Antes que nada quisiera agradecer a Eduardo, Carlo Magno y Carlos P. que animaron la discusión sobre la naturaleza del voto de izquierda en el post anterior. Me animaba a intervenir pero me salió un post entero a partir de sus aportes que paso a presentar.
La hipótesis que plantea Eduardo sobre la continuidad del voto por Izquierda Unida en los ochenta y por Humala en el 2006 es sugerente. Yo tendería a coincidir en el pragmatismo de un sector del electorado peruano, pero nuevamente estamos ubicando un vacío en la investigación: no conocemos al elector peruano.
Tenemos elecciones consecutivas desde 1979 y no existe un análisis comprehensivo de este período con datos concisos!!!. Hay estudios parciales e interesantes como el de Carrión y Zárate sobre elecciones recientes; o el de Vergara (que “no tenía la plata para hacer encuestas” que den mayor sustento a sus hipótesis). Pero nada que abarque todo este periodo de manera sistemática!
Pero, qué dice la teoría política al respecto? La teoría producida sobre todo en los países “de Occidente”, ha focalizado el vínculo elector-político en términos ideológicos. Desde Anthony Downs en los sesenta, se cree que los electores responden a la oferta política en términos de izquierda-derecha (ver post de Tanaka al respecto), basados en la coherencia ideológica, o en las preferencias sobre ciertos “issues” como mayor presencia estatal, regulación del mercado, etc. Aparentemente, este vínculo ideológico es el principal en los países desarrollados y sería el que primó en el Perú de los ochentas (enfatizo “aparentemente”, se requiere mayor evidencias que comprueben este sentido común).
Estas teorías fueron discutidas desde los “países en desarrollo” (un texto emblemático al sentido es uno de Kitschelt), quienes cuestionaron la solidez de la variable ideológica para explicar el vínculo entre políticos y electores, por razones más pragmáticas como el clientelismo. Bajo este entendimiento, la gente vota no porque se siente identificada con las propuestas políticas de los candidatos, sino porque espera recibir bienes en retribución. Asimismo, aparecieron las explicaciones de índole personalista: la gente elige a determinados políticos, no porque vaya a recibir necesariamente algo a cambio de su voto, sino porque le simpatiza o le cae bien ciertas características personales. Nuevamente, el Perú en los noventas sería la ejemplificación de esta línea de argumentación.
Pero ¿qué sucede cuando no existen partidos ideologizados o con propuestas políticas más o menos coherentes, pero tampoco existen promesas clientelares ni “líderes” que sobrevivan a una elección? ¿Qué sucede cuando los vínculos ideológicos, clientelares, y personalistas no son suficientes para explicar el comportamiento electoral? Este escenario es el país en la actualidad. No hay partidos, sino una suerte de élites dirigenciales centralizadas con pragmatismo en sus propuestas políticas que marea al ciudadano y que lo tiene en un vaivén interminable de izquierda a derecha (caso el Apra). Tampoco hay aparatos clientelares estructurados que den “garantía” de acceso a bienes distribuidos. Ni mucho menos personalidades de arrastre político (lo que Carlo Magno bien describe como los “productores” de oferta en los comentarios al post anterior). Nuestros dirigentes son, en su mayoría, líderes de mediana intensidad, que existencia fusible, de corta vida política. El mismo García ha pasado de ser un “arrastra pasiones” (1985) a un candidato de 25% (2006). Entonces, la pregunta sigue flotando: ¿qué explica el voto del elector peruano? ¿Son factores “de clase” (como sugiere Carlos P.)? O ¿qué tipo de vínculo o pragmatismo está detrás del razonamiento de “yo voto por el menos malo”? ¿Qué es eso: ideología, clientelismo, personalismo? Nuevamente, la teoría política es desafiada por realidades tan complicadas como la peruana y latinoamericana en general, lo cual es una invitación permanente a estudiarla en base a creatividad para las hipótesis y disciplina para el análisis de las evidencias. Más chamba para analistas serios.
Tarea: Los textos se encuentran en la biblioteca de la PUCP y entre algunos profesores. (Al respecto, es una pena que no esten disponibles para todo el publico. Lo voy a recomendar a los Cholonautas para que puedan colgarlos...Ojala).
