Mayer Zald en mi barrio
Tanaka me acababa de contratar como asistente para un proyecto de investigación sobre participación y programas sociales. Para “entrar en sintonía” con sus hipótesis, me sugirió leer un documento de trabajo del IEP sobre El Agustino que él recientemente había publicado. Recuerdo que leí ese trabajo en una combi y que mientras avanzaba en la lectura, iba marcando párrafos enteros. Era la primera vez que alguna interpretación sobre la política en los sectores populares me parecía convincente, cercana, desideologizada, lejos de utopías y de wishful -thinking. Cuando revisé las citas bibliográficas correspondientes descubrí un par de nombres que desde ahí en adelante se volverían parte de mis referencias favoritas: Mayer Zald y John D. McCarthy. (Eran todavía los días en que pagaba medio pasaje y leía fotocopias).
Diez años después, nos encontramos con Tanaka en la puerta del Kellogg Institute en Notre Dame para ir a la ceremonia de homenaje a Zald que se organiza en el campus. Siento que somos dos barristas que se juntan antes de ir al estadio, dos groupies que saben a qué hora y por qué puerta llega al hotel su estrella favorita. Mientras caminamos hacemos cálculos sobre la edad de Zald, sobre el número de libros y artículos que habrá publicado, sobre su relación con otros colegas de su generación. Al llegar a la sala, agarramos primera fila. Nos sentamos y le digo a Tanaka: “mira, ese on es Zald”. Era la primera vez que ambos lo veíamos en persona.
Gran parte de su presentación, Zald la dedicó a hablar de la historia detrás de sus publicaciones. De cómo comenzó su interés en la acción colectiva estudiando centros de reclusión delincuencial, de la vez que “le metieron cuchillo” (literalmente) cuando hacía trabajo de campo en los barrios pobres de Chicago, de cómo fue encontrando colaboradores entre sus alumnos y colegas. El “mentoring” fue fundamental para el crecimiento de un área que en sus comienzos era marginal, y sobre todo para construir una comunidad académica: “intellectual work is a collective endeavor, as we all know”. Frase que retumba en los oídos cuando recordamos nuestra comunidad académica peruana, en la cual algunos se creen los “dueños” de determinados temas y no quieren (y hasta impiden) que otros, sobre todo nuevas generaciones, entren a sus “feudos académicos”.
Mi interés a los temas de acción colectiva viene de mi experiencia personal, de la historia de mi barrio. Desde ahí fui formando mi sentido común sobre la forma como se practica la política en las zonas “emergentes” de Lima. Los libros vinieron después para mí. Por eso, cuando leí a Zald por primera vez encontré un marco teórico que me permitía explicar esas intuiciones y percepciones que había desarrollado desde antes de ingresar a la universidad siquiera. Y cuando ingresé, la literatura dominante había estado repleta de ideas que para mí personalmente me parecían un sinsentido: la generación de una identidad política como motor de la movilización social siempre me pareció un deseo sin sustento más allá del campus de Pando.
Tanaka ya lo mencionó en su post sobre Zald. Él introdujo ese corpus teórico a la discusión sobre acción colectiva y movimientos sociales en el Perú, hacia finales de los noventas (cuando esos textos eran de 1977!!!), y hasta hoy esa aproximación más “racional” (que no es lo mismo que “rational choice”), más sensible a los recursos y a los costos que imprimen la acción colectiva, resulta antipática. Hace dos semanas, por ejemplo, la mención a los que consideramos este marco teórico para entender los conflictos sociales fue motivo de risas y burlas en una reunión de CEPES, cuyos asistentes buscaban “interpretaciones más étnicas” (sick). Precisamente, del marco de la “teoría de la movilización de recursos” es que viene parte importante de los temas que profesionalmente me interesan más: desde los operadores políticos hasta los conflictos sociales.
En un momento de la ceremonia, nos acercamos a saludar a Zald. Luego de presentarnos, la breve conversación fue algo así como:
Tanaka: I can say that I introduced your ideas to the Peruvian academic debate on social movements, in a context where the discussion was dominated by “European” authors like Touraine.
Zald: It is amazing the places where it pops up. I heard that in Korea they use my framework too.
Meléndez: Although, I suppose that your work, especially your articles with McCarthy, has been criticized from a more ideological point of view outside the US.
Zald: You know. John (McCarthy) and I have written a lot together precisely to respond to our critics. But obviously we have demonstrated that we were right.
Say no more!
