¿Crisis o Adaptación?
Un sector de los analistas critica con dureza que el APRA participe en elecciones presidenciales por primera vez con un candidato "independiente", es decir, que auspicie el lanzamiento a la Presidencia de alguien que no proviene de las filas de su membresía, como es el caso de Mercedes Aráoz. De acuerdo con estos argumentos, dicha selección se interpreta como un "signo de crisis�, como una incapacidad del partido más organizado del país para producir y promover candidaturas presidenciables. Se habla de una ausencia de renovación; y de escasez de liderazgos al interior del partido de la estrella, por lo que tendría que buscarlos afuera.
Lo que para algunos es una evidencia de crisis podría ser interpretado de otra manera: como una sana muestra de adaptación, quizás como una estrategia que lee adecuadamente las exigencias contemporáneas y adecúa su propuesta política al humor popular. Se sabe que el ciudadano peruano promedio prefiere votar por candidatos "independientes" y que rechaza todo lo que esté asociado a la herencia de la partidocracia ochentera, ésa que suena a hiperinflación y violencia. Por ejemplo: Villarán, quien a pesar de provenir de la vieja izquierda y estar rodeada de partidos anquilosados en el tiempo, fue percibida como "nueva" en política. La estructura partidaria sirvió para despegar, para salir del "otros" al 3%-4%; a partir de ahí el personalismo hizo lo suyo y la organización acompañó.
¿Es ésta la fórmula para la supervivencia partidaria: un independiente domesticado, con pinta de outsider pero de sangre pro sistema? ¿No es acaso mucho mejor tener a figuras con capital político propio dentro de los partidos a que éstas corran como outsiders con agrupaciones de caducidad postelectoral? Aráoz en el APRA, Córdova en el PPC y hasta Hernando Guerra García en Fuerza Social cumplen precisamente con este perfil de tecnócrata-yo-mismo-soy pero que opta por los fueros de la política partidaria e institucional en vez de aventurarse con el sueño del partido propio.
En tiempos donde la identificación partidaria es débil y el ciudadano promedio no confía en las organizaciones llamadas a ordenar el sistema político democrático (es impensable una democracia sin partidos), considero que esta combinación de independientes "renovadores" (no los tránsfugas de siempre) con partidos que provean no sólo organización política sino también cuadros parlamentarios de mediana formación, coherencia y disciplina, puede ser la tabla de salvación para un sistema político que no soportaría mayores niveles de volatilidad y transfuguismo, ni outsiders oportunistas y partidos nacionales incapaces de pasar la valla electoral.
Publicado en Correo, 13 de Noviembre del 2010
Lo que para algunos es una evidencia de crisis podría ser interpretado de otra manera: como una sana muestra de adaptación, quizás como una estrategia que lee adecuadamente las exigencias contemporáneas y adecúa su propuesta política al humor popular. Se sabe que el ciudadano peruano promedio prefiere votar por candidatos "independientes" y que rechaza todo lo que esté asociado a la herencia de la partidocracia ochentera, ésa que suena a hiperinflación y violencia. Por ejemplo: Villarán, quien a pesar de provenir de la vieja izquierda y estar rodeada de partidos anquilosados en el tiempo, fue percibida como "nueva" en política. La estructura partidaria sirvió para despegar, para salir del "otros" al 3%-4%; a partir de ahí el personalismo hizo lo suyo y la organización acompañó.
¿Es ésta la fórmula para la supervivencia partidaria: un independiente domesticado, con pinta de outsider pero de sangre pro sistema? ¿No es acaso mucho mejor tener a figuras con capital político propio dentro de los partidos a que éstas corran como outsiders con agrupaciones de caducidad postelectoral? Aráoz en el APRA, Córdova en el PPC y hasta Hernando Guerra García en Fuerza Social cumplen precisamente con este perfil de tecnócrata-yo-mismo-soy pero que opta por los fueros de la política partidaria e institucional en vez de aventurarse con el sueño del partido propio.
En tiempos donde la identificación partidaria es débil y el ciudadano promedio no confía en las organizaciones llamadas a ordenar el sistema político democrático (es impensable una democracia sin partidos), considero que esta combinación de independientes "renovadores" (no los tránsfugas de siempre) con partidos que provean no sólo organización política sino también cuadros parlamentarios de mediana formación, coherencia y disciplina, puede ser la tabla de salvación para un sistema político que no soportaría mayores niveles de volatilidad y transfuguismo, ni outsiders oportunistas y partidos nacionales incapaces de pasar la valla electoral.
Publicado en Correo, 13 de Noviembre del 2010
Labels: Elecciones Presidenciales 2011
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