Ella se fue de Lima luego de no poder querer a alguien que debió haber querido. Pero desde que llegó a San José, no pasó un día sin recordar a quien debió haber olvidado hacía tiempo. Nunca supo la razón exacta por la que sentía que escapaba: si el fracaso de la relación que hubiese solucionado los problemas de su vida o la aceptación que seguía tercamente enamorada de Él. El tiempo iría confirmando la segunda hipótesis.
Le costó adaptarse a su nuevo hogar. Pero creía que la añoranza por Lima iba a terminar diluyendo mecánicamente las penas del viejo amor. Sucedió todo lo contrario. Volvió a escribirle, a desbloquearlo del messenger, a llamarlo por teléfono, a desempolvar sus fotos, a reconocer que sólo con Él sería sinceramente feliz.
Su compañera de piso fue la testigo de aquellas llamadas de madrugada, impetuosas luego de unos tragos de más. La amistad fue creciendo a punta de confidencias, de recuerdos, de las historias que Ella recordaba vívidamente en cada palabra que pronunciaba cada vez más con el acento propio del lugar. Él se convirtió en una suerte de héroe de historia rosa, de galán pobre de telenovela de dos de la tarde, que fue siendo el preferido de las confidencias de dos amigas al apagar la luz del velador que compartían. Una de esas noches Ella le confesó un sueño: fantaseaba con la idea que un día Él entrase en el restaurant de comida peruana donde trabajaban. La compañera de piso le prometió irresponsablemente que eso sucedería.
Siete años después, Él viaja a San José a una conferencia de politólogos latinoamericanos. Un colega ecuatoriano le propone ir a cenar a un restaurant de comida peruana muy popular en la ciudad. Dos colombianos se unen a la idea. Deciden ir al local más cercano de la universidad donde se desarrolla el evento (el restaurant de comida peruana ha sido un éxito y en los últimos años han abierto dos locales más).
Él y sus colegas politólogos llegan al lugar. Piden una mesa al lado del jardín, en la zona de fumadores. Dada su nacionalidad, Él es el encargado de las sugerencias de la carta. Él sabe que quiere un arroz con pollo. Luego de unos tragos, bromea con la mesera, a quien le pregunta cuánto lleva trabajando en el restaurant. Al darse cuenta que es buen tiempo, le pregunta si conoció a Ella. “Fue mi compañera de piso”, responde. Él le confiesa que de más jóvenes fueron novios, a lo que ella pregunta incrédula: “Vos sos Carlos?”.
Él le cuenta el final de la historia: Ella finalmente regresó a Lima y Él fue a recibirla al aeropuerto (sería la primera vez que el Jorge Chávez se vería envuelto en este tipo de historias). Hicieron una gran fiesta de bienvenida, a la que acudieron muchos amigos en común. Comieron, bebieron, bailaron. Volvieron y fueron felices, pero por poco tiempo. Él se enamoraría de otra mujer y dejaría el país algún tiempo después. Ella retomaría sus estudios de administración hotelera y se graduaría con honores. Ahora Él, le cuenta, sabe muy poco de Ella: sólo que se va a casar en Octubre con un tipo tres años menor, y que ha estado últimamente mal de salud (no se atreve a decirle que Ella perdió un embarazo de tres meses). Intercambian correos electrónicos, se toman una foto y Él promete enviársela. Se despiden. La ex compañera de piso le dice: “el mundo es pequeño, mirá vos, finalmente pude conocerte”, como aliviada de qué por fin el personaje de aquellas historias tuviera un rostro. Él sonríe y mira por última vez los salones del restaurant, imaginándose a Ella en el lugar. Recuerda su sonrisa y jura que nunca más visitará restaurantes de comida peruana en el extranjero.
ps. Otras historias se llevarian acabo en otros restaurantes de comida peruana en el extranjero, ver antecedentes.
Muy buena !!!
ReplyDeleteAunque la verdad todavía no entiendo bien el título.
Es que tienes que leer los "antecedentes" para que veas el karma que tengo con los restaurantes peruanos en el extranjero. Saludos.
ReplyDeletey con las peruanas en el extranjero.say no more
ReplyDeleteAcaso el nunca mas comio arroz con pollo...
ReplyDeleteEn general ,la vida en el peru que recuerdan los imigrantes siempre termina por llenarse de elementos irreales (exagerados, tal vez, para mal o para bien), en esa suerte de recuerdos masturbados solo el arroz con pollo puede ser real.
Quiero arroz con pollo, papa a la huancaina, salsa criolla y una tipa a la que no le moleste que coma mientras tiro.
Soy un limeño, estoy en ruinas y tengo un blog..
http://www.regresoalimalahorrible.blogspot.com/
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pero tenes que probar la comida peruana en Managua..
ReplyDeletela probaremos juntos, no?
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