Alianzas sin partidos
Ya es sentido común: vivimos en una democracia sin partidos, es decir, no existen organizaciones políticas con presencia territorial y con asentamiento más allá de algunas ciudades principales (si acaso). Sabemos qué no tenemos; no sabemos aún con precisión qué es lo que existe. ¿Qué es una democracia sin partidos? ¿Cómo es hacer política con emblemas, con nombres, con imágenes antes que con idearios, con estructuras de conexión y con militantes? ¿Cómo se forman las alianzas electorales bajo estos términos?
Si los partidos son en la práctica reuniones elitistas de operadores políticos con distinta suerte que carecen de vínculos con la sociedad, la capacidad de moldear el escenario está sobre todo en las manos de los propios actores. Ante la ausencia de organizaciones intermedias, de relaciones estrechas con la ciudadanía, los actores divorciados de la sociedad tienen un margen de maniobra tan amplio como exclusivo a sus voluntades. Ejemplo: las alianzas políticas no son acuerdos de las bases (éstas son la extensión de pequeños feudos personales al interior de los interesados seguidores), sino tratos pragmáticos creados en torno a conveniencias políticas, considerando simpatías y antipatías personales, y los pronósticos sobre el humor veraniego del electorado peruano.
Dentro de esta dinámica, alianzas electorales aparentemente incomprensibles (lo que algunos llaman "sancochados") tienen una lógica pragmática supeditada a la realpolitik de la valla electoral antes que a la coherencia ideológica en un país -mano en el pecho- donde los programas políticos no importan tanto como los programas televisivos. Pero claro, los analistas-dedo-meñique sancionan que los "partidos tradicionales" no tengan candidatos propios, cuando son los que leen más estratégicamente el signo de los tiempos (que los peruanos votamos por independientes) e invitan a potenciales outsiders (Aráoz, "Nano" Guerra García) a pasar por las armas de la democracia interna (en algunos casos un mero formalismo, en otros un ejercicio en ciernes) antes que tentar el sueño de la candidatura propia. Quizás por esto mismo aún sobreviven a pesar de tantas decepciones en el conteo de los votos.
En el mundo de las alianzas sin partidos, los personalismos se exacerban, las apuestas asumen más riesgos, el horizonte político se limita a los cuatro eternos meses de campaña, y no hay vida más allá de abril (o junio, en el mejor de los casos). Esto no sería sorprendente si es que la política no se redujera solamente a la sobrevivencia electoral y a la reducción del ciudadano en un simple elector. Después cada quien para su casa hasta las próximas elecciones. Luego se quejan de la desafección por la política.
Publicado en Correo, 11 de Diciembre del 2010.
Si los partidos son en la práctica reuniones elitistas de operadores políticos con distinta suerte que carecen de vínculos con la sociedad, la capacidad de moldear el escenario está sobre todo en las manos de los propios actores. Ante la ausencia de organizaciones intermedias, de relaciones estrechas con la ciudadanía, los actores divorciados de la sociedad tienen un margen de maniobra tan amplio como exclusivo a sus voluntades. Ejemplo: las alianzas políticas no son acuerdos de las bases (éstas son la extensión de pequeños feudos personales al interior de los interesados seguidores), sino tratos pragmáticos creados en torno a conveniencias políticas, considerando simpatías y antipatías personales, y los pronósticos sobre el humor veraniego del electorado peruano.
Dentro de esta dinámica, alianzas electorales aparentemente incomprensibles (lo que algunos llaman "sancochados") tienen una lógica pragmática supeditada a la realpolitik de la valla electoral antes que a la coherencia ideológica en un país -mano en el pecho- donde los programas políticos no importan tanto como los programas televisivos. Pero claro, los analistas-dedo-meñique sancionan que los "partidos tradicionales" no tengan candidatos propios, cuando son los que leen más estratégicamente el signo de los tiempos (que los peruanos votamos por independientes) e invitan a potenciales outsiders (Aráoz, "Nano" Guerra García) a pasar por las armas de la democracia interna (en algunos casos un mero formalismo, en otros un ejercicio en ciernes) antes que tentar el sueño de la candidatura propia. Quizás por esto mismo aún sobreviven a pesar de tantas decepciones en el conteo de los votos.
En el mundo de las alianzas sin partidos, los personalismos se exacerban, las apuestas asumen más riesgos, el horizonte político se limita a los cuatro eternos meses de campaña, y no hay vida más allá de abril (o junio, en el mejor de los casos). Esto no sería sorprendente si es que la política no se redujera solamente a la sobrevivencia electoral y a la reducción del ciudadano en un simple elector. Después cada quien para su casa hasta las próximas elecciones. Luego se quejan de la desafección por la política.
Publicado en Correo, 11 de Diciembre del 2010.
Labels: Debates
3 Comments:
Salud
invitan a potenciales outsiders (Aráoz (...)
Et tv, Jorobado, et tv?
Por lo demás, bastante de acuerdo con tu nota.
Hasta luego ;)
Hola Jorobado
Buen post, tu mención "Ya es sentido común: vivimos en una democracia sin partidos," guarda bastante similitud a lo que señala E. Prochazka en:
http://cartasdelarchipielago.blog.terra.com.pe/2010/11/29/los-partidos-y-la-ilusion-de-la-representatividad/
Saludos
FIR
Hay una idea basica muy interesante aqui: los partidos tradicionales han optado por alianzas pràcticas y realistas, mas conscientes que nunca que un candidato precisa carisma e imagen antes que formacion ideologica o partidaria.
De hecho, los movimientos politicos (partidos es mucho decir) son apenas herramientas para pasar la eleccion y meter gente del "partido" propiamente dicho (del "nucleo duro", por asi decirlo) junto a una masa de politicos novatos e individuos comunes que gracias al dinero logran un numero en una lista. Si no se llega a la meta deseada, pues el "sanchochado" se termina al dia siguiente de los resultados.
El caso de Villaran y de los varipointos movimietos regionales muestra que los peruanos votamos, en su mayoria, por "caras nuevas" aunque en la sombra sigan los viejos operadores politicos de siempre (como Lourdes Flores aun moviendo hilos dentro del PPC asi no sea elegida para nada)... no hay "partidos" pues para nuestros "lideres" solo cuenta la politica partidaria durante la campaña electoral, y despues de esta apenas subsiste como eventual agecia de empleos u oficina de contactos sociales.
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