Thursday, November 29, 2012

La República de Neira


Una alcaldesa que llama “vecinos” a los que viven en Miraflores y “pobladores” a los que moran en San Juan de Lurigancho. Tecnócratas con corazón hipster que diseñan políticas para “pobres”. Académicos monotemáticos que organizan –una vez más—el mismo seminario sobre reforma del Estado. Muchachitos del ayer que luego de un fracaso más “relanzan” una nueva versión (no corregida, pero sí aumentada) del marxismo  de ONG, con un pie en el 2016 y el otro en una embajada.

Estos personajes tienen un común denominador: la ausencia de fundamentos republicanos. Los políticos tradicionalmente le han hablado al “pueblo” (a la “masa”, diría el ecuatoriano Abdalá Bucaram). El tecnicismo de las políticas sociales focalizadas dirigió el discurso hacia “poblaciones vulnerables”. Las reformas del Estado se han concentrado en instituciones que funcionan en el libro de texto, pero que no vinculan el régimen democrático con el individuo. El marxismo local –ya tú sabes—encuentra identidades revolucionarias debajo de cualquier piedra.

Vamos a cumplir dos siglos como república y todo este tiempo nos hemos hecho los locos con respecto al debate que subyace a los sesgos de los personajes de los ejemplos citados: “¿Qué tipo de ciudadanos deben ser los que se aprestan a mandar y a obedecer?”. Esa es la preocupación que conduce a Hugo Neira a escribir “¿Qué es república?” (Lima, Universidad San Martín de Porres, 2012). Un libro extraño para nuestro medio pero que, como mucho de lo que escribe Neira, se adelanta al debate de mañana.

Se trata de un manual de filosofía política para responder a la pregunta leitmotiv de griegos y romanos, de Hobbes y de Rousseau, del infaltable Maquiavelo, de revolucionarios franceses y federalistas gringos, entre tantos otros “politólogos de su tiempo”. El autor es un guía en la historia de las ideas y lleva de aliado a Max Weber para discutir los sistemas de racionalidad que las sociedades han ido hilvanando. Nos conduce por la historia para estrellarnos con la realidad actual.

Neira subraya que lo republicano consiste, además de la libertad y la igualdad de los individuos, en pensar el bien común. Es decir, en plantear nuestros objetivos como país más allá de nuestras preferencias particulares, en imaginarnos como comunidad de ciudadanos tan ancha en la que pueden caber extremos ideológicos -pero dentro de las reglas de juego que impone la democracia. Fíjense lo relevante de esta interrogante, cada vez que el país se polariza profundamente por cualquier excusa, ya sea el indulto a Fujimori o la revocatoria a Villarán.

¿Es posible enfrentar nuestras posiciones sin destruir nuestra comunidad? Precisamente por haber construido una república a medias –dice Neira—“fabricamos tiranos, nuestras costumbres violentas diluyen toda autoridad, nuestro contrato social consiste en que no lo haya”. Cada vez más, la lógica de la guerra civil se impone. No hay necesidad de las armas para el enfrentamiento desleal, para el insulto gratuito al que piensa distinto. Hemos olvidado nuestro bien común, nos recuerda Neira.  

Publicado en El Comercio, 13 de noviembre del 2012.

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