Wednesday, May 14, 2008

El intelectual-yo-conozco-a-los-indios

(A propósito de la Cumbre de los Pueblos)

En el 2004 estuve haciendo trabajo de campo en una comunidad campesina de Huancavelica, en un caserío perdido entre las fronteras abruptas de esta región con Ayacucho. Mi chamba consistía en hacer un análisis de los “liderazgos políticos” que habían surgido debido a (hipótesis de trabajo) la “democracia participativa comunal” de estos ciudadanos (sí, “ciudadanos”, aunque los analistas –sí tú-- suelen llamarles “pobladores”, “campesinos”, “indígenas”, etc.). En el viaje, me acompañaba un “intelectual-yo-conozco-a-los-indios”, encargado de analizar otros aspectos de la vida social y política en la misma zona. Éramos dos “consultores” limeños que, durante largas horas de viaje en la camioneta de una ONG intercambiamos varios puntos de vista sobre nuestro mal llamado “objeto de estudio”.

Mira comparito –me decía este antropólogo, con quien coincidí en algunas clases universitarias--, yo conozco a los indios. –“ah, chucha”, pensé-- O sea, desde mis salidas de campo he aprendido cómo manejar estas situaciones. A estos huevones hay que hablarles con respeto (sic), tratarles de señor o señora, nunca levantarles la voz, siempre asentir, no hay que contradecirles. Recibirles la comida que te ofrecen (aunque sepa a mierda), sino se pueden disgustar contigo. Cualquier cosa, yo te ayudo, estimado, además llevé un curso de quechua en el Bartolo, así que no nos pueden engañar”. Efectivamente, al llegar al lugar, el intelectual-yo-conozco-a-los-indios se convirtió en un sistemático observador de la “naturaleza indígena” (sic), respetuoso y distante, disciplinado pero superficial.

Mi metodología fue distinta: yo quiero conocer a estos ciudadanos, hablarles como a cualquier otra persona, como a un amigo, sin distancias, tutearlos, ponerles chapa si se puede (a un par de “reservistas” les llamaba Antauro y Ollanta, respectivamente), contradecirles para conocer más, jugar al abogado del diablo, una vez en confianza preguntar al entrevistado “ya, ahora dime cómo es de verdad la vaina?”, o sea, para nada metodológico. En esos trabajos, rompí todas las reglas de la metodología de la investigación social, y terminé tomando unos aguardientes con un par de regidores (mientras que el intelectual-yo-conozco-a-los-indios quedó en cama vomitando por haberse olvidado su sorochepill).

Los informes respectivos fueron distintos: el intelectual-yo-conozco-a-los-indios daba cuenta de un movimiento étnico en ciernes, el (re)nacimiento de la representación indígena al borde de una revolución campesina del campo a la ciudad y balnearios; el mío describía una red de intereses políticos, la mayoría racionales, y como los “dirigentes campesinos” eran operadores políticos pragmáticos que estaban más interesados en el sueldo de regidor que en emular a Hugo Blanco.

En muchos trabajos de campo al interior del país y en algunos países andinos, me he topado con varios intelectuales-yo-conozco-a-los-indios. En Ilave, en el Quilish, en los valles cocaleros. Hoy sapeando las coberturas de la Cumbre de los Pueblos (a estas alturas “pueblo” es cualquier cosa), he visto como las cámaras enfocan, de casualidad, a este casi colega. En ese momento, pasé a las noticias deportivas.

El intelectual-yo-conozco-a-los-indios se siente realizado cuando va a este tipo de eventos “alternativos”, cuando practica la crítica fácil y mediocre al neoliberalismo, cuando se empacha de un siete colores de Alfa y Omega, reservistas y bailarines de tijeras, pero con la frialdad de un libro de texto. Cuando se deja seducir por discursos anti-establishment (da ternura ver el “libro”: “Alan es terrorista”), se compra el rollo entero y se alucina el Michael Moore de la choledad. Chávez se convierte en su nuevo Che Guevara y Evo Morales en la reencarnación de Túpac Amaru (¿Nadine es Evita?), y cuando reduce al “pueblo” y a los “excluidos” en las representaciones de ciudadanos “cobrizos” (cuando “pueblo” también es el cobrador de combi y el vendedor de raspadillas).

