De acuerdo con todas las encuestadoras, Evo Morales será reelegido presidente de Bolivia este domingo. Casi no se duda que superará por segunda vez consecutiva la barrera del 50% de los votos. Inclusive los cálculos más arriesgados prevén entre un 60-65% de respaldo electoral, lo cual sería inédito en la historia de este país. ¿A qué se debe este fenómeno político prácticamente único en su tipo en la historia de América Latina?
Desde su surgimiento como líder sindical cocalero, Morales ha despertado pasiones en las clases mayoritarias pero marginales de la sociedad boliviana, a través de la movilización social de la identidad indígena. Esta identificación con el líder, sumado al entramado orgánico de una de las sociedades más organizadas de la región, es el cimiento de su proyecto político. Morales ha sabido corresponder a estas expectativas a través de la distribución de bonos (transferencias de dinero) a los sectores más pobres. Existen bonos para los escolares de educación primaria, para las mujeres embarazadas y recién nacidos, y para los mayores de sesenta años (inclusive los que ya contaban con pensión pública). La mejor campaña electoral de Morales es la publicidad de sus programas sociales, algunos de ellos estratégicamente distribuidos a pocas semanas de la consulta popular. Identidad y redistribución son dos elementos claves que explicarían la re-elección presidencial.
Otro elemento que contribuye al avasallamiento electoral de Morales es la ausencia de proyectos nacionales alternativos. El ex militar y ex Prefecto de Cochabamba (removido popularmente el 2008) Manfred Reyes (Plan Progreso para Bolivia) es el político con más anticuerpos. Si bien es cierto goza de un 20% de intención de voto, el 37% de los encuestados (Equipos Mori) indica que nunca votaría por él. Aunque asegura que pasará a la segunda vuelta (algo inverosímil), han aparecido rumores que prepara su salida del país luego de los comicios. Su candidato a la Vice-Presidencia, Leopoldo Fernández (ex Prefecto de Pando), verá los resultados desde la prisión. Samuel Doria Medina (Unidad Nacional) es un empresario cementero con poco carisma. Su respaldo parece que no excederá el nivel alcanzado en el 2005 (13%).
El liderazgo de Morales en medio de un páramo de opciones implica un riesgo muy alto. El autoritarismo, la arbitrariedad y la falta de transparencia son tentaciones muy fuertes bajo este contexto. Ese es el “otro” Morales: aquél que amenaza a sus opositores con la cárcel, quien distribuye discrecionalmente cheques millonarios a autoridades sub-nacionales, quien se opone a una política anti-narcóticos transparente. ¿Hasta qué punto se puede hipotecar “el cambio social” y hacerse el de la vista gorda? Por ahora (y por un buen tiempo), Evo avanza y la gente lo sigue (sin preguntar).
Desde su surgimiento como líder sindical cocalero, Morales ha despertado pasiones en las clases mayoritarias pero marginales de la sociedad boliviana, a través de la movilización social de la identidad indígena. Esta identificación con el líder, sumado al entramado orgánico de una de las sociedades más organizadas de la región, es el cimiento de su proyecto político. Morales ha sabido corresponder a estas expectativas a través de la distribución de bonos (transferencias de dinero) a los sectores más pobres. Existen bonos para los escolares de educación primaria, para las mujeres embarazadas y recién nacidos, y para los mayores de sesenta años (inclusive los que ya contaban con pensión pública). La mejor campaña electoral de Morales es la publicidad de sus programas sociales, algunos de ellos estratégicamente distribuidos a pocas semanas de la consulta popular. Identidad y redistribución son dos elementos claves que explicarían la re-elección presidencial.
Otro elemento que contribuye al avasallamiento electoral de Morales es la ausencia de proyectos nacionales alternativos. El ex militar y ex Prefecto de Cochabamba (removido popularmente el 2008) Manfred Reyes (Plan Progreso para Bolivia) es el político con más anticuerpos. Si bien es cierto goza de un 20% de intención de voto, el 37% de los encuestados (Equipos Mori) indica que nunca votaría por él. Aunque asegura que pasará a la segunda vuelta (algo inverosímil), han aparecido rumores que prepara su salida del país luego de los comicios. Su candidato a la Vice-Presidencia, Leopoldo Fernández (ex Prefecto de Pando), verá los resultados desde la prisión. Samuel Doria Medina (Unidad Nacional) es un empresario cementero con poco carisma. Su respaldo parece que no excederá el nivel alcanzado en el 2005 (13%).
El liderazgo de Morales en medio de un páramo de opciones implica un riesgo muy alto. El autoritarismo, la arbitrariedad y la falta de transparencia son tentaciones muy fuertes bajo este contexto. Ese es el “otro” Morales: aquél que amenaza a sus opositores con la cárcel, quien distribuye discrecionalmente cheques millonarios a autoridades sub-nacionales, quien se opone a una política anti-narcóticos transparente. ¿Hasta qué punto se puede hipotecar “el cambio social” y hacerse el de la vista gorda? Por ahora (y por un buen tiempo), Evo avanza y la gente lo sigue (sin preguntar).
Publicado en Correo, 5 de Diciembre del 2009.
Del análisis de las fuerzas sociales y políticas (todas, las de derecha (las de la media luna y sus autonomías departamentales) y las que están detrás de la “refundación del país) en presencia se desprenden otros elementos claves para comprender la reelección de Morales. La cuestión de la identidad indígena es la forma más mediatizada del proceso boliviano. Pero esto último no significa que no sea más complejo. Que el movimiento indígena hegemonice y lleve adelante los cambios en el Estado y la sociedad no debe opacar los otros horizontes (lo nacional-popular y la tradición sindicalista, en fin, las diferentes vertientes socialistas) de cambio presentes así como la historia reciente de lucha y conflicto cuestionando las políticas neoliberales. Una cosa es como los medios “venden” el proceso y otra, muy distinta, las transformaciones en la política de Bolivia. La cuestión de la redistribución forma parte de los planteamientos de las fuerzas sociales a fin de repensar el Estado (nacionalizar recursos naturales) para salir de la lógica neoliberal. De otro lado, la ausencia de proyectos nacionales alternativos es precisamente la trama de fondo de este proceso ¿La nación para quienes? La apuesta por las autonomías departamentales fue derrotada en el último referendo revocatorio. En la nueva constitución política se habla de Estado Plurinacional y de “pueblo”. Esto rompe pues con la vocación homogeneizadora de la nación. Esto recién comienza y se tiene que ver cómo se van a implementar estas políticas. Pero en un país como Bolivia es un gran avance que implica problemas políticos y también teóricos en lo que concierne pensar la política desde América Latina. En fin, por las características del “otro Morales”, pues me parece que los arrebatos autoritarios, arbitrarios y violentistas vinieron de la oposición, principalmente en el proceso previo a la aprobación de la Constitución, que si bien es cierto, esta venida a menos, está ahí y me parece que siempre se le ha respetado reafirmando y consolidando la democracia: la mayoría respetando a la minoría. La aceptación del referéndum sobre las autonomías departamentales y sobre la revocatoria del presidente son muy buenos ejemplos.
ReplyDeleteSaludos
E. Malpica.