Juan Manuel Santos arrasó en la primera vuelta de las elecciones del domingo en Colombia con el 46.5% de los votos válidos sobre la candidatura "verde" de Antanas Mockus, quien alcanzó el 21%. La contundente victoria resultó "sorpresiva", cuando no lo era tanto. Se sabía que las encuestas que anunciaban un empate técnico sólo registraban la opinión de las principales ciudades, y excluían las intermedias y la zona rural. Pero sobre todo eran evidentes las fortalezas y debilidades de las principales candidaturas. A continuación develamos las razones de tamaña "sorpresa".
Santos, el heredero sin guiño. Álvaro Uribe no endosó votos directamente a ningún candidato (no dio el "guiño presidencial", como le dicen los colombianos). Durante muchos años, varios se disputaron el legado del uribismo, algunos con intensidad y fanatismo (Andrés Felipe Arias "Uribito"); otros con crítica y en pos de un "uribismo sin Uribe" (Vargas Lleras). Pero fue Santos, ex ministro de Defensa del actual gobierno, quien movió sus fichas al último y logró hacer creíble para la ciudadanía colombiana que él garantizaba la continuidad de las políticas de "seguridad democrática" y el modelo económico de los últimos ocho años de gobierno. El uribismo, entre el 2006 y el 2010, se mantiene intacto en apoyo popular a pesar de las críticas, y fue Santos quien logró concentrar la mayor parte de esas preferencias (ver cuadro).
Gobernabilidad y maquinaria política: las claves del éxito. Santos supo comunicar eficientemente que para gobernar un país se requiere un proyecto estable, experiencia en gestión y una base sólida de aparato y apoyo político. Él buscaba representar la continuidad de "lo avanzado", ya que reunía las características que resaltaba, por encima de sus rivales, que improvisaban partidos "vientres de alquiler" (el Partido Verde) y no concretaban sus discursos en ofrecimientos materiales. Así, la victoria de Santos fue contundente a nivel nacional. Se impuso en 32 de los 33 departamentos, perdiendo sólo en Putumayo. En 20 departamentos, Santos triplicó o duplicó la votación de Mockus. Así, barrió en regiones donde el esfuerzo militar contra la guerrilla ha sido importante (Cundinamarca, Caquetá y Meta) o donde ha mermado el accionar de este grupo armado (Huila, Tolima, Arauca). Donde las FARC y el ELN están concentrando sus ataques (Cauca, Nariño y Valle), la diferencia entre Santos y Mockus ha estado alrededor de 10 puntos. Estos resultados son un indicador de que la política de seguridad democrática, que ha generado tantas controversias, continúa siendo un factor decisivo en la política colombiana, y sobre todo en los determinantes de las preferencias electorales.
Pero si para un sector de los colombianos mantener la gobernabilidad es importante, para las clases populares y rurales el clientelismo sigue siendo moneda corriente. La compra de votos --el intercambio de bienes materiales a cambio de respaldo electoral- se agudiza cuando el voto es voluntario, como en Colombia, y donde el nivel de ausentismo está alrededor del 50%. La maquinaria estatal, el respaldo de los caciques regionales y los aparatos políticos de congresistas estuvieron al servicio de la promesa pragmática, mientras que sus adversarios se distraían contando el número de sus seguidores en Facebook.
Los partidos tradicionales. Los candidatos presidenciales de los partidos tradicionales colombianos (Partido Conservador y Partido Liberal) fueron los de peor desempeño electoral, al punto que su objetivo político se había convertido (sobre todo en el caso del segundo) en pasar la valla electoral del 4% para mantener su registro político. Noemí Sanín, del Partido Conservador, a pesar de haberse posicionado como segunda luego de las elecciones parlamentarias de marzo, obtuvo 6.15% de los votos; mientras que Rafael Pardo, del Partido Liberal, pasó ligeramente la valla con un 4.39%. Sin embargo, no se puede anunciar tan tajantemente la muerte de los partidos tradicionales colombianos, por cierto los más longevos de América Latina. De hecho, si uno ve la configuración del próximo Parlamento, se dará con la sorpresa de que luego del Partido de la U, son los partidos tradicionales los que consiguieron mayor votación en las elecciones de marzo último. El Partido Conservador obtuvo el 23% de las preferencias, mientras que el Partido Liberal el 18%. Precisamente, caciques locales de ambos partidos -especialmente del Conservador- terminan apoyando la candidatura de Santos y dejando a los candidatos presidenciales de sus filas solos con sus seguidores y votos personalistas.