Sobre vínculos ideológicos, el clásico: Anthony Downs, An Economic Theory of Democracy (New York: Harper and Row, 1957)
Para la discusión del vínculo ideológico “desde los países en desarrollo”: Herbert Kitschelt, "Linkages between Citizens and Politicians in Democratic Politics." Comparative Political Studies 33 No. 6/7 (August/September 2000): 845-879.
Para la discusión de los diferentes tipos de vínculos en América Latina: Scott Mainwaring and Mariano Torcal, “Party System Institutionalization and Party System Theory After the Third Wave of Democratization.” In Richard S. Katz and William Crotty, eds., Handbook of Political Parties, pp. 204-227. London: Sage Publications, 2006.
Ps. Agradezco a Eduardo Tello (mucho gusto), quien ha reenviado un post a algunas listas de interés. Gracias por el publicherry gratuito y, bueno, yo acepto las chapas no más.
La hipótesis que plantea Eduardo sobre la continuidad del voto por Izquierda Unida en los ochenta y por Humala en el 2006 es sugerente. Yo tendería a coincidir en el pragmatismo de un sector del electorado peruano, pero nuevamente estamos ubicando un vacío en la investigación: no conocemos al elector peruano.
Tenemos elecciones consecutivas desde 1979 y no existe un análisis comprehensivo de este período con datos concisos!!!. Hay estudios parciales e interesantes como el de Carrión y Zárate sobre elecciones recientes; o el de Vergara (que “no tenía la plata para hacer encuestas” que den mayor sustento a sus hipótesis). Pero nada que abarque todo este periodo de manera sistemática!
Pero, qué dice la teoría política al respecto? La teoría producida sobre todo en los países “de Occidente”, ha focalizado el vínculo elector-político en términos ideológicos. Desde Anthony Downs en los sesenta, se cree que los electores responden a la oferta política en términos de izquierda-derecha (ver post de Tanaka al respecto), basados en la coherencia ideológica, o en las preferencias sobre ciertos “issues” como mayor presencia estatal, regulación del mercado, etc. Aparentemente, este vínculo ideológico es el principal en los países desarrollados y sería el que primó en el Perú de los ochentas (enfatizo “aparentemente”, se requiere mayor evidencias que comprueben este sentido común).
Estas teorías fueron discutidas desde los “países en desarrollo” (un texto emblemático al sentido es uno de Kitschelt), quienes cuestionaron la solidez de la variable ideológica para explicar el vínculo entre políticos y electores, por razones más pragmáticas como el clientelismo. Bajo este entendimiento, la gente vota no porque se siente identificada con las propuestas políticas de los candidatos, sino porque espera recibir bienes en retribución. Asimismo, aparecieron las explicaciones de índole personalista: la gente elige a determinados políticos, no porque vaya a recibir necesariamente algo a cambio de su voto, sino porque le simpatiza o le cae bien ciertas características personales. Nuevamente, el Perú en los noventas sería la ejemplificación de esta línea de argumentación.
Pero ¿qué sucede cuando no existen partidos ideologizados o con propuestas políticas más o menos coherentes, pero tampoco existen promesas clientelares ni “líderes” que sobrevivan a una elección? ¿Qué sucede cuando los vínculos ideológicos, clientelares, y personalistas no son suficientes para explicar el comportamiento electoral? Este escenario es el país en la actualidad. No hay partidos, sino una suerte de élites dirigenciales centralizadas con pragmatismo en sus propuestas políticas que marea al ciudadano y que lo tiene en un vaivén interminable de izquierda a derecha (caso el Apra). Tampoco hay aparatos clientelares estructurados que den “garantía” de acceso a bienes distribuidos. Ni mucho menos personalidades de arrastre político (lo que Carlo Magno bien describe como los “productores” de oferta en los comentarios al post anterior). Nuestros dirigentes son, en su mayoría, líderes de mediana intensidad, que existencia fusible, de corta vida política. El mismo García ha pasado de ser un “arrastra pasiones” (1985) a un candidato de 25% (2006). Entonces, la pregunta sigue flotando: ¿qué explica el voto del elector peruano? ¿Son factores “de clase” (como sugiere Carlos P.)? O ¿qué tipo de vínculo o pragmatismo está detrás del razonamiento de “yo voto por el menos malo”? ¿Qué es eso: ideología, clientelismo, personalismo? Nuevamente, la teoría política es desafiada por realidades tan complicadas como la peruana y latinoamericana en general, lo cual es una invitación permanente a estudiarla en base a creatividad para las hipótesis y disciplina para el análisis de las evidencias. Más chamba para analistas serios.
