Mockus
Los peruanos no vamos al Mundial de Fútbol, pero terminamos hinchando a muerte por nuestros favoritos. Vemos la Champions League como si fuéramos catalanes y nos quedamos afónicos gritando los goles de Messi. En política también vivimos ilusiones prestadas y recientemente la candidatura presidencial de Antanas Mockus ha despertado inusitadas preferencias en un gran sector, sobre todo progresista, al punto que muchos --en un arranque de hermandad latinoamericana- se confiesan públicamente: "Quisiera ser colombiano para votar por Mockus". Pero ni Mockus es Messi ni las elecciones colombianas son el Mundial.
Mockus tiene la capacidad probada de administrador urbano. Nadie podría negar su buena gestión como alcalde de Bogotá. Se admira su creatividad y su estilo excéntrico, se halaga su locura, se envidian sus divagaciones filosóficas. Se espera en él la decencia de un profesor universitario conocido por callar a sus alumnos bajándose los pantalones y mostrando las nalgas. Pero, ¿una buena administración edil y la promesa de un gobierno honesto son suficientes para dar señales concretas de un cambio de timón efectivo en un país que enfrenta la guerra civil más larga del continente?
La izquierda local admira a Mockus, pero sabe poco que fue pionero de la privatización de la educación pública al incrementar el costo de las matrículas cuando fue rector de la Universidad Nacional. Como alcalde, hasta ahora se recuerda la ineficiente venta de la Electrificadora. Sus admiradores se hacen los ciegos con su pragmatismo -casi baylyano- de subirse al Partido Verde, que ni siquiera es una organización política enraizada, sino un vehículo como a los que pragmáticamente suele montarse (como hizo anteriormente con la organización indígena).
Las últimas semanas han develado sus limitaciones, al punto que la "ola verde" se ha frenado. Ha caído en frases confusas que necesitan posteriores explicaciones, en las que se le va semanas reinterpretando lo que dijo y lo que no. No supo aclarar si era creyente, y luego tuvo que decir que fue monaguillo y que le ha pedido a su esposa casarse por la Iglesia católica. Se peleó innecesariamente con su potencial aliado Petro al sugerir que practica teorías que justifican la violencia. Si bien puso condicionales, señaló que extraditaría a Uribe (y luego tuvo que decir que "estaba mal informado"). Pero sobre todo no promete cambios sustantivos en materia económica ni cuestiona significativamente la política de seguridad democrática de Uribe. Sólo promete "un cambio en la política", que es sobre todo una modificación de las formas y no del fondo. De todos modos, sigue segundo en las encuestas (34% versus 39% de Santos, según CNC), lo cual anuncia una definición por penales. Pero recuerde: no se ponga la camiseta sin saber antes a qué juega su equipo.
Mockus tiene la capacidad probada de administrador urbano. Nadie podría negar su buena gestión como alcalde de Bogotá. Se admira su creatividad y su estilo excéntrico, se halaga su locura, se envidian sus divagaciones filosóficas. Se espera en él la decencia de un profesor universitario conocido por callar a sus alumnos bajándose los pantalones y mostrando las nalgas. Pero, ¿una buena administración edil y la promesa de un gobierno honesto son suficientes para dar señales concretas de un cambio de timón efectivo en un país que enfrenta la guerra civil más larga del continente?
La izquierda local admira a Mockus, pero sabe poco que fue pionero de la privatización de la educación pública al incrementar el costo de las matrículas cuando fue rector de la Universidad Nacional. Como alcalde, hasta ahora se recuerda la ineficiente venta de la Electrificadora. Sus admiradores se hacen los ciegos con su pragmatismo -casi baylyano- de subirse al Partido Verde, que ni siquiera es una organización política enraizada, sino un vehículo como a los que pragmáticamente suele montarse (como hizo anteriormente con la organización indígena).
Las últimas semanas han develado sus limitaciones, al punto que la "ola verde" se ha frenado. Ha caído en frases confusas que necesitan posteriores explicaciones, en las que se le va semanas reinterpretando lo que dijo y lo que no. No supo aclarar si era creyente, y luego tuvo que decir que fue monaguillo y que le ha pedido a su esposa casarse por la Iglesia católica. Se peleó innecesariamente con su potencial aliado Petro al sugerir que practica teorías que justifican la violencia. Si bien puso condicionales, señaló que extraditaría a Uribe (y luego tuvo que decir que "estaba mal informado"). Pero sobre todo no promete cambios sustantivos en materia económica ni cuestiona significativamente la política de seguridad democrática de Uribe. Sólo promete "un cambio en la política", que es sobre todo una modificación de las formas y no del fondo. De todos modos, sigue segundo en las encuestas (34% versus 39% de Santos, según CNC), lo cual anuncia una definición por penales. Pero recuerde: no se ponga la camiseta sin saber antes a qué juega su equipo.
Publicado en Correo, el 22 de Mayo del 2010.
Labels: America Latina y Politica
4 Comments:
Estoy de acuerdo con buena parte de lo que dices, salvo dos cosas:
1) No mostró las nalgas, mostró el ojete.
2) El frenazo de la ola verde no necesariamente tiene que ver con que haya mostrado limitaciones (que sí las tiene y las ha mostrado): ya pasó el vendaval, simplemente, llegó al tope de su subida. Lo de las limitaciones, una vez que asume un papel más protagónico y más exposición, influye, pero creo que hay muchos factores más.
¿Tú por quién votarías?
su público juvenil, el más inocente y el menos experimentado políticamente es el porcentaje fuerte con el que cuenta, además de la clase media colombiana.
El apoyo a Mockus entre nuestra "intelecualidad progre" (o sea, los "me-siento-de-izquierda" locales,caviares o no) nace de una profunda aversión al derechista Uribe antes que de un analisis serio de las posiciones de Mockus (mas "pro-derecha" en ciertos temas de lo que algunos creen). Lo mismo que paso el 2002 cuando nuestra derecha criolla felicitó a los golpistas venezolanos contra Hugo Chaves aunque fueran unos impresentables politiquertos o empresarios angurrientos...
Así nuestros "intelecuales" sienten una imparable afición a tomar partido en pleitos ajenos sin haber evaluado antes el entorno en el cual se desenvuelven esos pleitos, y a mirar las pugnas del vecino (y no tan vecino) según "lo que me gustaria ver aqui". Tal vez la imagen academica de Mockus, su irreverencia, su humanismo y su "aura intelectual" le ganen adeptos aqui... pero al final el colombiano promedio de Antioquia o Caldas tiene deseos y miedos muy distintos a las de nuestro "analista" del Ovalo Gutierrez.
¿Lograra Mockus ganar en segunda vuelta? ¿Se derechizará para hacerlo? ¿Ofecerá un real cambio de fondo? ¿Aceptará al "uribismo sin Uribe"? Nuestros "progres" no tendran como influir en ello y quedarían igual que si Brasil gana el Mundial: te aseguro Jorobado que ni Dunga, ni Kaká, ni Robinho, llamarán a sus hinchas peruanos para celebrarlo...
estoy de acuerdo, sigan asi y lo salaran como le paso a kerry...
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