De acuerdo con esta perspectiva, la cultura existe en la mente de los individuos. No da por sentado uniformidad, estabilidad ni coherencia en las actitudes de los individuos que integran una sociedad, y la mejor manera de estudiarla es a través de bien llevadas y rigurosas encuestas. The Civic Culture de Almond y Verba (1965!!!, no es ninguna novedad!) es la piedra angular de este tipo de análisis para los politólogos.

Si el objetivo es desarrollar y poner a prueba ideas generales sobre, por ejemplo, el impacto de la cultura política en la democratización de determinado país (“por qué somos autoritarios o no?”), lo más aconsejable es este último enfoque. Si nuestra intención es saber por qué restringen el acceso a las empleadas domésticas en las playas de Asia, sería mejor un estudio de inmersión del analista social con bronceador y piña colada, pero claro, sus conclusiones sólo serán válidas para el caso de esta playa de moda (inclusive así, yo recomendaría hacer una encuesta dentro de los dueños de las casas de playa de Asia, para tener una idea certera, precisa, y evitar análisis-de-cultura-política-según-mi-ojo).

Ahora si me dieran a elegir entre ambas perspectivas, yo creo que la aproximación cuantitativa es la más pertinente para describir y analizar la cultura política, porque a través de encuestas bien aplicadas se captura mejor la diversidad de opiniones, percepciones, creencias de determinadas poblaciones, considerando sus tendencias centrales y sus dispersiones.

Hay estudios serios y cuantitativos sobre la cultura política en el Perú. Pocos, pero hay. Lamentablemente, no están incluidos en este tipo de seminarios (por más que se promete una sola ponencia sobre “la cultura política desde la ciencia política), lo cual lleva a empobrecer el debate, y va en desmedro de la tan prometida interdisciplinariedad y de la participación en ella de la nueva licenciatura de ciencia política. Una posible hipótesis de la abundancia y desequilibrio a favor del enfoque “la-cultura-según-yo” podría ser la ausencia de una tradición de estudios cuantitativos en las facultades de ciencias sociales del país. Este “temor al Baldor” inhibe a muchos estudiantes de ciencia política a explorar seriamente un amplio sector del análisis político que hemos dejado casi exclusivamente en manos de literatos, comunicadores, psicoanalistas y narradores de cuentos.


Foto tomada de: www.elpollodelareja.blogspot.com

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Wednesday, November 5, 2008

Estados Unidos, los países andinos, la Historia, la biografía


Hoy tuve que dar mi primer “lecture” en la universidad como parte de mis responsabilidades como Teacher Assistant (semanalmente tengo dos grupos de discusión, algo parecido a las jefaturas de práctica de la PUCP). Se trata del curso de Introduccion a la Ciencia Politica, dirigido por un comparativista especialista en Europa. La fecha y el tema (“Crisis of democratic representation: the case of the Andean countries”) estaban programados desde el inicio del semestre, pero recién hace unos días caí en la cuenta que sería un día después del Election Day. ¿Cómo se puede hablar sobre democracia en los países andinos luego de una elección presidencial de esta magnitud?

Saliendo de clase (que no pudo haber salido mejor, la verdad), recordé que la primera vez que vine a este país, fui testigo de otro momento histórico: el 11 de setiembre del 2001 que, precisamente, coincidía con una conferencia también titulada: “Crisis en Los Andes”. Recuerdo nítidamente aquella mañana en Chapel Hill, cuando al enterarnos de los acontecimientos, interrumpimos la reflexión sobre “los desafíos para la democracia” en los países andinos y fuimos testigos del pánico que cundía en aquel campus universitario, y la sensación de estar viviendo un quiebre en la historia mundial.

Aquel 11 de setiembre y este último 4 de noviembre llevan consigo la sensación de Historia. Aquel llanto masivo que inundaba los pasillos universitarios en UNC y aquel grito nocturno al borde de la medianoche de ayer en South Bend son parte de esa Historia grande que me ha tocado vivir y que, paradójicamente en ambos casos, coincidieron con las reflexiones sobre mi país y sobre la región andina, donde se mezcla la Historia --si queremos llamarla “universal”-- con los retos de nuestro “subdesarrollo” –si queremos llamarlo así-- y con las paltas personales de un estudiante migrante.

Mientras presentaba los argumentos sobre la democracia en los países andinos, con el background de la elección de ayer en la cabeza de todos los presentes, pensaba en voz alta como Estados Unidos, al fin, se plantea un gran cambio en su historia, pero cuyo cambio provino por dentro del sistema democrático. Mientras, en nuestros países, cada vez que se plantea un “gran cambio”, éste tiene que ser “revolucionario”, “anti-sistema”, “romper con la partidocracia”… es decir destruyendo la poca institucionalidad que nos sobrevive. Ayer, Estados Unidos –cuesta decirlo para quienes cuestionamos este país—nos ha dado una lección: los grandes cambios sí se pueden lograr respetando la democracia, las instituciones y sobre todo la vida de las personas.

Veremos si Obama puede hacer los grandes cambios que ha prometido y que ha dejado en el ambiente de cualquier rincón del mundo esta mañana. Para incrédulos como yo, cuesta sentirse optimista. Quizás sea sólo simbólico (el hecho de un negro en la presidencia de este país), pero a veces esas cosas valen mucho sobre todo para los “excluidos”, para quienes hace menos de cincuenta años no podían sentarse en un mismo bus.

¿Es posible hacer cambios sin pensar en el salvavidas de un “outsider”? ¿Es posible grandes transformaciones desde dentro de los partidos, venciendo inclusive tendencias más tradicionales y el “establishment” de los mismos como hizo Obama contra Clinton? ¿Es posible que las elecciones devuelvan la esperanza a la gente? (Una mano en el pecho: ¿quién se alegró cuando Alan Garcia ganó el 2006? Ni siquiera todos los apristas) ¿Es posible confiar más en la democracia y menos en los que proponen “cambios revolucionarios”?

En unos años quizás, todo esto haya sido una ilusión (aunque es muy poco probable que Obama sea un Reagan o un Bush), pero sí recordaré que el día de mi primer lecture se respiraba una sensación de cambio donde antes sólo se olía etanol (¿lindo mi pueblo, no?).

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