Tarea: Los textos se encuentran en la biblioteca de la PUCP y entre algunos profesores. (Al respecto, es una pena que no esten disponibles para todo el publico. Lo voy a recomendar a los Cholonautas para que puedan colgarlos...Ojala).
Sobre vínculos ideológicos, el clásico: Anthony Downs, An Economic Theory of Democracy (New York: Harper and Row, 1957)
Para la discusión del vínculo ideológico “desde los países en desarrollo”: Herbert Kitschelt, "Linkages between Citizens and Politicians in Democratic Politics." Comparative Political Studies 33 No. 6/7 (August/September 2000): 845-879.
Para la discusión de los diferentes tipos de vínculos en América Latina: Scott Mainwaring and Mariano Torcal, “Party System Institutionalization and Party System Theory After the Third Wave of Democratization.” In Richard S. Katz and William Crotty, eds., Handbook of Political Parties, pp. 204-227. London: Sage Publications, 2006.
Ps. Agradezco a Eduardo Tello (mucho gusto), quien ha reenviado un post a algunas listas de interés. Gracias por el publicherry gratuito y, bueno, yo acepto las chapas no más.
Actualizacion: Algunas reacciones:
"Zambito" y sus amigos (o El Blog de Cayo): http://elblogdecayo.blogspot.com/2008/04/la-derecha-la-izquierda.html
Carlos, agregaría que partes del supuesto adicional de que hay un "elector peruano" homogéneo. Lo más probable es que coexistan varios de los mencionados. La construcción de una base de datos desagregada y descentralizada que recoja las preferencias electorales se hace imprescindible para responder (o intentar responder al menos) esas preguntas con rigurosidad. El resto son hipótesis interesantísimas; pero solo hipótesis... saludos,
ReplyDeleteMuy de acuerdo contigo, Carlos, no solo no hay un elector homogeneo, sino que ni siquiera los que votaron por un solo candidato son homogeneos. Me explico: no solo hay que buscar la variacion entre los diferentes electores peruanos (no es lo mismo un elector limenio o un elector chiclayano, lo sabemos), pero ademas el elector de un solo candidato (digamos Humala) es muy muy variado. Hasta ahora solo hipotesis bonitas, bien elaboradas y nada de dato. Tienes toda la razon.
ReplyDeleteAprovecho para darle palo a los "analistas de encuestas"... ufff... es el autoenganio eterno: como "leen" los resultados de acuerdo a sus hipotesis preferidas...eso es lo ultimo...ya habra tiempo de darle espacio especificamente a esto. Saludos.
Estimado Jorobado,
ReplyDeleteEmpezaste analizando a un tipo específico de productor de oferta política (la izquierda del siglo pasado), y terminaste analizando la problemática que implica, valga la redundancia, analizar a los consumidores de esa oferta política (el varipinto electorado peruano).
Es obvio que tanto los partidos como los electores no pueden entenderse uno sin el otro; sin embargo, creo que sí es posible hacer un análisis desagregado. En tal sentido, hubiese sido interesante que sigas explorando el asunto de qué pasó en el país con los productores de oferta político (los partidos).
Personalmente creo que el principal problema en el Perú no está en el electorado, sino en los partidos. Me explico. Hay cierto sector de la opinión pública que ha machacado con la idea de que "los peruanos no sabemos votar" (de allí que a fines de los 80 hayan votado por un perfecto desconocido como Fujimori y que casi haya ganado Humala), de que "no tenemos memoria histórica" (ello explicaría que insistimos en elegir a políticos que en un primer momento "la cagaron" y que se supone estaban muertos políticamente). Muchos "analistas" y "líderes de opinión" repiten como loros esas ideas.
A mí me parece que esas ideas son falsas e interesadas. Son falsas porque me parece evidente que en el Perú el problema no está en que los peruanos no sabemos votar, sino en que no tenemos por quien votar, ya que los partidos compiten por ser uno peor que el otro. Entonces, los peruanos terminamos votando por el "menos malo".
Utilizando otra metáfora económica. Los peruanos vamos al mercado a comprar papas, pero todas las que encontramos están malogradas, pasadas, podridas; pero como de todos modos tenemos que comprar papas, escogemos las que parecen "menos peores".
