El Ultimo Intelectual
La semana pasada, la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA, por sus siglas en inglés) le confirió a Julio Cotler el premio Kalman Silvert 2012, máximo reconocimiento que un académico latinoamericanista (especialmente de las ciencias sociales) puede aspirar. Cotler, a los 80 años, consagra de este modo –si acaso hacía falta—su valiosa carrera y recibe del mundo académico el agradecimiento por sus aportes imprescindibles para comprender el Perú y el continente.
Cotler es un intelectual cuya especie está en extinción. Nunca estuvo seducido por ambiciones políticas (como Vargas Llosa) ni buscó regodear sus ideas-fuerza asesorando a gobernantes a diestras y siniestras (como Hernando de Soto). Su ambición es distinta, es genuinamente académica, más no por ello carente de responsabilidad.
Su compromiso es con principios y valores antes que con nombres propios o gobernantes de turno. Criticó al velasquismo, cuando un gran sector de científicos sociales buscaba justificar intelectualmente una dictadura. Le bastó decir que “No se puede democratizar al país por la vía autoritaria” para ganarse una deportación.
Criticó a la izquierda embelesada por el espejismo de los movimientos sociales. “Había que comprender que más importante que la lucha de clases era la lucha por la democracia”. Lamentó que el progresismo “descubriera muy tarde –en los ochenta—los derechos humanos”. No cayó en el marxismo fundamentalista ni en el “estructuralismo parisino”. En los tiempos que nadie podía comenzar un estudio “serio” sin hacer un llamado a las estructuras, él tomó distancia de la sociología.
Criticó a los que interpretan que la ausencia estatal es causada por el neoliberalismo. “Fue Alan García, Abimael Guzmán y los líderes izquierdistas los que debilitaron el Estado antes que las reformas de ajuste”, afirma. Es así como giró su enfoque hacia los actores políticos. Tan importante como las estructuras, es el margen de maniobra de las élites que moldean la historia del país basados en sus intereses.
Criticó activamente al fujimorismo, no solo por anti-democrático sino por los delitos que cobijó. Reclamó respeto por las instituciones políticas minadas por excesivos personalismos. Por eso le repele cualquier culto a la personalidad, desde Fujimori hasta Guzmán, desde García hasta el que practican sus propios “followers”, esos banales difusores del “Cotler was right” que no han leído un libro suyo completo. No ha tenido discípulos, se conforma con tener lectores juiciosos.
Cotler es el último intelectual del siglo XX. Aquél que entendió que para conocer el país había que vivirlo desde adentro y desde afuera. Es un intelectual público tan cómodo entre estantes de libros como entre cámaras y grabadoras. Es un científico social que no vende ideologías, que no usufructa camisetas de moda, que no le prepara discursos a outsiders de turno ni le limpia las botas a militares disfrazados de estadistas. El siglo XXI trae otro tipo de académico, más profesionalizado menos legendario, más técnico y menos político. Cotler ha sido el último de su especie que Usted tiene aún la dicha de apreciar.
Publicado en El Comercio, el 29 de Mayo del 2012.
0 Comments:
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home