Saturday, September 4, 2010

¿El electorado al revés?

Se parte del supuesto de que los sectores populares suelen ser de izquierda y de que las clases acomodadas del signo opuesto. Por ello, sorprende el respaldo de Villarán en los sectores A y B, y el dominio de Flores de C para abajo. Pero pocos notan que el signo ideológico es sólo una de las dimensiones de la competencia política y no basta para ordenar las preferencias electorales en términos de clases sociales. Existen otras dos dimensiones: la clientelar y la personalista, que permiten comprender mejor este aparente "mundo al revés".

El comportamiento electoral de los sectores urbano-populares suele ser muy sensible a las ofertas clientelares. Existe una larga tradición populista (desde Odría) que traduce la política en beneficio concreto. No es que los sectores populares hayan sido altamente ideologizados por el socialismo y el comunismo en los ochenta, sino que los alcaldes y operadores políticos de izquierda tenían una agenda concreta para este sector: organizaciones de invasiones y AA.HH., habilitación urbana, títulos de propiedad, servicios básicos, asistencialismo alimentario. No es casual que esta misma agenda fuera continuada por el fujimorismo neoliberal. Los sectores populares, antes que ideologizados, buscan el bien inmediato, sobre todo aquellos con necesidades urgentes. La insistencia contumaz de Villarán con el programa asistencialista del Vaso de Leche (tan asistencialista como los comedores populares fujimoristas) es su carta para avanzar en este segmento. Flores se apoya en la maquinaria de sus alcaldes distritales, pero carece de una propuesta atractiva propia para dar la pelea en este sector.

Ante la ausencia de un debate programático (en teoría decisivo en las clases educadas), la dimensión personalista es la que mejor ordena el comportamiento electoral en las clases altas. No creo que los sectores A y B se hayan vuelto más sensibles socialmente (siguen construyendo casas tan ostentosas como para que resurja Sendero), sino que apelan a cierta identificación de clase. Villarán de la Puente finalmente es GCU, es la tía buena gente que además se da una vuelta por los cerros. Flores ha quedado descolocada y su identificación se restringe a sus orígenes clasemedieros (fuerte en C). Si sumamos a ello el ánimo antipolítico heredado de los noventa, Flores aparece desgastada, trajinada, con una trayectoria empañada por las acusaciones de deshonestidad. Mientras que Villarán, de mayor edad que Flores, aparece paradójicamente con la imagen de "renovación"; pero si no fuera por la tacha a Kouri y el apapacho de Bayly, seguiría siendo tan desconocida como caviar en pueblo joven.

El electorado no está al revés sino en el sitio de siempre. Pero finalmente son los candidatos quienes moldean las preferencias. Una Flores más agresiva y una Villarán acusando los golpes de la política electoral podrían revertir las tendencias.

Publicado en Correo, 4 de Setiembre del 2010

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2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Los jóvenes de A y B no son quienes compran su casa. Habría que ver el aumento de voluntariados en esos sectores y su onda de impacto. Algo que me parece curioso es irme a la universidad de Lima y escuchar a una chica diciendo "ser de izquierda es chevere". Créeme que eso no era así antes... eso no comprueba nada, pero abre las puertas a chekar cosas que han cambiado más allá de una preferencia por cosas concretas.

September 4, 2010 at 10:20 AM  
Anonymous Chino Bodeguero said...

Análisis con clase!

September 4, 2010 at 10:31 AM  

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