Saturday, January 29, 2011

Sin obras no hay paraíso

Las ideologías importan poco. El peruano promedio termina ubicándose al centro pero votando a la derecha (la sobrepoblación de candidaturas en ese lado del espectro es porque hay cama para toda esa gente). Por otro lado, nuestros "líderes políticos" no tienen el carisma avasallador que cautive al electorado y la posibilidad de cultivar un voto personalista está tan lejana como un mundial de fútbol. ¿Es acaso el clientelismo la clave del éxito electoral?

El clientelismo supone una maquinaria política que permita distribuir los bienes y las ofertas, y supervisar el cumplimiento del contrato clientelar: yo te doy y tú votas por mí. Las elecciones regionales y municipales han permitido conocer la existencia de aparatos clientelares locales y privatizados (Acuña en La Libertad y Lambayeque; Oscorima en Ayacucho), pero no existe un aparato de penetración política nacional. El APRA -malas noticias, compañeros- ya no tiene la capacidad de antaño. Hasta la oferta clientelar se ha fragmentado. La demanda está ahí, latente, sobre todo en regiones que combinan "boom económico" y pobreza. O sea, Cajamarca y Áncash.

Si no votamos por programas ni por "issues" (amigo periodista, deje de hacer esa pregunta "cool" de qué opina Ud. sobre el matrimonio homosexual), si nuestros "líderes" son todo menos carismáticos y si no es posible el clientelismo sin maquinaria, lo que nos queda es la promesa de un bien concreto o la demostración de que ello es posible. Los peruanos votamos por quien más obra hace o puede hacer. No es casual que quienes estén arriba en las encuestas sean los únicos que tienen obra que mostrar: un ex presidente, un ex alcalde de Lima y una hija de un ex presidente que politiza su apellido. De ahí que Toledo se pelee por firmar la paternidad de la Interoceánica, de ahí tanta placa del "mudo", de ahí tanta pinta naranja con el logo de Foncodes. El elector peruano paga por ver, y ahí están las encuestas (y las esperanzas de García de volver en cinco años). Pobre Humala: no tiene nada que mostrar porque además sólo se es outsider una vez en la vida. Pobre PPK, que de outsider no tiene nada (¿pobres los analistas que se dan de chamanes?).

Resumen ejecutivo: nadie cuestionará severamente el modelo económico. El clientelismo no va a tener impacto a nivel nacional, tan sólo en ciertas regiones donde existan aparatos (La Libertad, Ayacucho) o demasiada oferta que no importe dilapidar los recursos (Cajamarca, Áncash, Lima Provincias). Ya que ningún candidato tiene organización para llegar al interior, la pelea va a ser mediática y la ganará quien pueda vender mejor su capacidad de hacer obra social. El efecto de posibles escándalos es totalmente impredecible. Esto último lo dejo a los analistas-chamanes.

Publicado en Correo, 29 de Enero del 2011.

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3 Comments:

Blogger Jason said...

Jorobado:

De acuerdo a tú análisis no existe aparato o maquinaria política que permita penetrar en todo el país en base a la mecánica clientelar. En estas elecciones por lo tanto, la llavecita del éxito vendría dada por una cuestión muy simple: gana el candidato que mejor logre posicionar su imagen mediática como ejecutor de obras o que convenza al electorado de estar en capacidad de poder realizarlas mejor que cualquier otro.

Hasta donde he podido investigar, una definición relativamente consensuada alrededor del clientelismo político es: “la distribución de recursos (o la promesa de hacerlo) de parte de los titulares del poder político o por candidatos políticos a cambio de apoyo político, normalmente –aunque no exclusivamente– en forma de votos (Gay, 1990 en Auyero, 2000: 57) [Disponible en: http://dl.dropbox.com/u/15031353/Auyero%20%282000%29%20The%20logic%20of%20clientelism%20in%20Argentina.pdf].

Creo que la maquinaria política a la que haces mención no es tan difícil de inventar. Es más estos aparatos que hacen posible el clientelismo político se construyen y reconstruyen continuamente, los mismos operadores políticos (bases del aparato al que te refieres) que apoyaron a Fujimori lo hicieron con Toledo. Estos aparatos no conocen otra lealtad partidaria más que la que le deben a la supervivencia.

En fin, no creo que sea una negación válida el decir que no existen aparatos clientelares que puedan redirigir el voto popular. Para mí la relación patrón político, operador político y cliente, se reproduce a cabal en esta elección donde, coincido contigo, no existe más una polarización ideológica, por el momento. Los operadores políticos le cuestan al partido ciertos recursos, los que se encargan por medio de algún mecanismo de movilizar al elector de su circunscripción. Estos clientes reciben algún incentivo al cual normalmente no tiene acceso, obras como canchas de fulbito por ejemplo, arroz, leche, etc. Desde donde yo lo veo esta forma de cooptar votos no es solamente posible cuando el partido se encuentra en el gobierno. No considero inalcanzables los recursos necesarios para inventarse un aparato político suficiente para pelear una elección.

Es más el clientelismo político ha penetrado tanto como institución informal de nuestra democracia que es muchas veces el sustento de esta, dada la precariedad de los partidos políticos peruanos. Y se convierte en un mecanismo de participación del poder y de los recursos del estado. Tal vez el más eficiente, tal vez el único.


Saludos,

Jason

January 30, 2011 at 12:53 AM  
Blogger Jason said...

Hubo un error de subida del paper de Auyero, el link es: http://dl.dropbox.com/u/15031353/Auyero%20%282000%29%20The%20logic%20of%20clientelism%20in%20Argentina.pdf

Saludos,

Jason

January 30, 2011 at 1:39 PM  
Anonymous lucho apaza said...

Interesante y crudo analisis, aqui aun se privilegia la idea del "elector programatico" cuando las cuestiones importantes del debate politico se reducen a establecer quien tiene mas "obras que mostrar" o mas capacidad de satisfacer apetitos clientelistas locales y regionales (mezclados con anhelos populistas de todo tipo...)

Si no hay obras que mostrar, vale al menos proclamarlas que su realizacion es posible en el corto plazo, el valor de prometer una obra tiene mas fuerza que las alusiones al "programa de gobierno" o las promesas abstractas de "cambios necesarios"... nuestros electores piden señalar concretamente en que consiste ese "cambio" (¿habra pena de muerte? ¿encarcelaras corruptos sin tanto juicio? ¿impediras que los chilenos se metan a los puertos? ¿Haras que me reprogramen mis deudas mediante una ley?) De ahi la promesa toledista de atacar la actual corrupcion aprista o el argumento fujimorista pro-pena de muerte. Esos gestos, en el Peru 2011, valen mas que los "programas" que solo una minoria toma en serio.

February 5, 2011 at 9:36 AM  

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