La proximidad de las elecciones ha restado atención al nivel de conflictividad social que ha crecido en el país los últimos años. Creo que precisamente fijar la atención en la combinación de estos procesos (electoral y conflictivo) resulta decisivo para analizar los próximos (des)gobiernos. ¿Qué representación política ha creado la conflictividad social? ¿Cuál es el impacto de las protestas y los conflictos sociales en la clase política que elegirán las regiones en el próximo Octubre y en Abril del 2011? ¿Cómo se retroalimentan la legitimidad de las urnas con la que surge de la toma de carreteras?
Podemos clasificar las canteras políticas en tres grupos: el partidario tradicional, el “outsider” local, y el “contestatario”. Ante la inutilidad de los partidos tradicionales y “modernos” de proveer cuadros políticos medianamente aceptables para el electorado (a pesar de tanta escuela de líderes promovida por la cooperación internacional, sobre todo estadounidense, y tanta democracia interna exigida por las autoridades electorales), la política regional ha venido siendo dominada por “outsiders” locales. Estos son generalmente empresarios locales (formales e informales), periodistas radiales, y/o personalidades con escasa experiencia en la política y en la administración pública que ven la alcaldía provincial o la presidencia regional como un peldaño más dentro de su exitosa biografía personal, pero que carecen de un proyecto político a mediano plazo. Las agrupaciones independientes (“movimientos regionales” es una exageración) son así la extensión de negocios personales como pueden ser las distribuidoras de gas (Cajamarca, Ayacucho) o los negociados asociados al contrabando (Puno, Tacna), por dar algunos ejemplos.
Pero ahora tanto los políticos de carnet y los empresarios-cholo-soy parecen dar paso a figuras (mal llamados “azuzadores”) que han capitalizado la política de los bloqueos y de la reivindicación social violenta. Algunos de ellos viejos izquierdistas reciclados (Zenón Cuevas en Moquegua) o jóvenes post-caída del muro (Werner Cabrera en Cajamarca) dan el salto a la arena electoral con singular expectativa. Hasta hace algunos años, resultaba improbable el paso exitoso de la arena de la protesta social a la lid electoral. El caso de Washington Román, presidente de la Coordinadora de Frentes Regionales que sacó 2% en las elecciones regionales del 2002 en Cusco, era emblemático al respecto. Pero ante la ausencia de proyectos políticos nacionales serios, y la evidencia de las limitaciones de políticos improvisados, la radicalidad persistente de los marginados por el Perú-Avanza parecería canalizarse por el voto desesperado al movilizador de paros sin reparos. Una muestra de lo que acertadamente Aldo Panfichi llama “representación contenciosa”. En este sentido, el año electoral es decisivo para saber cómo se llenan los vacíos políticos en una democracia sin partidos y con una movilización social sin movimientos.
Podemos clasificar las canteras políticas en tres grupos: el partidario tradicional, el “outsider” local, y el “contestatario”. Ante la inutilidad de los partidos tradicionales y “modernos” de proveer cuadros políticos medianamente aceptables para el electorado (a pesar de tanta escuela de líderes promovida por la cooperación internacional, sobre todo estadounidense, y tanta democracia interna exigida por las autoridades electorales), la política regional ha venido siendo dominada por “outsiders” locales. Estos son generalmente empresarios locales (formales e informales), periodistas radiales, y/o personalidades con escasa experiencia en la política y en la administración pública que ven la alcaldía provincial o la presidencia regional como un peldaño más dentro de su exitosa biografía personal, pero que carecen de un proyecto político a mediano plazo. Las agrupaciones independientes (“movimientos regionales” es una exageración) son así la extensión de negocios personales como pueden ser las distribuidoras de gas (Cajamarca, Ayacucho) o los negociados asociados al contrabando (Puno, Tacna), por dar algunos ejemplos.
Pero ahora tanto los políticos de carnet y los empresarios-cholo-soy parecen dar paso a figuras (mal llamados “azuzadores”) que han capitalizado la política de los bloqueos y de la reivindicación social violenta. Algunos de ellos viejos izquierdistas reciclados (Zenón Cuevas en Moquegua) o jóvenes post-caída del muro (Werner Cabrera en Cajamarca) dan el salto a la arena electoral con singular expectativa. Hasta hace algunos años, resultaba improbable el paso exitoso de la arena de la protesta social a la lid electoral. El caso de Washington Román, presidente de la Coordinadora de Frentes Regionales que sacó 2% en las elecciones regionales del 2002 en Cusco, era emblemático al respecto. Pero ante la ausencia de proyectos políticos nacionales serios, y la evidencia de las limitaciones de políticos improvisados, la radicalidad persistente de los marginados por el Perú-Avanza parecería canalizarse por el voto desesperado al movilizador de paros sin reparos. Una muestra de lo que acertadamente Aldo Panfichi llama “representación contenciosa”. En este sentido, el año electoral es decisivo para saber cómo se llenan los vacíos políticos en una democracia sin partidos y con una movilización social sin movimientos.
Publicado en Correo, 3 de Abril del 2010.
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