¿Cuál es el norte intelectual y político de estas anti-cumbres? ¿Cómo garantizar que la élite intelectual paternalista trascienda la estereotipificación “del indio-anti-minero-la-coca-es-sagrada-muera-Martha-Hildebrandt”? ¿Cómo hacer para que el esfuerzo de mucha gente sensata (o ingenua) termine siendo un intercambio improductivo de quejas o como evitar un futuro resentimiento incubado en la sucesión de imposibles? ¿Cómo hacer para que el “problema del indio” deje de ser el anzuelo oportunista del intelectual-yo-conozco-a-los-indios o la justificación del ovíparo sueldo del antropólogo palaciego que asesoraba el diseño étnico de las joyas de una ex Primera Dama? Que el Tribunal de los Pueblos me juzgue.

Ps. El evento lo he seguido por Canal N on line, pero recomiendo el “cachoso” reportaje de Ocram.

11 comments:

  1. Pero loco, suave con echarse floros, que el vacilarse de lo lindo "con el objeto de estudio", como si fuera "un pata mas", no es tambien una vision paternalista, porque la gente va a querer ser tu pata?. Ademas, la gente tambien tiene su vision o no? eres de Lima, entonces representas una serie de elementos que no se rompen ni con un par de tragos, pes...

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  2. Si, si, claro, Mantilla, de acuerdo. Yo no digo que lo que hice fue lo que "debe hacerse", sino simplemente describo lo que paso en esa experiencia. Por eso tambien puse que los dos cientificos sociales eramos "limenios". Esa es una barrera que no se rompe. Las veces que me senti "agredido" en el "interior del pais" me dijeron "tu eres limenio, tu que sabes, compare". Finalmente, no termino mis trabajos de campo con chupetas con los entrevistados, ya quisiera... Gracias por tus comentarios.

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  3. Buen post. Sin embargo, sutilmente se cae en la misma falta de modestia que se critica. Es ciertamente un avance pasar del intelectual yo-conozco-a-los-indios al intelectual yo-le-pongo-chapas-a-mis-patas, pero tampoco-tampoco, ¿no?
    Cordialmente
    Sílvio

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  4. Si, Silvio, de acuerdo, precisamente por eso cuento la anecdota de las chapas y digo que "rompi todas las normas de lo metodologicamente correcto". No digo que lo que hice es lo que "debe hacerse" (ahora definitivamente no lo volveria hacer, ademas). Soy muy autocritico al respecto. Saludos.

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  5. Dices que tu experiencia no es lo que debe hacerse, pero lo cierto es que al leer al post queda la sensación que hay dos opciones metodológicas: a) la del intelectual-yo-conozco-a-los-indios, que criticas; y b) la tuya, que aparece como la innovadora que tiene una relación más horizontal, cercana y no superficial.

    De acuerdo con la crítica a la primera, ¿pero por qué tener que presentar tu opción de manera tan contrastante a la que criticas? Dices en los comentarios que no es lo que debe hacerse, pero el post no lo refleja. Lo malo de este post es que te echas muchas flores, de manera solapa, como quien no quiere la cosa. Como dice Silvio, aparece la falta de modestia que ya se te ha criticado.

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  6. Hola Florencia, no creo que plantee que solo haya dos opciones metodologicas (de hecho hay muchas mas). Simplemente cuento la anecdota, y pongo el contraste de ese modo porque los dos obtuvimos resultados distintos de nuestro "trabajo de campo". Quizas en unos anios haya un movimiento social "etnico" en el pais, y me terminen tapando la boca.

    Y si pues, puedo echarme flores de manera solapa, lo pense mientras lo escribia. La "humildad" no es mi virtud y gracias por hacerlo notar. Ahora, una cosa adicional. Me gusta poner chapas y no lo tomo como una falta de respeto, sino como una costumbre. Al mismo Silvio en un post anterior le puse Silvio "El Ultimo Adios" Rendon, y creo que lo tomo a bien (igual que mis entrevistados). Tanto las fascinacion por las chapas y la falsa modestia son parte de mi "jorobada" actitud. Gracias por tolerarme.

