Quisiera retomar la discusión sobre protestas sociales, volviendo a los ejemplos de la residencial San Felipe (un caso exitoso de movilización vecinal) y de los padres de familia del Colegio Antenor Orrego en San Juan de Lurigancho (que continúan sus reclamos para evitar el despojo de parte de los terrenos del plantel por el municipio). Anteriormente, habíamos visto algunos elementos que diferenciaban a ambos colectivos, como el tema del acceso a los recursos para la movilización (tanto materiales como sociales) que permitieron a los vecinos de la Resi una respuesta más efectiva. El argumento –que no trataba de ser exhaustivo—no generó consensos dentro de los comentaristas. Quisiera ahora complementar la interpretación del “éxito” de los vecinos de la Resi con un nuevo elemento: la capacidad de la organización movilizada –de sus dirigentes—de culpabilizar al “responsable” de la situación que genera la protesta.
Debra Javeline ha desarrollado una interesante argumentación sobre el papel de “la culpa” en la eficiencia de las protestas sociales. En su libro Politics of Blame, basado en el caso de las protestas obreras en Rusia en el contexto de su transición, desarrolla el rol de la “culpabilidad” como factor que disminuye los costos de la acción colectiva. Identificar al “culpable” (real o subjetivo) de la situación de disconformidad que está detrás de una protesta permite una mayor cohesión entre los manifestantes, centraliza los esfuerzos en torno al “culpable”, y los costos de los circuitos de información (necesarios para la decisión personal de sumarse a la protesta) toman un atajo. En cambio, en las situaciones en las que no se identifica claramente al “culpable”, o existen varios, la acción colectiva se desordena, los recursos (a veces escasos) se desperdician en la vaguedad de la acción y los individuos pierden incentivos para sumarse a la movilización.
Este argumento resumido (ver una breve reseña) puede aplicarse para diferenciar los casos de protestas de la residencial San Felipe y la del Colegio Antenor Orrego. En el primer caso, el proyecto de utilizar la zona de parqueos para fines privados venía claramente del alcalde Ocrospoma. No había otro posible “culpable” o “responsable” del motivo que generaba la protesta. Todas las acciones de los sanfelipanos estuvieron enfocados sobre él, especialmente en el discurso convocante. Los vecinos rápidamente identificaron su descontento contra la amenaza en el alcalde de Unidad Nacional. Todo quedaba claro, no había más vueltas que darle. En cambio, en el caso de San Juan de Lurigancho, si bien es cierto la iniciativa de apropiación del terreno del colegio viene del alcalde Burgos, los manifestantes no sabían si protestar directamente contra él, contra el Director del Colegio por ser permisivo, contra las autoridades de educación –UGEL—correspondientes, o inclusive contra Castañeda (Tengo entendido que ahora están haciendo lobby en el Congreso!!!). Como el asunto no quedaba claro, inclusive el movimiento no generó en sus inicios adhesiones mayores porque la gente se preguntaba: “Es un asunto que sólo compete a la APAFA del colegio o a todos los vecinos de Zárate?”. No había “culpables”, ni información clara, y por lo tanto no se configuraban los incentivos para plegarse a la acción colectiva. Mientras que en San Felipe, la clara delimitación del problema y del culpable, hizo que la protesta se convirtiera en “vecinal” (“participo en tanto soy vecino de la residencial”), en San Juan de Lurigancho la vaguedad del asunto tocaba a múltiples “culpables” (Burgos, el Ministerio de Educación, etc.) y a múltiples “identidades”: alumnos, padres de familia, vecinos de Zárate, ex alumnos, etc., lo cual iba en desmedro de la acción colectiva. Identificar eficientemente al culpable parece jugar un papel fundamental en la movilización de una protesta (inclusive para saber a quién se le debe tirar la piedra), y es un tema poco trabajado aún por los conflictólogos.
Ps. Desde este modesto blog ayudamos un poquito a “identificar al culpable”: Carlos Burgos, alcalde del distrito (ver foto). Pero obviamente en la solución del problema, se requiere la concurrencia de mayores autoridades y agencias estatales, lo cual hace aún más difícil la acción colectiva.
En el colmo de la conchudez (ahora me quito el rollo de analista y me indigno), el alcalde presenta en el portal web de la Municipalidad de San Juan de Lurigancho, el proyecto de “Parque Recreacional Multiusos de Zárate”!!! Cuales son los “multi-usos”? Alquilarlo como cancha de futbol, hacer conciertos para beneficio de empresarios particulares, o con el tiempo concesionarlo a algún interesado en negocios mayores? Además, en el colmo de la mentira, indican que el parque está “a la espalda” del colegio Antenor Orrego (Oiga, sinvergüenza, ese terreno está dentro –toda la vida lo ha estado—del perímetro del colegio!!!), y que estaba en mal estado (pero eso es culpa de las autoridades educativas y no es motivo ni causa de expropiación!!!) y que “al ser consultados los alumnos se sintieron complacidos”. Complacidos??? Ver foto, a ver si eso es complacencia!!! Indignante!!! (Además si se dan cuenta, las fotos del portal web de la municipalidad fueron tomadas desde un vehículo, porque nadie del municipio puede pisar los alrededores por las protestas que generarían).
