El análisis político, in strictus sensus, es escaso en el Perú. Es un rara avis que de vez en cuando encontramos en la prensa limeña. Una mirada a las columnas de opinión (y blogs), da cuenta de la pululación del análisis de la personalidad de los políticos para comprender la política: es decir, como si la política se entendiera por la dosis de tranquilizantes o anti-ansiolíticos que consumen nuestros representantes, y no por “variables políticas” como el efecto del diseño institucional, la correlación de fuerzas en los distintos niveles de poder, los incentivos políticos para la protesta social, etc. Existe una fascinación por comprender la psicología presidencial, como el origen de todos los males. García es caracterizado, casi casi como un caso clínico, de euforia, de desmesura, de excesivo optimismo, y se analizan sus acciones en base a suposiciones, hasta freudianas y lacanianas. El análisis político se muda a un diván, cuando la política es mucho más que eso, y se dan lecciones equívocas a los más jóvenes en esta carrera.
Pero no sólo pareciera que el Perú es tierra de “psico-alanistas”, sino que se está volviendo en una mala costumbre. Lo mismo pasó con Toledo. Recuerdo que Gustavo Gorriti explicaba la inestabilidad política del régimen anterior en la “personalidad de Toledo que le gusta estar al borde del abismo”, en una suerte de coqueteo suicida con el peligro, donde la lucidez presidencial aparecía en los momentos álgidos y no en el día a día, y que el origen de esta actitud se debía a la precariedad social y familiar en la que vivió, de joven, nuestro ex presidente. Asimismo, no es casual que un psicoanalista como Jorge Bruce sea uno de los “analistas políticos” más consultados. El análisis “político” deja de ser un espacio donde se analizan intereses políticos, incentivos detrás del diseño institucional, efectos de las reformas…..y se concentra en porqué Alan patea, porqué está gordo, por qué se deja que se note las canas, por qué habla de las Olimpiadas. Los analistas terminan siendo inocentes (¿?) cómplices del egocentrismo presidencial, a quien me imagino divirtiéndose al leer (si acaso) las interpretaciones de sus exabruptos bienpensados.
La mirada psicoanalítica de figuras políticas es importante, pero parece que en nuestro medio termina excediendo los límites de su pertinencia. Saquemos un rato a García del diván y quizás comprendamos la política de su gobierno mejor.
(Caricatura de Monkey-Studio)
Pero no sólo pareciera que el Perú es tierra de “psico-alanistas”, sino que se está volviendo en una mala costumbre. Lo mismo pasó con Toledo. Recuerdo que Gustavo Gorriti explicaba la inestabilidad política del régimen anterior en la “personalidad de Toledo que le gusta estar al borde del abismo”, en una suerte de coqueteo suicida con el peligro, donde la lucidez presidencial aparecía en los momentos álgidos y no en el día a día, y que el origen de esta actitud se debía a la precariedad social y familiar en la que vivió, de joven, nuestro ex presidente. Asimismo, no es casual que un psicoanalista como Jorge Bruce sea uno de los “analistas políticos” más consultados. El análisis “político” deja de ser un espacio donde se analizan intereses políticos, incentivos detrás del diseño institucional, efectos de las reformas…..y se concentra en porqué Alan patea, porqué está gordo, por qué se deja que se note las canas, por qué habla de las Olimpiadas. Los analistas terminan siendo inocentes (¿?) cómplices del egocentrismo presidencial, a quien me imagino divirtiéndose al leer (si acaso) las interpretaciones de sus exabruptos bienpensados.
La mirada psicoanalítica de figuras políticas es importante, pero parece que en nuestro medio termina excediendo los límites de su pertinencia. Saquemos un rato a García del diván y quizás comprendamos la política de su gobierno mejor.
(Caricatura de Monkey-Studio)
Añade: En referencia a la entrevista de Jorge Bruce en La Primera. "La política en el Perú es Alan García y su conducta; salvo eso, todo es ilusión" es la consigna.
ReplyDeleteFácil después viene Pedro F. (economista que es primo de Daniel F.) y dice que eso es ultra.
Es un excelente post. Descreo de las lucubraciones sicoanalíticas mucho más cuando quieren explicar la política y la literatura. Ahora bien, sospecho que el atractivo del discurso sicoanalítico se debe al prestigio de "lo clínico", esa forma de enunciar los actos humanos como patológicos y sentenciar (como si se tratase de un juez) un diagnóstico. Esta autoridad ha sido y es muy fuerte. Se sostiene en metáforas muy poderosas que son variaciones del motivo de la enfermedad.
ReplyDeleteUna sociedad que confiere tanta importancia a ese tipo de discurso evidencia una proyección de sus ansiedades en un yo partido una de cuyas escisiones se convierte en una imagen especular de su otro. Los fallos del lenguaje que busca integrarlos son síntomas de fisuras no resueltas y que se remontan míticamente a la ausencia del padre en las distintas facetas abarcadas por el inconsciente colectivo de nuestra historia: la muerte de Atahualpa, el descabezamiento de Tupac Amaru I y el traumático 6 a 0 que nos propinaron los argentinos en 1978. En todo peruano hay un hijo que busca rebelarse, distinguirse, oponerse a esa figura paterna ausente y negada en el inconsciente.
Es cierto que no se puede caer en reduccionismos fáciles y explicar algo tan complejo como la política y la sociedad desde una sola ciencia, es especial el psicoanálisis que aún está en la época de las "sanguijuelas y los humores" comparada con otras ciencias médicas, pero nunca se debe subestimar el factor individual y el análisis de personalidad del líder para poder entender muchas situaciones, que a veces contradice lo que un análisis de correlación de fuerzas, estructuras sociales o factores económicos pueden predecir.
ReplyDeletePara cada Hari Seldon existe un Mulo, y para cada Julio Cotler o Flores Galindo, un Caballo Loco.
Lo preocupante no solo es Alan, sino el entorno que avala varios lances cuestionables junto con la pérdida de perspectiva de la realidad. Muchos en el gobierno ven ya a las corvinas fritas nadar en su limón.
Carlos, estoy de acuerdo contigo: una mirada psicoanalítica de los actores políticos no es igual a un análisis político.
ReplyDeleteVarias veces hemos discutido esto en clase - parece que hay una gran importancia de parte de algunos profesores en identificar el campo propio de la ciencia política, cosa que es muy difícil en el Perú por la baja institucionalización de la academia. Así nos peleamos con la sociología, el derecho constitucional y el psicoanálisis por un terreno de estudio que podemos llamar político. Sin embargo, en un sistema político como el peruano, presidencialista hasta los huesos donde no hay partidos políticos consolidados, el poder legislativo no tiene motor propio y muchas otras instituciones están pintadas, parece que estamos condenados a un análisis detallado del individuo que maneja la presidencia de la república. Sin duda, este terreno la pone complicada para análisis políticos más agudos y se presta para estas interpretaciones psiconalíticas y personalistas que tanto abundan. Saludos.
Buena Carlos, sin duda tienes razon, no olvidemos el sabio refran: "zapatero a sus zapatos", "psicologo a sus zapatos" y "SOCIOLOGOS a sus zapatos" jajaj
ReplyDeleteBienvenido
Pedro Roy
Pequeña aclaración: el psicoanálisis NO es ciencia: es un cuerpo teorico que constituye a lo mucho, una hermeneutica. A veces se le confunde con Psicología, pero en verdad nisiquiera es necesario ser Psicólogo para ser Psicoanalista... Saludos.
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