Mockus, el Pacho Maturana de la política latinoamericana. Si en la época en que Pacho Maturana llegó al Perú para dirigir a la selección nacional de fútbol hubiera habido Facebook, seguramente hubiera tenido millones de seguidores. Su discurso de pastillas de moral era "mockusiano": nuevos estilos en la cultura política, cambios políticos a partir de la conciencia y los valores de los ciudadanos. Luego, recordemos, vino el choque con la realidad, las derrotas y el final de una ilusión. El discurso de Mockus posterior a los resultados continuaba negando la inminente realidad. Me hizo recordar aquella frase célebre de Maturana: "Perder es ganar un poco".
Mockus tuvo la habilidad de crear una tercera vía al uribismo/antiuribismo con su discurso de la legalidad. Sin embargo, no supo aprovechar el impulso inicial y se quedó en un discurso superficial que careció de propuestas que lo aterricen. Confió demasiado en su respaldo mediático (sobre todo en internet) y se olvidó de que las verdaderas redes sociales son las "cara a cara". Sin parlamentarios en sus filas (y con el 4% de la votación en las elecciones congresales de marzo), era evidente que necesitaba maquinaria. Pero buscó aliados tan "misios" como él: la lista parlamentaria de Sergio Fajardo, su vicepresidente, no metió a ningún parlamentario. Mockus se equivocó: la maquinaria no es sólo sinónimo de clientelismo; es el vehículo necesario para llegar a la gente. Eso hizo que la ola "verde" se detuviera en la orilla.
Bogotá. Bogotá parecía la plaza más difícil para Santos. Gobernada por la izquierda hace 6 años y base del Partido Verde (sus tres ex alcaldes eran sus principales dirigentes), sin embargo, se rindió ante el uribismo. Santos obtuvo 40% sobre 27% de Mockus. Inclusive Vargas Lleras quedó tercero con 14%. La ineficiente gestión del actual alcalde Samuel Moreno afectó la candidatura de Petro, quien sólo obtuvo el 8%. Con razón al alcalde bogotano le dicen “cambio climático”, porque derritió al Polo en la capital.
Publicado en Correo, 1 de Junio del 2010
Santos, el heredero sin guiño. Álvaro Uribe no endosó votos directamente a ningún candidato (no dio el "guiño presidencial", como le dicen los colombianos). Durante muchos años, varios se disputaron el legado del uribismo, algunos con intensidad y fanatismo (Andrés Felipe Arias "Uribito"); otros con crítica y en pos de un "uribismo sin Uribe" (Vargas Lleras). Pero fue Santos, ex ministro de Defensa del actual gobierno, quien movió sus fichas al último y logró hacer creíble para la ciudadanía colombiana que él garantizaba la continuidad de las políticas de "seguridad democrática" y el modelo económico de los últimos ocho años de gobierno. El uribismo, entre el 2006 y el 2010, se mantiene intacto en apoyo popular a pesar de las críticas, y fue Santos quien logró concentrar la mayor parte de esas preferencias (ver cuadro).
Gobernabilidad y maquinaria política: las claves del éxito. Santos supo comunicar eficientemente que para gobernar un país se requiere un proyecto estable, experiencia en gestión y una base sólida de aparato y apoyo político. Él buscaba representar la continuidad de "lo avanzado", ya que reunía las características que resaltaba, por encima de sus rivales, que improvisaban partidos "vientres de alquiler" (el Partido Verde) y no concretaban sus discursos en ofrecimientos materiales. Así, la victoria de Santos fue contundente a nivel nacional. Se impuso en 32 de los 33 departamentos, perdiendo sólo en Putumayo. En 20 departamentos, Santos triplicó o duplicó la votación de Mockus. Así, barrió en regiones donde el esfuerzo militar contra la guerrilla ha sido importante (Cundinamarca, Caquetá y Meta) o donde ha mermado el accionar de este grupo armado (Huila, Tolima, Arauca). Donde las FARC y el ELN están concentrando sus ataques (Cauca, Nariño y Valle), la diferencia entre Santos y Mockus ha estado alrededor de 10 puntos. Estos resultados son un indicador de que la política de seguridad democrática, que ha generado tantas controversias, continúa siendo un factor decisivo en la política colombiana, y sobre todo en los determinantes de las preferencias electorales.
