Contra-fujimorismo
Quien no ha pensado en un contrafáctico en su vida que tire la primera piedra. Nuestra historia –personal y colectiva– está construida tanto por lo que pasó como por lo que pudo haber sucedido. Estamos hechos también de lo que pudimos haber sido. Somos el producto de decisiones tomadas y oportunidades perdidas.
Nueve académicos, reunidos por Eduardo Dargent y José Ragas, revisan nuestro pasado (y presente) a base de escenarios alternativos en Contra-Historia del Perú (Mítin Editores y 50+1). Por ejemplo, imagine las consecuencias de Jauja como capital de la República o de un Haya de la Torre presidente. Para algunos, se trata de ejercicios inútiles, literarios, que no aportan nada a la comprensión histórica del país. Para otros, entre los que me incluyo, es una práctica imprescindible para entender las opciones al alcance de los actores y medir efectivamente sus resultados.
Dos de los autores (Eduardo Dargent y Carlos Cabanillas) abordan destinos alternativos del fujimorismo. El hecho de que se trate de sucesos no muy lejanos en el tiempo hace más relevante la discusión sobre las ucronías presentadas, pues permiten discutir la naturaleza de tal grupo político. Dargent se remonta a la coyuntura crítica del 2000. Al omitir intencionalmente la exposición pública de los vladivideos, se imagina un tercer gobierno consecutivo de Alberto Fujimori que sobrevive a la recesión económica de esos años. Así, el fujimorismo deja de ser un proyecto trunco y se convierte en una suerte de chavismo de derecha: autoritarismo neoliberal, con una popularidad gestada en programas sociales con los réditos del boom de los minerales.
Cabanillas retrocede solo un año y le pone la banda presidencial a Keiko Fujimori. Delinea una gestión que se enfrenta a los mismos problemas actuales: desde conflictos sociales hasta el Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef), aunque incluye a un Ollanta Humala opositor, encabezando la Marcha por el Agua. Por un lado, es sintomático que a ambos autores les cueste imaginarse un fujimorismo democrático. Ni un Montesinos fuera del poder ni políticas participativas serían suficientes para que Alberto y Keiko (en los contrafácticos respectivos) conviertan al fujimorismo en un pilar de la democracia peruana.
Pero, por otro lado, ambos autores también le conceden al fujimorismo mayor oficio para abordar los problemas de orden social y de subversión. Según estas narraciones, las políticas clientelares serían una represa a tantos Congazos.
Keiko Fujimori acaba de anunciar el relanzamiento de un nuevo partido naranja: Fuerza Popular. Su reto es, precisamente, construir un movimiento contrafujimorista (ni “anti-” ni “pos-”). Cambiar la historia es imposible, pero no aprender de ella. Y es acá donde el futuro sigue abierto y queda en manos de los actores políticos tomar un camino. ¿Se puede construir una derecha con sustento popular y, a la vez, democrática? ¿Es posible poner orden social en el país respetando los derechos humanos? ¿O es inevitable un fujimorismo autoritario y clientelar? Preguntas vigentes sobre la base de pensarnos de manera contrafáctica.
Publicado en El Comercio, 7 de Agosto del 2012.
1 Comments:
Lo que pasa es que los autores se olvidan que ... "el pasado es solo referencial, mas no determinante". No se trata de lo que hicieron antes, sino de que, con esa historia, que es lo que podrian hacer en el presente. Sabiendo, el fujimorismo, de su pasado poco democratico, volveria a haber un "5 de Abril"? ... siendo conciente de las imputaciones por corrupcion, serian permisibles a ello nuevamente? ...
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