Saturday, May 28, 2011

Volver al futuro


Los sucesos de Puno nos obligan a volver al futuro, es decir al escenario post-electoral que se caracterizará por una conflictividad social que no ha cesado y que ni Fujimori ni Humala podrán placar con facilidad. Gane quien gane, el escenario no será muy distinto. Primero, olvídense de la "luna de miel". El gran antivoto que tienen los dos candidatos se va a traducir en poca tolerancia e impaciencia de parte del electorado, sobre todo del movilizado.

No habrá tregua política que valga. Los procesos electorales (subnacionales y generales) han pasado por encimita no más. El voto por el "mal menor" en realidad es una imposición del voto obligatorio y del sistema electoral de dos vueltas (si fuera sólo una, Humala sería nuestro Presidente), y no construye un vínculo de representación política. Humala en el mejor de los casos representa a un tercio del país; Fujimori a un cuarto. La mayoría está fuera.

Segundo, ni el fujimorismo ni el nacionalismo resolverá la ausencia de intermediación política entre ciudadanos y gobernantes. ¿Recuerdan lo que decían del APRA hace 5 años? "Si García gana, tendremos nuevamente a un partido que medie entre los conflictos y el gobierno, habrá entonces menos estallidos de violencia que durante el periodo de Toledo". ¡Los conflictos aumentaron! No estoy seguro qué capacidad tienen Fuerza 2011 y Gana Perú para contener la movilización social, pero no me confiaría.

Concuerdo que el fujimorismo es lo que más se parece a un partido, porque tiene militantes; pero el fujimorismo es también una representación mediatizada y no movilizada. No sé si tenga los operadores -mucho menos en el sur- para canalizar las demandas, sobre todo cuando programáticamente sus políticas van a chocar con las preferencias de los protestantes. Tampoco estoy seguro si el viejo modelo de incorporación clientelista desde el Estado funcione en un contexto más cargado ideológicamente (en comparación con los noventas). El nacionalismo tampoco garantiza resolver el divorcio entre sociedad y política. Su discurso ha terminado elevando las expectativas de cambio que podrían desbordar sus posibilidades reales de canalización.

Tercero, vamos a cumplir una década de descentralización sin partidos. Mal que bien se han formado burocracias y administraciones regionales, pero no se han asentado poderes políticos locales. Las autoridades elegidas pertenecen a movimientos coyunturales que no tienen incentivos para rendir cuentas y generar algún tipo de filiación política. En contextos de conflictividad, no tienen soporte social propio, así que les resulta más conveniente ponerse de perfil y esperar la lenta reacción del gobierno central.

Sea cual sea el desenlace electoral, el futuro que nos espera se parece bastante al pasado reciente. Estuvimos bastante entretenidos los últimos meses con tantas encuestas y ánforas, que ya es hora de volver al futuro, de volver a la realidad.

Publicado en Correo, 28 de Mayo del 2011

Saturday, May 21, 2011

Qué difícil es ser Carlos Iván

Por algunos años me hizo un espacio en su oficina del IEP, repleta siempre de sanmarquinos, básicamente antropólogos e historiadores. No me considero para nada su discípulo. Es más, a pesar que trabajamos juntos, siempre disentimos en varios temas. Pero eso no significa que no lo tenga como ejemplo de un intelectual comprometido con sus ideas. Si algo aprendí de él fue precisamente la lealtad que uno debe tener por sus convicciones políticas, aunque éstas sean "erradas" o "polémicas", aunque éstas duelan y abran heridas. A diferencia de muchos que se autodenominan intelectuales, él no quería imitadores, sino que cada cual encontrara su rumbo, su camino académico propio.

Si hay un periódico con una línea editorial más distante de la posición política de Carlos Iván Degregori, ése es Correo. Pero precisamente desde este diario recuerdo a quien debe ser el intelectual de izquierda más importante luego de Arguedas. Su estirpe está en extinción. Esa combinación equilibrada de intelectual y político. Seamos claros: nadie comprendió Sendero Luminoso mejor que él; nadie convirtió la memoria en un instrumento político mejor que él. Podrás estar de acuerdo o no con su prédica, pero sus argumentos mostraban la solvencia de quien escucha a la gente. Tenía un don: el de entablar un intercambio horizontal con las ideas de su interlocutor, sea quien sea, ayacuchano o miraflorino, politólogo agringado o intelectual comprometido, cachimbo o lumbrera. Y no lo hacía en un plan democratizador como los sabios-yo-tengo-la-ultima-palabra, sino por esas ganas sanas de aprender que nunca dejó, ni siquiera en la enfermedad.

Por eso, no es casual que quisiera que lo velaran en el centro de Lima, en La Recoleta porque ahí se habían velado también a "sus muertos", los que fueron asesinados por esa potente arma de destrucción masiva que es la discriminación cargada con olvido. No es casual que quisiera que lo despidieran con el playlist de sus años huamanguinos (Adiós Pueblo de Ayacucho nunca sonó tan triste). No es casual que supiera vivir la muerte y mantener la sonrisa tranquilizadora con la que lo recordaremos.

Pero tampoco es casual que lo despidamos prácticamente en silencio. Su obra es aleccionadora pero incómoda. No habla de mentalidades, no interpreta sueños, no tiene la pose del intelectual puro. "Un intelectual que no le interesó la práctica política, es porque no le interesó su país" me dijo un día cuando le pregunté por algunas "celebridades". Pero ¡qué difícil para los que no nos atrevemos! ¡Qué difícil para una generación que quiere profesionalizar la academia y no "cometer el error de politizarla! Porque abundan los mal ejemplos; muy pocos quedan en pie como él. Qué difícil es ser Carlos Iván.

