Yace en la Biblia de todos los analistas con cartón y
analistas espontáneos: “los partidos políticos están en crisis”. Generación
tras otra, los científicos sociales peruanos han insistido en este axioma, a
tal punto que cualquier estudio “serio” no debería dudar de ese credo. Es una
cuestión de fe politológica. Sin embargo, la calificación de los partidos
políticos “en crisis” está --en sí misma-- en crisis.
Decir que nuestra política carece de partidos –disculpen
colegas—no nos dice nada. Además, genera un reflejo perverso que inhibe apreciar
los rasgos positivos de un sistema que –aunque usted no lo crea— funciona mejor
de lo que pronostica la teoría. Considero que el sistema de partidos peruano no
puede considerarse más como “embrionario”. Hay elementos que, de fortalecerse,
podrían mejorar aún más su nivel de institucionalización. Quiero contarles tres
buenas noticias.
La primera: tenemos la volatilidad electoral más baja de
nuestra historia. El porcentaje de electores volátiles, esos que migran de
camiseta cada comicios, es del 24% en sufragios presidenciales y de 25.8% en
parlamentarios (2011-2006). Comparemos: en la década del ochenta (aquella época
donde creíamos, de manera sobredimensionada, tener partidos), la volatilidad
promedio fue de 42% en elecciones presidenciales y 52% en congresales. Esta
reducción aguda se debe a que, a pesar de no tener los partidos que manda la
teoría, hemos generado una suerte de establishment electoral presidencial, con
candidatos “permanentes” y outsiders pro-sistema. Hagamos una prueba: ¿Quiénes
serán los candidatos presidenciales el 2016? Le apuesto que acertará en su
mayoría.
La segunda: los peruanos tendemos a votar por programas
antes que por personalidades u ofertas clientelares. Las elecciones presidenciales
del 2011 y del 2006 se definieron en términos ideológicos. Aunque las
organizaciones políticas son, en su mayoría, vehículos personalistas, los
electores deciden sobre las claves programáticas de los candidatos antes que
por sus características individuales. Como no hay maquinarias partidarias, el
clientelismo se ve restringido a iniciativas particulares de corto alcance.
Análisis estadísticos muestran que para elegir entre Humala y Fujimori, la “mano
dura” fue irrelevante, y las posiciones frente a temas de derechos humanos y
democracia decisivas.
La tercera: tenemos partidos inesperados. En esta tierra
árida para cultivarlos, el viejo saurio de la política peruana –el APRA--
subsiste en contra de los deseos de los analistas sesgados, y quien más veces
se cambió de nombre –el fujimorismo—tiene un respaldo social estable. Ambos
lucen identidades políticas que generan pasiones, dividen al país y dan vida a
parte de una ciudadanía que algunos pretenden generalizar como apolítica. El
PPC logra renovar figuras mediáticas y mantiene una vida interna activa. Patria
Roja, en el extremo radical, ya sabe lo que es ganar elecciones, al menos en el
nivel sub-nacional: Pasco en el 2006 y Cajamarca en el 2010.
Nuestra política viene construyendo una lógica funcional,
que la sostiene aún a pesar de un Estado débil y un tercio del país movilizado.
La crisis permanente no existe. Colegas, por favor, no insistir.
Publicado en El Comercio, el 15 de Mayo del 2012.
Soy un outsider en cc.pol. pero aún así:
ReplyDelete1. Polarización no necesariamente implica fortalecimiento de partidos. Tal vez es simplemente que los motivos de reclamos sociales son más fijos y las estructuras se van replicando crea dicha tendencia convergente. Además ahora la gente se pliega más a "los rollos" (que podrían no llegar a ser ideologías, sino sólo "slogans de ideologías").
2. Sigue siendo personalista en gran medida (me parece), al menos en el sentido en que esos rollos van pegados como stickers a personas. Reta a imaginarse los candidatos del 2016, pero si manhana se mueren Keiko, Kenji, Toledo, Nadine, Alan, Castanheda y PPK... A quiénes nos imaginamos? Ya no es facil la cuestión... Además, nombra al PCP y a PPC como casos de renovación de cuadros... justamente los partidos que no han estado es carrera para las presidenciales (y no sé qué tan personalistas hayan sido a nivel regional o distrital para ganar esas elecciones pero sospecho que un poco o bastante).
3. el clientelismo no se suele senhalar como una pieza clave de lealtad a Fujimori hasta ahora? Amigos que han hecho W de campo me lo paran contando de los múltiples lugares que visitan. O cómo es en las estadísticas entonces? Todas esas impresiones se caen?
4. No es el dinosaurio aprista uno que camina poco a poco hacia el golfo de México? O sea, no se ha enfatizado justamente que ha perdido poder en su núcleo nortenho y que no hubiese llegado al gobierno de no ser porque las otras opciones eran muy de "extrema der/izq"?
5. "La crisis permanente no existe. Colegas, por favor, no insistir"... disculpeme, pero creo que se le pasó la mano. Creo que se ha caído en cierta "hipsterología".
Cordiales saludos
1. Las divisiones son programáticas a pesar que no tenemos partidos. Por ejemplo, antes teníamos transfugas por dinero, ahora tenemos bancadas que se parten por incoherencias ideologicas.
Delete2. Tu escenario alternativo es: que se mueran todos, un contra-fáctico muy improbable.
3. Hace 12 anios que el fujimorismo no tiene acceso al poder....entonces, clientelismo?
4. Esperemos a ver que pasa el 2016 con el apra.
5. Todo es hipster.
Saludos