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  7. Jorobado:
    No conocía tu blog, lo conozco por otro blog, pero en estas ultimas horas me he leido casi todos los posts que has estado publicando. Buen esfuerzo, veo que al menos no te estas tomando muy en serio (gran pecado del sociologo). Sobre todo por este ultimo, que en buena medida refleja a los demas posts: la distancia entre el estudioso y el objeto de estudio.

    El problema del "intelectual-yo-conozco-a-los-indios" creo que no viene por su conocimiento académico o metodología de investigación (cosas utiles sin las cuales no puedes trabajar), sino cuando intenta "clasificar" la realidad según el color de anteojos que tenga puestos. Eso lo hacemos todos, pero el drama llega cuando este "intelectual" pretende tomarse a sí mismo MUY en serio y fijar sus conclusiones como "dogmas sacros" mirando al "pueblo" objeto de estudio como un "inferior" que sólo sirve para confirmar las ideas propias (y a quien como "inferior" se debe "adoctrinar desde cero" mismo cura colonial) y NO como un "igual" con proyectos, ambiciones, defectos y virtudes identicos a los suyos. Así de simple.

    Este intelectual trata de imponer su dogma personal: el pueblo "es" lo que encaja en sus deseos y proyectos de "pueblo", califica de "pueblo" a un "comprometido, viril e incendiario" alcalde regionalista de Huancayo (que por cierto puede ser el más corrupto y vivazo ricachón de la zona) pero se niega tenazmente a calificar de "pueblo" al datero de la combi a quien cada dia ve en la Avenida Wilson. Tampoco considera "pueblo" al bodeguero de Breña o la tamalera de Chorrillos. Este intelectual les tiende a éstos últimos una mirada paternalista de "seres inferiores" desprovistos de proyectos e ideas propias y que sólo son aptos como rebaño que sigue a un "lider consciente" que suele ser este mismo intelectual.

    No me sorprende que hayas hallado racionalidades muy bien construidas en el liderazgo politico de pequeñas provincias (y los intereses buenos y malos que los rodean), tambien los he visto en persona en mis viajes de trabajo por el Perú. El problema es que el "intelectual" se niega a aceptar que esas racionalidades politicas son tan sofisticadas como las que usan sus amigotes intelectuales de Lima, y por eso las desdeña. Si "los cholos" no son exactamente igual al estereotipo que aparece en su libro, pues no existen. No acepta que "el pueblo", "los cholos", o "los indios" sean tan variados en sus proyectos y visiones, y por eso prefiere reducirlos a los turísticos danzantes de tijeras que ve en un coliseo.

    No es malo que les pongas chapas a los muchachos que conozcas, ni que te tomes un trago con ellos. Al menos valoras a la gente como igual y no como plantitas exoticas.

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  8. Estimado Lucho Apaza, gracias por convertirte en un hincha de este blog (sobre todo, me da gusto tener hinchas como tu). No puedo estar mas de acuerdo contigo: efectivamente el intelectual-yo-conozco-a-los-indios no acepta que el cobrador de combi o el choro de la esquina sea parte del "pueblo" que quiere estudiar e idealizar. Por eso es que criticare la forma tan politiquera y populista como se ha llamado "cumbre de los pueblos" al evento "anti-cumbre": todos tienen derecho a ser denominados "pueblo" y no solo aquel que entra dentro de los parametros del intelectual-yo-conozco-a-los-indios.

    Un abrazo,

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  9. Bien interesante tu blog. Una mirada crítica y "diversa" como dicen por los USA no está de más. Lo tomaré en cuenta cuando me toque hacer algún trabajo de campo lingüístico (que no es igual que lo que narras, pero por ahí va la cosa muchas veces).

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  10. creo que presumes demasiado y como "cientifico" social pudiste asistir a la Cumbre de los Pueblos para que hagas auna critica obejtiva a esta, antes de hacer el seguimiento via medios de comunicacion de conocida tendencia "ideológica" es decir de tendencia, simplona y sensacionalista.

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  11. no vivo en el Peru, fanny, por eso no me quedaba otra que hacer el seguimiento via medios...ademas no pretendo ser "cientifico".

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