En tal sentido, sí es sumamente relevante como tema de estudio de la ciencia política saber por qué los productores de oferta política no producen mejores papas, por qué no mejora la calidad de los partidos, por qué propuestas aparentemente interesantes no logran ingresar al mercado político (por ejemplo, Susana Villarán), por qué los intentos de "refundación política" no terminan de cuajar.
En tal sentido, sería interesante que existe, por ejemplo, un buen análisis político que explique de verdad qué pasó con la izquierda política, y que no sea lo ocurre hasta hoy en los "talleres" a los que te refieres, que por lo general sirven para justificar los fracasos echándole la culpa, por ejemplo, al electorado, a la "crisis de las ideologías", a la persecución política hecha por Fujimori, es decir, a los "otros", pero con poca capacidad autocrítica.
En fin, que el debate continúe.
Un abrazo.
Creo que vale una precisión. Creo que son tres “objetos de estudio” los que están en discusión: los políticos (algunos partidarios, otros no), los electores (capitalinos, regionales, etc.) y el vínculo entre ellos. A mi, particularmente me interesa el “vínculo” (“political linkages” en la jerga de la academia gringa) porque no solo responde a la “oferta” ni a la “demanda”, sino es la transacción misma. O sea en que “moneda” se están relacionando tanto políticos como electores. Las metáforas económicas son útiles, pero tienen su límite obviamente cuando de política se trata.
ReplyDeleteConcuerdo con Carlo Magno en que uno de los problemas de la política peruana son “los partidos”. Pero creo que estamos pensando siempre la oferta política en términos partidarios cuando hace tiempo que no es así. Creo que al respecto hay que ser un poco más amplios y ser conscientes que estas ofertas provienen tanto de independientes, outsiders, semi-políticos, y no sólo de partidos. Carlo Magno, en su comentario, se centra en los políticos como productores del vínculo ideológico o programático (Susana Villarán) cuando los productores de la oferta también pueden producir imágenes, “personal appeals” (por un lado) y hasta promesas clientelares (por otro). Esos son los otros vínculos que están en juego, ascépticamente cada uno de ellos es legítimo (“en política todo vale”) porque yo puedo preferir votar por un candidato si es “honesto” (aunque no me importe si su política es de izquierda o de derecha). Uno vale más que otros? Eso lo dejamos para que el debate continúe…
Más de acuerdo aún con la horrible frase de “el electorado peruano es bruto” o como dijo Alan García alguna vez “no tiene ciudadanía democrática”. O como Luis Bedoya Reyes que luego que Flores Nano perdiera las elecciones en el 2001 dijo: “el pueblo peruano no está preparado para un candidata como Lourdes”. No será al revés, que muchos de nuestros políticos no están preparados para “leer” al electorado peruano y los que lo hacen tienen intereses más personales que dirigidos al bien público?
Un breve comentario a Carlo Magno:
ReplyDeleteSiguiendo con la metáfora económica, hay que tomar en cuenta que no se puede "exogenizar" la oferta de la demanda. Ambas mantienen una relación implícita de simultaneidad y retroalimentación. El problema al que haces referencia (calidad de oferta política) no se da necesariamente para todos los electores. Podría haber un buen porcentaje de la población que se sentía bien representado por la oferta política de Humala en las ultimas elecciones. ¿Estaban votando por el menos malo necesariamente? ¿Que porcentaje de la población sentía realmente que votaba por el menos malo? ¿Un porcentaje suficiente para ser representativo de todos los electores? Me gustaría resaltar que todas estas son hipótesis y preguntas se deberían sustentar y responder mediante un adecuado trabajo de investigación. Creo que hace rato sobra la creatividad para las hipótesis como decía Carlos, pero hacen falta investigadores (y no necesariamente politólogos) que den el siguiente paso: aplicar mayor rigurosidad en el análisis de las evidencias. Saludos cordiales,
P.D. el anterior era un breve comentario a lo dicho por Carlo Magno. Slds
ReplyDeleteEstimado Carlos del Carpio:
ReplyDeleteCiertamente, yo no niego que oferta y demanda política no pueden entenderse una sin la otra, ni que mantengan una relación de simultaneidad y retroalimentación. Es más, siguiendo la acotación del Jorobado, en verdad son tres los elementos de estudio: la oferta política (los políticos, algunos partidarios y otros no), la demanda política (los electores) y el vínculo entre ellos (es decir, la transacción misma). De hecho, inicié mi intervención anterior afirmando que "tanto los partidos como los electores no pueden entenderse uno sin el otro". Sin embargo, también señalé, y lo sigo pensando, que creo que "sí es posible hacer un análisis desagregado", de los partidos (u análogos), de los electores y, siguiendo a Carlos Meléndez, de la relación entre ambos, y que ese análisis es útil.
