Agradezco las muestras de solidaridad que he recibido a través de otros blogs, de sus comentarios en el post y de correos electrónicos. Creo que es la mejor retribución que alguien puede recibir de sus lectores, inclusive de los que nunca fueron complacientes con mis argumentos. El blog permanecerá on line y no borraré ningún post, ni siquiera en los que me excedí de egocentrismo, que son los únicos de los que me avergüenzo (un poquito), más no así de los “polémicos”.
Varios han deslizado que la decisión de dejar de postear se podría tratar de una broma pesada, una réplica en menor escala de la renuncia de AAR, calculada milimétricamente (me sonó a las hipótesis sobre la alianza apro-fujimorista). Algunos inclusive piensan que ya que pasé el “punto de no retorno” debería insistir en mi línea. (Agradezco sinceramente a estos últimos, por sus consejos, pero sobre todo por la cancioncita). Sin embargo, creo que hay maneras de seguir “jorobando”, sin “jorobar”. Dejar este blog es una forma de hacerlo. No es que necesariamente “acusé el golpe”, sino que a veces el silencio puede ser tan significativo como mil palabras. El silencio también es una respuesta, es protesta, es disconformidad.
Como mencionó mi estimado Genaro de los blogs (“Paga lo que me debes”, Jonathan dixit), en la blogósfera como en los comics la muerte no es para siempre. El Jorobado (permíteme la tercera persona, Rendón) fue un alter ego que construí sin querer, un personaje casi de comic, un bufón aguafiestas, alguien a quien no se sabía si tomarle en serio o en broma y que precisamente en esa ambigüedad podía lanzarse con todo. Este estilo fue criticado (quizás no digno de un estudiante de postgrado), pero creo que fue la única manera de dar en el blanco. Eso fue lo que más “jorobó” a los intolerantes que se las dan de “autoridad moral” del país. ¿Por qué se creen intocables, señores, por qué no aguantan una crítica, una voz disidente, una burla basada en argumentos (nunca me burlé de sus asuntos personales, que con eso perderían más)? ¿Por qué son tan aristocráticos si pregonan tanta “popularidad”? ¿Por qué les molesta tanto lo que pueda decir un “jocoso blogger” si ustedes pertenecen a las instituciones más “poderosas” del país?
Nos volveremos a encontrar, estimados. Y no necesariamente a través de este blog (aunque sea lo más probable). El Jorobado volverá a “jorobar”. Precisamente leí que me compararon con Augusto Ferrando (“egomanía de lentejuelas y escueleo de compadrito que sabe más que tú porque la ha vivido”, Luis Aguirre). Entonces, como diría el “Zambo”, un comercial y regreso…
Pd.1. Me despido nuevamente con una canción de Manolo García. Les dejo con Piedra Redonda en su último concierto en Lima.
Pd.2. Les dejo también con un post de despedida, que iba a salir publicado en una revista limeña, pero que por “motivos de descoordinación” (eso creo), no vio la luz. Las fotografías son de Mary Jane.
Varios han deslizado que la decisión de dejar de postear se podría tratar de una broma pesada, una réplica en menor escala de la renuncia de AAR, calculada milimétricamente (me sonó a las hipótesis sobre la alianza apro-fujimorista). Algunos inclusive piensan que ya que pasé el “punto de no retorno” debería insistir en mi línea. (Agradezco sinceramente a estos últimos, por sus consejos, pero sobre todo por la cancioncita). Sin embargo, creo que hay maneras de seguir “jorobando”, sin “jorobar”. Dejar este blog es una forma de hacerlo. No es que necesariamente “acusé el golpe”, sino que a veces el silencio puede ser tan significativo como mil palabras. El silencio también es una respuesta, es protesta, es disconformidad.
Como mencionó mi estimado Genaro de los blogs (“Paga lo que me debes”, Jonathan dixit), en la blogósfera como en los comics la muerte no es para siempre. El Jorobado (permíteme la tercera persona, Rendón) fue un alter ego que construí sin querer, un personaje casi de comic, un bufón aguafiestas, alguien a quien no se sabía si tomarle en serio o en broma y que precisamente en esa ambigüedad podía lanzarse con todo. Este estilo fue criticado (quizás no digno de un estudiante de postgrado), pero creo que fue la única manera de dar en el blanco. Eso fue lo que más “jorobó” a los intolerantes que se las dan de “autoridad moral” del país. ¿Por qué se creen intocables, señores, por qué no aguantan una crítica, una voz disidente, una burla basada en argumentos (nunca me burlé de sus asuntos personales, que con eso perderían más)? ¿Por qué son tan aristocráticos si pregonan tanta “popularidad”? ¿Por qué les molesta tanto lo que pueda decir un “jocoso blogger” si ustedes pertenecen a las instituciones más “poderosas” del país?
Nos volveremos a encontrar, estimados. Y no necesariamente a través de este blog (aunque sea lo más probable). El Jorobado volverá a “jorobar”. Precisamente leí que me compararon con Augusto Ferrando (“egomanía de lentejuelas y escueleo de compadrito que sabe más que tú porque la ha vivido”, Luis Aguirre). Entonces, como diría el “Zambo”, un comercial y regreso…
Pd.1. Me despido nuevamente con una canción de Manolo García. Les dejo con Piedra Redonda en su último concierto en Lima.
Pd.2. Les dejo también con un post de despedida, que iba a salir publicado en una revista limeña, pero que por “motivos de descoordinación” (eso creo), no vio la luz. Las fotografías son de Mary Jane.