El Perú ha elegido democráticamente a su primer gobierno de izquierda. A la vez, Ollanta Humala es el primer candidato presidencial que triunfa sin el voto de Lima y de las consolidadas ciudades del norte del país. Los perdedores ganaron. Primero, los tradicionales perdedores políticos que sin un partido de izquierda encontraron en el atajo de un outsider nacionalista el acceso al poder. Segundo, los perdedores del sistema de crecimiento sin redistribución, que el saliente presidente Alan García se empeñó en caracterizarlos como “perros del hortelano”, marginados convertidos en prácticamente “enemigos de la patria”. Humala ha conseguido la representación electoral –veremos si política—del insatisfecho, del anti-sistema, del que exige cambio, redistribución, justicia social. Y tiene la responsabilidad de comenzar a gobernar desde los “de abajo”.
Los ganadores de siempre, se rehúsan a perder. Y no porque no reconozcan los resultados electorales o hablen de fraude. Sino porque un día después de las elecciones, Lima amaneció con las consecuencias esperadas del miedo económico del que tanto se habló durante la campaña: la bolsa de valores de Lima cayó 8 puntos y de manera preventiva se suspendieron las operaciones temporalmente. Los lobbyistas se cayeron de la cama temprano para anticiparse con recomendaciones de personajes a cargos estratégicos como el Ministerio de Economía, el Banco Central de Reserva e incluso la Presidencia del Consejo de Ministros. (Cancillería entra a definiciones secundarias por el momento). Los medios de comunicación –la mayoría de preferencias distintas a los resultados de los comicios— se sumaron a la presión. Los ganadores de siempre, no quieren dejar de serlo.
Las autoridades electorales aún no terminan el conteo oficial de los votos, y el virtual presidente Humala ya se encuentra entre estas dos versiones del Perú. Y aún falta que el oficialismo saliente, con Alan García a la cabeza, pase a la oposición. La débil bancada aprista se equilibra con el personalismo de su líder máximo. Keiko Fujimori, con la segunda representación congresal más importante, tendrá la misión de disputarle a García el rol opositor para no perder el capital político logrado en esta campaña. Humala necesita apoyarse en la bancada de Toledo para generar confianza “en los de arriba” y establecer vínculos con los Presidentes Regionales para tratar de placar los ánimos “en los de abajo”. El ajedrez recién empieza pero en una democracia sin partidos, recordemos, los pactos y las alianzas no prometen larga duración.
Publicado en La Tercera, 7 de Junio del 2011
Por vez primera tenemos en el Peru un gobierno de izquierda salido de las urnas (no a punta de tanques) y eso sera una oportunidad. Tanto para constatar que "otro mundo es posible" como para convencernos que "en el fondo todos son iguales"...
ReplyDeleteLo triste es que esta opcion tambien trae un sancochado de alianzas circunstanciales, (¿que ideologia tienen en comun Siomi Lerner y Mario Huaman?) donde un conglomerado de facciones diversas (desde Fuerza Social hasta los sobrevivientes del PUM, pasando por movimientos regionales) empezara ahora una severa lucha intestina por el poder.
No hemos solucionado los problemas del caudillaje y nos gobernara una alianza demasiado flexible, donde muchos invitados de ultima hora seguramente se colaran y donde habra pelea entre los ahijados de Nadine, los de Siomi, los de Abugattas y los de "izquierda organica" (tus "muchachitos del ayer"), mas el pago de la "deuda moral" al hermano gobierno de Brasil y los conflictos sociales que sean tornado costumbre (ya empezamos con Puno).
¿Estamos ante un cambio radical? Solo el tiempo lo dira, no los "analisis" de los "columnistas-candidatos" que en sus mas recientes comentarios de prensa ya empezaron a reclamar los puestos prometidos (y soñados) hace tanto tiempo. ¿Construimos las instituciones? ¿o nos vamos de nuevo a la repartija?