De otro lado, como afirmas, es posible que parte del electorado no haya identificado el problema de la calidad de la oferta política peruana, y que se haya sentido muy bien representado con las alternativas políticas por las que optó. Sin embargo, tal percepción de ese electorado no "cualifica" a dichas alternativas políticas si estas son, objetivamente, malas.
Por poner otro ejemplo, esta vez farandulero. Creo que a un gran sector o porcentaje de televidentes peruanos les gustan los programas de Laura Bozzo; no se perdían ningún capítulo y podrían asegurar que se trataba de un "buen programa".
No obstante, creo que, haciendo un análisis objetivo, podemos coincidir en que los programas de Laura Bozzo son parte de la basura o mierda televisiva.
En tal sentido, considero que el problema de Humala (no lo estoy comparando con Laura Bozzo, por cierto), no está en su oferta política entendida como discurso (que ciertamente, puede haber atraido a una importantísimo porcentaje del electorado peruano), sino en el hecho que no ha podido construir un proyecto político medianamente coherente.
Allí está el espectáculo que daba el PNP antes de las elecciones, cuando miles de aspirantes a candidatos hacían cola en sus locales, con sus CV, "buscando chamba de políticos"; allí está la calidad de la mayoría de sus parlamentarios, que no dan la talla; allí está la olla de grillos que es actualmente esa organización, en que diversas facciones o grupúsculos se disputan los espacios internos de poder (con harto ex izquierdista metido, por cierto).
Es decir, insisto en que, independientemente de la percepción que el electorado pueda tener sobre la oferta política, sí es de interés saber las razones por las que dicha oferta no mejora objetivamente, más allá que algunos se den por satisfechos con la mediocridad de nuestros partidos o caudillos; y por qué, por ejemplo, no hay un buen partido de derecha, que no sea ese remedo de alianza llamado Unidad Nacional. Y de ello desprender lo siguiente: ¿qué se podría hacer para que esa oferta mejore?
Y aquí entro con una pequeña reacción sobre lo dicho por Carlos meléndez. Es verdad, como afirmas, que los partidos ya no son los únicos productores de oferta política, sino que ella también es producida por caudillos, "independientes", "honestos metidos en política", entre otros.
Sin embargo, qué tanto conviene al sistema político ese fenómeno. ¿No es ello precisamente la manifestación de una crisis del vínculo de representación entre el electorado y los partidos? ¿Es deseable que los partidos permanezcan relegados por esos nuevos actores?
Personalmente, y quizá sea un acto de fe más que una razón científica, lo admito... digo, personalmente creo que lo deseable para la buena marcha de un sistema político es que los generadores de la oferta política sigan siendo los partidos (entendidos weberianamente), y no esos actores que aparecen frente a su crisis y colapso.
Cuando los outsiders han incursionado en política no han dejado una buena experiencia (baste ver lo que pasó con Fujimori). Generalmente los caudillos independientes, al no formar parte de ninguna estructura partidaria, se asumen más como empresarios de la política, y ofrecen al mejor postor la posibilidad de llegar al poder a través de sus membretes políticos; o terminan siendo fácilmente cooptados por los poderes fácticos.
Como tú te preguntas Jorobado: ¿No será que muchos (yo díría que la gran mayoría de los que están en la escena) de nuestros políticos no están preparados para “leer” al electorado peruano y los que lo hacen tienen intereses más personales que dirigidos al bien público?
Yo respondería a la pregunta que así esta ocurriendo, en efecto. Entonces, creo que es válido poner en la agenda la tarea de que nuestros políticos (seguramente nuevos) restablezcan un adecuado vínculo con los electores. Lo que creo es que ello, necesariamente, pasa por nuevas formas de organización partidaria.
Saludos a los dos Carlos, de este singular Carlo.