El 2002 se realizaron por primera vez elecciones regionales en nuestro país. La descentralización estaba en boca de todos: zurdos y de derecha, los de arriba y los de abajo, los del centro y los de la periferia. Las demandas por democratización hacia el final del gobierno autoritario de Fujimori en el "interior del país" estuvieron muy influenciadas por la agenda descentralista. Al restablecerse la competencia política, no sólo los partidos tradicionales volvieron al Congreso, sino también a la esfera regional. Recordemos al APRA ganador en 12 gobiernos regionales. Hoy, aquel día parece muy lejano.
La opinión pública nacional -centralista, limeña, de cara a la Costa Verde y de espaldas al país- se ha ensimismado en la elección de la alcaldía metropolitana, y las pullas entre lourdistas y susanistas ganan las primeras planas de los diarios y los noticieros. Sabemos cómo van las preferencias en distritos como Miraflores y Magdalena, pero no quiénes son los favoritos para gobernar los distritos y provincias con mayor canon minero, o las zonas donde el narcotráfico arrecia. ¿Quién ganará en Bagua, en Ilave, en Moquegua? Ni siquiera sabemos qué pasa en Huacho.
En las elecciones del 2006, los partidos retrocedieron en las regiones. El APRA obtuvo 2 de las 25 gobernaciones (sólo pudo reelegirse en una), y ningún otro partido nacional logró alzarse con la victoria. Si a ello le sumamos el bajo respaldo con el que triunfaron presidentes regionales (como el de Puno, por ejemplo, con sólo 19%), la política regional quedó al abandono y en manos de outsiders locales, "líderes" por defecto sin proyecto político más allá del sueldo de los suyos, y sin mayor norte que ver la manera de sobrevivir a los cuatro años de gestión. Tengo la impresión de que el desarrollo desigual del país no sólo se debe al centralismo del Ejecutivo y su política económica, sino también a la ausencia de una clase política regional de envergadura que acompañe, guíe y pugne con criterio los recursos de sus localidades.
La segunda vuelta regional -inútil para garantizar legitimidad pero perfecta para que el APRA sea finalista en la mayor cantidad de jurisdicciones- evidenciará las polarizaciones subnacionales existentes (entre los afines a la extracción de recursos naturales y sus críticos movilizadores), la receptividad de estrategias clientelares (cuando los márgenes de votación son estrechos y decisorios), y la debilidad de las organizaciones nacionales, incluyendo al partido de gobierno (se prevén finales entre movimientos regionales y partidos nacionales). Mientras seguimos el celebrity deathmatch en que se ha convertido la disputa por el asiento de Nicolás de Ribera, el Perú -ese país cercano a Lima- sigue fragmentándose. Pero no importa: ¿o sí? Consecuencias del centralismo-ombliguismo-pensamiento La Baguette.
Publicado en Correo, 11 de Setiembre del 2010.
La opinión pública nacional -centralista, limeña, de cara a la Costa Verde y de espaldas al país- se ha ensimismado en la elección de la alcaldía metropolitana, y las pullas entre lourdistas y susanistas ganan las primeras planas de los diarios y los noticieros. Sabemos cómo van las preferencias en distritos como Miraflores y Magdalena, pero no quiénes son los favoritos para gobernar los distritos y provincias con mayor canon minero, o las zonas donde el narcotráfico arrecia. ¿Quién ganará en Bagua, en Ilave, en Moquegua? Ni siquiera sabemos qué pasa en Huacho.
En las elecciones del 2006, los partidos retrocedieron en las regiones. El APRA obtuvo 2 de las 25 gobernaciones (sólo pudo reelegirse en una), y ningún otro partido nacional logró alzarse con la victoria. Si a ello le sumamos el bajo respaldo con el que triunfaron presidentes regionales (como el de Puno, por ejemplo, con sólo 19%), la política regional quedó al abandono y en manos de outsiders locales, "líderes" por defecto sin proyecto político más allá del sueldo de los suyos, y sin mayor norte que ver la manera de sobrevivir a los cuatro años de gestión. Tengo la impresión de que el desarrollo desigual del país no sólo se debe al centralismo del Ejecutivo y su política económica, sino también a la ausencia de una clase política regional de envergadura que acompañe, guíe y pugne con criterio los recursos de sus localidades.
La segunda vuelta regional -inútil para garantizar legitimidad pero perfecta para que el APRA sea finalista en la mayor cantidad de jurisdicciones- evidenciará las polarizaciones subnacionales existentes (entre los afines a la extracción de recursos naturales y sus críticos movilizadores), la receptividad de estrategias clientelares (cuando los márgenes de votación son estrechos y decisorios), y la debilidad de las organizaciones nacionales, incluyendo al partido de gobierno (se prevén finales entre movimientos regionales y partidos nacionales). Mientras seguimos el celebrity deathmatch en que se ha convertido la disputa por el asiento de Nicolás de Ribera, el Perú -ese país cercano a Lima- sigue fragmentándose. Pero no importa: ¿o sí? Consecuencias del centralismo-ombliguismo-pensamiento La Baguette.
Publicado en Correo, 11 de Setiembre del 2010.
BIEN JOROBADO, YA MUCHA VAINA ENTRE SUSNA Y LOURDES, AL FINAL SON LA "MISMA CHOLA PERO CON DISTINTO COLOR DE POLLERA", O MEJOR DIGAMOS,"CAPERUZAS CON DISTINTOS LOBOS" JAJAJAJA... PASANDO A LO SERIO ¿Q OPINAS DE UNAS SEGUNDAS VUELTAS DISTRITALES Y PROVINCIALES? ¿Y SI ANULAMOS LA REELECCION EN TODOS LOS MUNICIPIOS? A VER Q PASARÍA XQ SI EL PRESIDENTE NO PUEDE RELEEGIRSE XQ TENDRIA Q HACERLE UN CAUDILLO BARRIAL :P :P :P
ReplyDeleteOJO QUE YA HAY VARIOS MUERTOS X LAS DICHOSAS RERELECCIONES PROVINCIALES Y REGIONALES.
Salud
ReplyDeleteDos realidades (o más, pero al menos dos), esa en que solo existe Lima, y dentro de Lima, Miraflores y San Isidro (y para de contar... tal vez Magdalena y San Miguel, pero de puro taquito, para que no parezca alejado del pueblo la información dada), ni siquiera Cercado existe.
Lo de las regionales es increíble, pero está en el ninguneo constante a los gobiernos regionales, incluso para solucionar problemas locales-regionales los interlocutores movilizados llaman al gobierno central que no duda en puentear la autoridad local (y sus propias instituciones, creando mesas ad hoc), las elecciones son solo una raya más al tigre, eso sí, luego se reclamará unidad ante algún presidente regional que o pide más competencias o cree que la solución es la independencia o federación o lo que toque. ¿Qué unidad hay en el olvido perpetuo? Por saber nomás.
Con el último párrafo del artículo, totalmente de acuerdo.
Hasta luego ;)
Algo saldra de todo esto, en medio del desorden algun orden tendra que definirse, por inercia o por saturacion
ReplyDeleteEl Peru no existe, es una ficcion de un grupo de "inspirados", una mueca de la historia ... en general, los paises no existen realmente, son las ciudades las que permanecen (casi) y es a través de esas grandes aglomeraciones liderando un grupo de ciudades grandes, medianas y pequenhas ligadas al centro que podra construirse "algo" en los diferentes espacios territoriales de eso que algunos ilusos llamamos Peru
Jorobado, ¿te encuentras bien?
ReplyDeleteLo siento, no atendemos a provincia en estas temporadas.
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