Tuesday, October 2, 2012

Estimado Levitsky


Soy un politólogo como usted. Formado en la rigurosa ciencia política estadounidense como usted y disfruto de los beneficios de esta academia –donde estudio—, pero respeto las investigaciones y opiniones que se fabrican en el Perú. Entonces le pregunto: ¿por qué tergiversa mis argumentos sobre la definición del término “caviar”? ¿Es válido adulterar las posiciones de sus colegas para, a partir de ellas, elaborar un discurso justificatorio para el sector político de sus preferencias? ¿Replicaría este tipo de “criollada” en una revista especializada o es que el papel impreso de la prensa peruana aguanta todo?

Hace dos semanas esbocé una caracterización de los “caviares” centrada en dos elementos: “no solo una posición política liberal sino también en un status de clase que va de la mano con un estilo de vida acomodada”. Se trata claramente de dos características concurrentes. No todos los que ostentan un estilo de vida acomodada ameritan esa etiqueta, pero sí los liberales políticos que pertenecen a la élite limeña. Esta combinación produce determinado “desviado sentido de la realidad” (la derecha autoritaria tiene sus propios sesgos) que puede llegar a la intolerancia. Pero usted, estimado Levitsky, me hace autor de otra definición, una en la que todos esos elementos son exclusivos de los caviares, una manipulación de mi idea original que no suscribo.

Además, dudo de su conclusión: los caviares son post-materialistas. ¿Es “post-materialista” un director de ONG que aprovecha la matanza de Accomarca para hacer un “proyectito” que le permita terminar su casa en la playa? (La lamentable anécdota es narrada por Martín Tanaka en su blog). ¿Hasta qué punto son éstos “valores caviares” si pueden deberse a motivaciones más mundanas?

Aunque le conceda el beneficio de la duda (la anécdota puede ser una excepción), su argumento sigue en deuda. Inglehart y Welzel (2005) hablan de los determinantes económicos y culturales de los valores. Usted solo contó la primera mitad de la historia, la marxista. La segunda, weberiana, dice que las naciones y sus herencias culturales tienen también un efecto en la generación de principios y creencias; y este impacto es mayor al interior de los países. Efectivamente, los más ricos tenderán a enfatizar los valores postmateriales en comparación con los más pobres; pero dada la historia compartida, los valores de las élites peruanas deberían semejarse a los de las clases bajas. Nuestros caviares, sin embargo, alucinan tanto con tener un alcalde como Mockus o un presidente como Mujica, al punto de llegar a desconectarse (desviarse) de su realidad política nacional. 

Estimado Levitsky, usted desnaturalizó mi definición para santificar al espíritu caviar. La política, sin embargo, no se divide entre buenos y malos; caviares y derecha bruta y achorada (DBA) persiguen intereses distintos y es menester de nuestro oficio identificarlos. Usted  –en un asalto de oscura ética y transgresión deontológica- prefirió quedar bien con su platea y para hacerlo deformó mi argumento y debatió con una versión adulterada que denominó idiotez, estupidez. Pero, amigo Levitsky, ¿cómo catalogaría usted a quien se interesa por “cojudeces” como ha definido mis argumentos?

Publicado en El Comercio, el 25 de Setiembre del 2012.

Cronología del intercambio:

Caviares por C.M. Publicado en El Comercio el 4 de Setiembre del 2012.
Los Caviares desde otro ángulos por S.L. Publicado en La República el 16 de Setiembre del 2012.

Otras referencias:

Caviares, daiquiris, los buenos y los malos por Gonzalo Zegarra. Publicado en Semana Económica el 25 de Setiembre del 2012.
La Etica del Observador por Martín Tanaka. Publicado en el blog del autor el 18 de Marzo del 2007.

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