Thursday, October 27, 2011

Humala o el Poeta de la Zurda

Sobre el verso político de izquierda

Durante una campaña electoral los candidatos prometen bajar la Luna a los pies de los electores. Inclusive los que enfatizan “no engañar al pueblo”, terminan sumidos en la vorágine de las promesas gratuitas. El candidato Humala –quien desde un inicio marcó distancia con los ‘políticos tradicionales’– no fue ajeno a caminar por las tramposas arenas movedizas de la demagogia. Ahora, más bien parco, durante la primera mitad del año vendió la idea de una “gran transformación” y que se basaba en dos pilares: inclusión social y lucha anticorrupción. Ofreció un gobierno que produjera políticas para los excluidos (económicos y políticos) y una administración ejemplar en materia de honestidad pública, “sin otorongos” y sin negocios por debajo de la mesa.

Si veinte años no es nada, cien días mucho menos. Sin embargo, la denuncia periodística sobre el presunto tráfico de influencias de nuestro segundo vicepresidente y representante de los descamisados, Omar Chehade, y el desvelamiento de los prontuarios de algunos parlamentarios del oficialismo, hacen temer un mar de desilusiones políticas. Salvo que el Gobierno emplace a sus integrantes a “caminar derecho”, pese a que a la mayoría les encante irse por la zurda. Si a ello le sumamos una gestión que, por la composición de puestos claves en el Ejecutivo, ha optado por una línea de centro (y no por una de izquierda estatista que prometía en campaña), parece que Humala será uno más de nuestros presidentes que termina gobernando, traicionando las plataformas con las que fueron elegidos.

Hasta el nombramiento de respetados técnicos (aunque sin experiencia política) en ministerios da cuenta de que la propuesta de Humala no se aleja para nada de lo viejo conocido: un Gobierno sin estructura ni partido que ordene las carreras políticas y que genere disciplina al interior del oficialismo, y que se guía excesivamente en la confianza interpersonal a primera vista (“me cae bien, puede ser ministra”) para construir una burocracia estatal. En términos concretos, la política bajo el gobierno de Humala va por la línea de mantener los ingredientes de la última década: alto nivel de personalismo y falta de disciplina política.

¿Acaso Toledo no invitó a profesionales honestos de los mismos ‘think tanks’, precisamente porque sus cuadros al interior de PP no daban la talla? ¿Acaso García no tuvo que buscar fuera de su trajinado partido soportes claves que le resolvieran los apuros con gran tecnicismo, pero con cero responsabilidad política por sus actos? Por lo que hemos visto en los últimos años, el profesional independiente (sí, usted viceministro) no tiene el chip del ‘responsiveness’ político, no tiene compromiso con el proyecto que llegó al poder, y cuando las papas queman, terminan volviendo a sus consultorías y se quedan con el consuelo de “se hizo lo que se pudo”. Quien intentó involucrarse más políticamente fue Mercedes Aráoz, y ya saben lo que le pasó.

No vemos indicios de que el Gobierno de Humala transforme lo que verdaderamente importa. Tener ministros a quienes puedas tutear públicamente no es el cambio que requiere el país. Tampoco vamos a ser ilusos de creer que tiene la varita mágica de emprender una “revolución de las pequeñas cosas”. Su responsabilidad de cambio es generar más estructuras que ordenen la política y menos personalismo. Luego de la poesía electoral, solo hemos tenido haikus vía Twitter desde la influyente ‘primera poetisa de la nación’. Como si desconocieran que en política las palabras no se las lleva el viento, sino que regresan como poderosos búmeran cuando menos esperan los poetas.

Publicado en Correo Semanal, 27 de Octubre del 2011

1 comment:

  1. Tan fácil que se les hace prometer y prometer y tan difíciles que les queda cumplir después de estar en el poder, ¿que sera lo que pasa? ¿sera que se les olvida las promesas realizadas? o ¿es al pueblo quien se le olvida lo que les han prometido?, es el mismo pueblo quien se queda sin memoria.

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