Pero si para un sector de los colombianos mantener la gobernabilidad es importante, para las clases populares y rurales el clientelismo sigue siendo moneda corriente. La compra de votos --el intercambio de bienes materiales a cambio de respaldo electoral- se agudiza cuando el voto es voluntario, como en Colombia, y donde el nivel de ausentismo está alrededor del 50%. La maquinaria estatal, el respaldo de los caciques regionales y los aparatos políticos de congresistas estuvieron al servicio de la promesa pragmática, mientras que sus adversarios se distraían contando el número de sus seguidores en Facebook.
Los partidos tradicionales. Los candidatos presidenciales de los partidos tradicionales colombianos (Partido Conservador y Partido Liberal) fueron los de peor desempeño electoral, al punto que su objetivo político se había convertido (sobre todo en el caso del segundo) en pasar la valla electoral del 4% para mantener su registro político. Noemí Sanín, del Partido Conservador, a pesar de haberse posicionado como segunda luego de las elecciones parlamentarias de marzo, obtuvo 6.15% de los votos; mientras que Rafael Pardo, del Partido Liberal, pasó ligeramente la valla con un 4.39%. Sin embargo, no se puede anunciar tan tajantemente la muerte de los partidos tradicionales colombianos, por cierto los más longevos de América Latina. De hecho, si uno ve la configuración del próximo Parlamento, se dará con la sorpresa de que luego del Partido de la U, son los partidos tradicionales los que consiguieron mayor votación en las elecciones de marzo último. El Partido Conservador obtuvo el 23% de las preferencias, mientras que el Partido Liberal el 18%. Precisamente, caciques locales de ambos partidos -especialmente del Conservador- terminan apoyando la candidatura de Santos y dejando a los candidatos presidenciales de sus filas solos con sus seguidores y votos personalistas.
Mockus, el Pacho Maturana de la política latinoamericana. Si en la época en que Pacho Maturana llegó al Perú para dirigir a la selección nacional de fútbol hubiera habido Facebook, seguramente hubiera tenido millones de seguidores. Su discurso de pastillas de moral era "mockusiano": nuevos estilos en la cultura política, cambios políticos a partir de la conciencia y los valores de los ciudadanos. Luego, recordemos, vino el choque con la realidad, las derrotas y el final de una ilusión. El discurso de Mockus posterior a los resultados continuaba negando la inminente realidad. Me hizo recordar aquella frase célebre de Maturana: "Perder es ganar un poco".
Mockus tuvo la habilidad de crear una tercera vía al uribismo/antiuribismo con su discurso de la legalidad. Sin embargo, no supo aprovechar el impulso inicial y se quedó en un discurso superficial que careció de propuestas que lo aterricen. Confió demasiado en su respaldo mediático (sobre todo en internet) y se olvidó de que las verdaderas redes sociales son las "cara a cara". Sin parlamentarios en sus filas (y con el 4% de la votación en las elecciones congresales de marzo), era evidente que necesitaba maquinaria. Pero buscó aliados tan "misios" como él: la lista parlamentaria de Sergio Fajardo, su vicepresidente, no metió a ningún parlamentario. Mockus se equivocó: la maquinaria no es sólo sinónimo de clientelismo; es el vehículo necesario para llegar a la gente. Eso hizo que la ola "verde" se detuviera en la orilla.
Bogotá. Bogotá parecía la plaza más difícil para Santos. Gobernada por la izquierda hace 6 años y base del Partido Verde (sus tres ex alcaldes eran sus principales dirigentes), sin embargo, se rindió ante el uribismo. Santos obtuvo 40% sobre 27% de Mockus. Inclusive Vargas Lleras quedó tercero con 14%. La ineficiente gestión del actual alcalde Samuel Moreno afectó la candidatura de Petro, quien sólo obtuvo el 8%. Con razón al alcalde bogotano le dicen “cambio climático”, porque derritió al Polo en la capital.
Publicado en Correo, 1 de Junio del 2010
Bonus track: 31 de Mayo en La Hora N
"Perder es ganar un poco". PACHOLOGÍA TREMENDA,
ReplyDeletepal otro libro del cabezón peredo las frases caletas de los que no fueron al mundial.
Vi uno de los debates y me parecio un error HORROROSO que Mockus dijera que NO SE ACORDABA si en su momento habia estado a favor o en contra del ataque colombiano al campamento de las FARC en territorio ecuatoriano, cuando eliminaron a Reyes. Decir que NO SE ACORDABA era simple y sencillamente un TERRIBLE ERROR. Como no se va a acordar? Esta loco? Claramente tenia aun la duda en pleno debate, no sabia si opinar a favor o en contra. Ese fue un momento TOTALMENTE DECEPCIONANTE.
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