Diez años después, nos encontramos con Tanaka en la puerta del Kellogg Institute en Notre Dame para ir a la ceremonia de homenaje a Zald que se organiza en el campus. Siento que somos dos barristas que se juntan antes de ir al estadio, dos groupies que saben a qué hora y por qué puerta llega al hotel su estrella favorita. Mientras caminamos hacemos cálculos sobre la edad de Zald, sobre el número de libros y artículos que habrá publicado, sobre su relación con otros colegas de su generación. Al llegar a la sala, agarramos primera fila. Nos sentamos y le digo a Tanaka: “mira, ese on es Zald”. Era la primera vez que ambos lo veíamos en persona.
Gran parte de su presentación, Zald la dedicó a hablar de la historia detrás de sus publicaciones. De cómo comenzó su interés en la acción colectiva estudiando centros de reclusión delincuencial, de la vez que “le metieron cuchillo” (literalmente) cuando hacía trabajo de campo en los barrios pobres de Chicago, de cómo fue encontrando colaboradores entre sus alumnos y colegas. El “mentoring” fue fundamental para el crecimiento de un área que en sus comienzos era marginal, y sobre todo para construir una comunidad académica: “intellectual work is a collective endeavor, as we all know”. Frase que retumba en los oídos cuando recordamos nuestra comunidad académica peruana, en la cual algunos se creen los “dueños” de determinados temas y no quieren (y hasta impiden) que otros, sobre todo nuevas generaciones, entren a sus “feudos académicos”.
Mi interés a los temas de acción colectiva viene de mi experiencia personal, de la historia de mi barrio. Desde ahí fui formando mi sentido común sobre la forma como se practica la política en las zonas “emergentes” de Lima. Los libros vinieron después para mí. Por eso, cuando leí a Zald por primera vez encontré un marco teórico que me permitía explicar esas intuiciones y percepciones que había desarrollado desde antes de ingresar a la universidad siquiera. Y cuando ingresé, la literatura dominante había estado repleta de ideas que para mí personalmente me parecían un sinsentido: la generación de una identidad política como motor de la movilización social siempre me pareció un deseo sin sustento más allá del campus de Pando.
Tanaka ya lo mencionó en su post sobre Zald. Él introdujo ese corpus teórico a la discusión sobre acción colectiva y movimientos sociales en el Perú, hacia finales de los noventas (cuando esos textos eran de 1977!!!), y hasta hoy esa aproximación más “racional” (que no es lo mismo que “rational choice”), más sensible a los recursos y a los costos que imprimen la acción colectiva, resulta antipática. Hace dos semanas, por ejemplo, la mención a los que consideramos este marco teórico para entender los conflictos sociales fue motivo de risas y burlas en una reunión de CEPES, cuyos asistentes buscaban “interpretaciones más étnicas” (sick). Precisamente, del marco de la “teoría de la movilización de recursos” es que viene parte importante de los temas que profesionalmente me interesan más: desde los operadores políticos hasta los conflictos sociales.
En un momento de la ceremonia, nos acercamos a saludar a Zald. Luego de presentarnos, la breve conversación fue algo así como:
Tanaka: I can say that I introduced your ideas to the Peruvian academic debate on social movements, in a context where the discussion was dominated by “European” authors like Touraine.
Zald: It is amazing the places where it pops up. I heard that in Korea they use my framework too.
Meléndez: Although, I suppose that your work, especially your articles with McCarthy, has been criticized from a more ideological point of view outside the US.
Zald: You know. John (McCarthy) and I have written a lot together precisely to respond to our critics. But obviously we have demonstrated that we were right.
Say no more!
Foto: Blog de Daniel Little.
Labels: El Dilema del Politologo
4 Comments:
Carlos:
Por favor, podrías recomendar lecturas (en orden de dificultad) de Zald y su aplicación a la investigación social. Y si hay trabajos de peruanos en esa línea también (hablaste uno de Tanaka).
Sobre las "explicaciones étnicas", creo que una buena tesis sería explicar el 0.5% de JDC o la defensa cerrada a Susana Villarán por sus doncellas e hidalgos desde un punto de vista étnico.
Otra cosa, deberías escribir post más "pedagógicos" como este. En serio, sin cacha.
Ídem. Muy buen post, en verdad.
Oe Jorobado.. traduce tus citas pe!! Ya se, ya sabemos, que sabes inglés, pero...¿traduce ya?
Julio, a tu pedido me mandé un siguiente post pedagógico. Biyú, quiero reconquistar a la hinchada. Anonymous, no seas yungay.
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