Publicado en Correo, 21 de Mayo del 2011

Saturday, May 14, 2011

¿Y si es tu culpa, caviar?

Medio Lima ya se ha rasgado las vestiduras por el desenlace de segunda vuelta. Ya nos hemos sentido un poquito mejor echándole la culpa a Alan, al modelo neoliberal, a la falta de redistribución, a la historia de exclusión y desigualdad, a Francisco Pizarro, a Sarita Colonia. Yo también lo he hecho. Confesión de parte. Ojo: no es fácil echarle la culpa a la derecha, a los empresarios, a Toledo o a PPK que no están a la altura del momento histórico para declinar faltando horas a ser candidato presidencial. Se requiere de mucha valentía para enfrentarse al establishment económico y decirles (aunque no te lean o te escuchen) que tienen la responsabilidad de que Huancavelica vote por Humala y Perú (Nebraska) por Gastón.

Pero pensando con frialdad el asunto, en realidad los caviares acaban teniendo su cuota significativa de responsabilidad con el escenario entre "el cáncer y el sida" (Premio Nobel dixit) que afrontamos. En primer lugar, la exclusión política al fujimorismo durante la transición (fuera del Acuerdo Nacional, desaforo de sus congresistas, etc.) permitió que los seguidores del ex presidente convirtieran la marginación en su capital político para construir la mística del perseguido; e interpretar la justicia (merecida condena contra AF) como una revancha de sus enemigos políticos.

Pero sobre todo condujeron la agenda de la construcción de instituciones democráticas y de la defensa de los derechos humanos a un nivel elitista. Durante casi veinte años, con recursos procedentes de fuentes internacionales, la necesaria agenda por la democracia en manos caviares no caló en el público objetivo que anunciaban retóricamente en sus proyectos. Sino ¿por qué entonces gran parte del elector peruano no le hace ascos a votar por el fujimorismo si éste representa un retroceso en términos de justicia y democratización? Si hubieran dirigido y diseñado intervenciones inteligentes y populares, la causa democrática (si es que existe) no estaría encerrada entre las butifarras de su café favorito.

Los candidatos de menos credenciales democráticas pasaron a la segunda vuelta porque la democracia, los derechos humanos, la justicia lastimosamente no importan. Y no se me indigne más estimado caviar, porque fueron ustedes los que han llevado esta agenda en sus manos (y recursos no les ha faltado). Y ahora se ponen del lado de un candidato, en vez de cuestionar por igual la tentación autoritaria de los dos. Al hacerse los giles con respecto a Humala (y hasta endosarlo), sabotean sus propias convicciones democráticas. No sólo hacen de la defensa de los derechos humanos una causa elitista, sino convenida, interesada; y así inútil. Por tanto buscar su memoria con vista al mar, terminan dando la espalda al país.

Publicado en Correo, 14 de Mayo del 2011.

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Saturday, May 7, 2011

Clientelismo sin partidos

¿Ya le llegó el email de Ms. Stone? Las tías regias de la Lima GCU (incluidas alguna prima de la alcaldesa) se escriben correos electrónicos para despertar la sensibilidad social con vista al Golf. Susan de Un Mundo para Julius está 40 años más tía, pero vigente. "Compre arroz en bolsa transparente en Wong", dicen. Como si la vida fuera tan fácil. Cómo si el clientelismo lo fuera también.

El clientelismo es una técnica sofisticada, no una reacción causada por el miedo de las botas que suenan acercarse a Palacio. Hay dos tipos de clientelismo: el que funciona por miedo; y el que funciona por agradecimiento. El primero es el más eficiente. El clientelismo es un contrato en el que hay que asegurarse que las partes cumplan con el acuerdo. Es fácil comprobar el que da; es difícil hacerle seguimiento al que recibe. Ahí entran a jugar el partido, la organización política, el monitoreo, la supervisión de que el trato se cumpla. Todo ello para provocar la sensación en el cliente, que el voto no es secreto, y que los operadores políticos tienen mil ojos y mil oídos, al punto de poder averiguar por quién votó. Así que más le vale cumplir con su parte.

Pero en el Perú, eso ya pasó. Eso fue el clientelismo desde el aparato estatal, o sea desde Foncodes o desde los comedores populares: "Si no votas por el Chino, ya tú sabes". Sin aparato, sin partido, sin acceso al Estado, sin capacidad de atemorizar ni chantajear, lo que queda es un clientelismo de agradecimiento.Ahí aparece de nuevo Ms. Stone (señora Macarena o como se llame).

El clientelismo peruano actual sólo funciona cuando es personalizado, cuando los réditos electorales pueden llevarse un candidato al Parlamento, o un alcalde provincial. Acuña no contribuye al respaldo de PPK, pero sí para que su hijo y su compadre salgan de congresistas. Luna no trabaja para que Castañeda gane, pero sí para ser reelecto. Ningún partido controla los aparatos clientelares (como en Colombia), éstos viven por sí solos, pero fragmentariamente: en La Libertad, en Ayacucho, en Cajamarca, en Lima-provincias.

Como no hay técnica, el clientelismo que se practica ahora es ineficiente: no calcula cuál es su target político (¿sus seguidores, sus simpatizantes, los independientes, los rivales?), y solo intuye que tiene que distribuir entre los pobres (cuando se ha comprobado que puede ser más eficiente distribuir a las clase medias). Es un clientelismo que se mueve a ciegas, de puro prejuicio. Entonces Ms. Stone y amigas sólo tendrán un impacto para despertar el recuerdo (la memoria no es sólo de los caviares) de que "todo tiempo pasado con el Chino fue mejor". Aunque claro, el clientelismo no decide quién gana una elección, pero ayuda.

Publicado en Correo, 7 de Mayo del 2011.

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