Tuesday, March 20, 2012

El APRA y la eternidad

Mientras la izquierda permanece en el interminable limbo del balance de sus frustraciones y la derecha hace intentos por graduarse de liberal sin aparecer como siniestra, el APRA parece tenerla clara sin tanto ajuste de cuentas ni visitas al diván.

El APRA es lo más cerca a la eternidad en nuestra política. En una democracia sin partidos, sin militantes, sin identificaciones partidarias, el APRA es un viejo saurio que no piensa en el retiro. Si los resultados desastrosos de su primer gobierno no impidieron a Alan García regresar al poder, la política del “Baguazo” del segundo, tampoco podría ser obstáculo para al menos buscar el hat trick el 2016.

El principal capital político del APRA es su militancia. De acuerdo con un estudio de opinión reciente, promovido por la Fundación Fiedrich Ebert, bajo la coordinación de Javier Barreda, el núcleo duro del aprismo está alrededor del 5% del electorado nacional. El análisis también refleja que entre un 15 y 20% adicional podría, sin hacerse muchas paltas, votar por un aprista a cualquier cargo público. En otras palabras, resucitar al “apristón” es la clave para, en un escenario fragmentado, clasificar a una definición de a dos, donde --ya sabemos-- la vieja mano del líder ha demostrado envidiable lozanía.

Un segundo recurso lo constituye el propio García. Formado en la cultura de “la escopeta de dos cañones”, ha demostrado ser la mejor expresión del pragmatismo (en la cual el Presidente Humala es apenas un iniciado). García es un loco enamorado de las ideologías de turno. Fue tan feliz al lado del movimiento de los no alineados en los ochenta como recibiendo el abrazo de los TLC del nuevo siglo. Ha demostrado que puede meterse al bolsillo a los moderados y a los que hinchan el pecho con el Peru Day en Wall Street. Pero le queda por moverse convincentemente hacia la izquierda. Los “perros del hortelano”, a quienes estigmatizó, han quedado sin representación por obra y gracia de la actual pareja presidencial. Ahí, me parece, está su primer desafío.

Su segundo reto consiste en amortiguar su oposición. El APRA no solo despierta pasiones a favor, sino en contra. Pasiones asentadas a lo largo del siglo XX y yapa. Tan viejo como el aprismo es el anti-aprismo, esa suma de odios históricos oligárquicos, militaristas, progresistas y demás. De acuerdo con el estudio citado, el 56% nunca votaría por un aprista a ningún cargo público. Los “compañeros” tienen más anti-cuerpos que el fujimorista promedio. Solo un 7% cree que el militante aprista es bien intencionado. La opinión favorable al fujimorista de a pie es 3 veces mayor.

Los equipos se arman de atrás para adelante. El APRA tiene la mejor defensa en su militancia y un efectivo cabeceador adelante para rematar. (Su medio campo pide a gritos renovación, mucho Chorri). Siguiendo estos datos, algunos considerarían que el APRA está desahuciado. Yo creo que no se puede alcanzar la eternidad sin coquetear con la muerte.

Publicado en El Comercio, el 13 de Marzo del 2012.

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