Debra Javeline ha desarrollado una interesante argumentación sobre el papel de “la culpa” en la eficiencia de las protestas sociales. En su libro Politics of Blame, basado en el caso de las protestas obreras en Rusia en el contexto de su transición, desarrolla el rol de la “culpabilidad” como factor que disminuye los costos de la acción colectiva. Identificar al “culpable” (real o subjetivo) de la situación de disconformidad que está detrás de una protesta permite una mayor cohesión entre los manifestantes, centraliza los esfuerzos en torno al “culpable”, y los costos de los circuitos de información (necesarios para la decisión personal de sumarse a la protesta) toman un atajo. En cambio, en las situaciones en las que no se identifica claramente al “culpable”, o existen varios, la acción colectiva se desordena, los recursos (a veces escasos) se desperdician en la vaguedad de la acción y los individuos pierden incentivos para sumarse a la movilización.
Este argumento resumido (ver una breve reseña) puede aplicarse para diferenciar los casos de protestas de la residencial San Felipe y la del Colegio Antenor Orrego. En el primer caso, el proyecto de utilizar la zona de parqueos para fines privados venía claramente del alcalde Ocrospoma. No había otro posible “culpable” o “responsable” del motivo que generaba la protesta. Todas las acciones de los sanfelipanos estuvieron enfocados sobre él, especialmente en el discurso convocante. Los vecinos rápidamente identificaron su descontento contra la amenaza en el alcalde de Unidad Nacional. Todo quedaba claro, no había más vueltas que darle. En cambio, en el caso de San Juan de Lurigancho, si bien es cierto la iniciativa de apropiación del terreno del colegio viene del alcalde Burgos, los manifestantes no sabían si protestar directamente contra él, contra el Director del Colegio por ser permisivo, contra las autoridades de educación –UGEL—correspondientes, o inclusive contra Castañeda (Tengo entendido que ahora están haciendo lobby en el Congreso!!!). Como el asunto no quedaba claro, inclusive el movimiento no generó en sus inicios adhesiones mayores porque la gente se preguntaba: “Es un asunto que sólo compete a la APAFA del colegio o a todos los vecinos de Zárate?”. No había “culpables”, ni información clara, y por lo tanto no se configuraban los incentivos para plegarse a la acción colectiva. Mientras que en San Felipe, la clara delimitación del problema y del culpable, hizo que la protesta se convirtiera en “vecinal” (“participo en tanto soy vecino de la residencial”), en San Juan de Lurigancho la vaguedad del asunto tocaba a múltiples “culpables” (Burgos, el Ministerio de Educación, etc.) y a múltiples “identidades”: alumnos, padres de familia, vecinos de Zárate, ex alumnos, etc., lo cual iba en desmedro de la acción colectiva. Identificar eficientemente al culpable parece jugar un papel fundamental en la movilización de una protesta (inclusive para saber a quién se le debe tirar la piedra), y es un tema poco trabajado aún por los conflictólogos.
Ps. Desde este modesto blog ayudamos un poquito a “identificar al culpable”: Carlos Burgos, alcalde del distrito (ver foto). Pero obviamente en la solución del problema, se requiere la concurrencia de mayores autoridades y agencias estatales, lo cual hace aún más difícil la acción colectiva.
En el colmo de la conchudez (ahora me quito el rollo de analista y me indigno), el alcalde presenta en el portal web de la Municipalidad de San Juan de Lurigancho, el proyecto de “Parque Recreacional Multiusos de Zárate”!!! Cuales son los “multi-usos”? Alquilarlo como cancha de futbol, hacer conciertos para beneficio de empresarios particulares, o con el tiempo concesionarlo a algún interesado en negocios mayores? Además, en el colmo de la mentira, indican que el parque está “a la espalda” del colegio Antenor Orrego (Oiga, sinvergüenza, ese terreno está dentro –toda la vida lo ha estado—del perímetro del colegio!!!), y que estaba en mal estado (pero eso es culpa de las autoridades educativas y no es motivo ni causa de expropiación!!!) y que “al ser consultados los alumnos se sintieron complacidos”. Complacidos??? Ver foto, a ver si eso es complacencia!!! Indignante!!! (Además si se dan cuenta, las fotos del portal web de la municipalidad fueron tomadas desde un vehículo, porque nadie del municipio puede pisar los alrededores por las protestas que generarían).
Aprovecho para agradecer a Peru21, no solo por el cherry del blog, sino por rebotar esta campania.
hola jorobado de notre dame, eres muy inpulsivo en tus palabras y tu efusión no te deja ver las cosas de una manera objetiva y lo peor es que estàs mal informado te voy a decir porque. En principio ese terreno que està en disputa no es del colegio en los planos originales del la urbanizadora de Zàrate inicialmente ese terreno era destinado para un parque, pero como se sabe el colegio, nosè si mal intencionada o en la creencia que le pertenecia cerco todo la extensión y por eso se adueño ilegitimante ese terreno lo que vendria a ser ahora serìa una renvindicaciòn de ese terreno no una expropiación como tù has dicho ya que expropiación es cuando se le quita la propiedad privada a un tercero para beneficio de la comunidad, pero acà no se le està quitando nada ya que ese inmueble nunca fue legalmente del colegio, sólo lo tuvo en poseción y màs no se daria una prescripción adquisitiva de dominio ya que segùn las leyes no se puede prescribir àreas pùblicas como pistas o parques como en este caso. Por eso te digo yo que vivo al costado del colegio hay que informarse mejor si bien en zàrate hay parques averiguate si hay losas deportivas porque sólo vas a encontrar NO MÀS DE 4
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