Miro Ruiz, alumno, candidato, congresista.
Junio, 2005. Entre los múltiples cachuelos de un sociólogo veinteañero, dictaba un módulo sobre “participación e inclusión” a “líderes políticos” de diversas ciudades del “interior del país” (sobre todo aquellas donde los profesores más reconocidos no querían ir porque no se podía llegar en avión), dentro de un programa de capacitación que promovía la cooperación internacional (sí, sí, tengo mi lado caviar también, pes, como todos). Una de las ciudades que visité fue Huancavelica. Cada vez que iba juraba no regresar (no tengo vocación de Rafo León de las ciencias sociales), pero chamba es chamba.
Recuerdo en una de las clases a un “alumno” ávido de conocimientos. Un flaco preguntón. Siempre medio cachaciento. Inquieto, metechongo, pero hábil. De esos que además, luego de la exposición, se acercan a hacer preguntas al “profe”. De esos que te piden tarjeta, correo electrónico, recomendaciones de lecturas, que te preguntan si conoces a tal o cual político o periodista. Por aquél entonces, este “alumno” no tenía filiación política. Pertenecía a un movimiento regional, cuyo nombre es difícil de olvidar: “Insurección”. Me dio una fotocopia sobre sus “bases políticas”, la misma que guardé por curiosidad.
Marzo, 2006. Entre los múltiples cachuelos de un sociólogo aún veinteañero, me invitaron como moderador de un debate entre candidatos al Congreso de la República, nuevamente en Huancavelica, organizado por un consorcio de ONG (sí, sí, efectivamente, tengo mi lado caviar). Recuerdo que los organizadores estaban preocupados por la posible ausencia del candidato de UPP. Primero llegó uno de sus asesores para 1) ver la cantidad de gente que había en el local, 2) quien era el moderador. El asesor conversó conmigo y confirmó la llegada del candidato. Sólo cuando entró al local lo reconocí: el ex alumno de la organización “Insurección” era el candidato número 1 en la lista de UPP. Llegó con una olla de barro (símbolo humalista por entonces) y con una barra de seguidores que no dejaban de corear su nombre.
Antes de comenzar el debate, intercambiamos un par de palabras. “Así que número 1 en la lista de Humala…creo que la haces”, le dije. El ex flaco preguntón, ahora candidato, guardaba la modestia. “Aún falta mucho”, respondió. Aquél día, recuerdo, su inicio en el debate fue dubitativo, temeroso, pero conforme avanzaba el evento fue encontrando las frases propicias para avivar a los concurrentes. Un discurso anti-centralista, anti-establishment, pro-campesino, apuntando precisamente a esas heridas sensibles de los excluidos por el crecimiento de grandes números, y grandes olvidados. El flaco salió ganador aquella tarde.
Julio, 2006. Entre los múltiples cachuelos de un sociólogo a punto de dejar los veintes, otro consorcio de ONG (qué caviar que soy, por Dios) me invitó a dictar una sesión sobre “conflictos sociales” a congresistas elegidos de diversas tiendas políticas, entre ellas UPP. El evento se realizaba en un hotel cinco estrellas limeño, conocido posteriormente por alojar juergas de jugadores de fútbol. Analistas y periodistas reconocidos formaban parte del staff de ponentes. Mis viajes huancavelicanos me otorgaron el mérito de unirme en tal selección.
La mayoría de congresistas asistentes eran debutantes. Los más experimentados –supongo--, ya conocedores de los gajes del oficio, preferían dedicar los días previos a la asunción del cargo a otros menesteres. A los “nuevos”, la curiosidad de la gestión parlamentaria y la agenda política les parecía sumamente atractiva. Entre los congresistas que acudieron, logré ubicar nuevamente al ex alumno, ex candidato y ahora congresista electo, quien adoptando una inédita compostura y sobriedad, anotaba disciplinadamente las ideas de los expositores. Atrás quedaba el alumno chacotero de un movimiento regional independiente, el candidato humalista que avivaba las masas a partir de un discurso que apelaba más a las emociones que a los argumentos. Ahora Miro Ruiz estrenaba una bufanda multicolor alrededor del cuello y una mirada distante con esta nueva realidad. Aquella vez apenas nos saludamos. Lo felicité porque de alguna manera fui testigo del camino recorrido. Le recomendé que se consiga buenos asesores, que no deje la chacota –celebré cuando en la presentación del Ministro Del Castillo en el Congreso, Miro interrumpió el discurso ofreciéndole rodilleras --, pero sobre todo que viaje mucho a Huancavelica.
Poco sabemos de la mayoría de congresistas, sobre todo de aquellos menos mediáticos, y a veces nuestro acercamiento a ellos es a través de escándalos y noticias amarillas. Miro era un tipo sin mucha experiencia política (qué difícil tenerla en contextos despartidarizados) y quizás su principal habilidad era el discurso efusivo, el azuzador de la sensibilidad social, pero sobre todo era un flaco huancavelicano que rondaba las “clases” que daban las ONG con su intención de aprender. En estos tiempos de “otorongos”, la política no crea Paniaguas (ejemplo de un diputado provinciano) por más talleres y cursos que se promuevan. Pero ojalá haya un camino intermedio, una alternativa, porque finalmente hay demandas y frustraciones que vienen desde abajo (desde Huancavelica, por ejemplo), y sus representantes no son pues “líderes indígenas o cabezas de movimientos campesinos”, sino flacos inquietos como Miro. Hoy lo veo en las noticias y aunque sé que su movimiento independiente se llamaba Insurrección, la verdad yo le creo: “Yo no maté al perro”.
Sobre la noticia (y con promesas de “seguiremos informando”: Ocram
Recuerdo en una de las clases a un “alumno” ávido de conocimientos. Un flaco preguntón. Siempre medio cachaciento. Inquieto, metechongo, pero hábil. De esos que además, luego de la exposición, se acercan a hacer preguntas al “profe”. De esos que te piden tarjeta, correo electrónico, recomendaciones de lecturas, que te preguntan si conoces a tal o cual político o periodista. Por aquél entonces, este “alumno” no tenía filiación política. Pertenecía a un movimiento regional, cuyo nombre es difícil de olvidar: “Insurección”. Me dio una fotocopia sobre sus “bases políticas”, la misma que guardé por curiosidad.
Marzo, 2006. Entre los múltiples cachuelos de un sociólogo aún veinteañero, me invitaron como moderador de un debate entre candidatos al Congreso de la República, nuevamente en Huancavelica, organizado por un consorcio de ONG (sí, sí, efectivamente, tengo mi lado caviar). Recuerdo que los organizadores estaban preocupados por la posible ausencia del candidato de UPP. Primero llegó uno de sus asesores para 1) ver la cantidad de gente que había en el local, 2) quien era el moderador. El asesor conversó conmigo y confirmó la llegada del candidato. Sólo cuando entró al local lo reconocí: el ex alumno de la organización “Insurección” era el candidato número 1 en la lista de UPP. Llegó con una olla de barro (símbolo humalista por entonces) y con una barra de seguidores que no dejaban de corear su nombre.
Antes de comenzar el debate, intercambiamos un par de palabras. “Así que número 1 en la lista de Humala…creo que la haces”, le dije. El ex flaco preguntón, ahora candidato, guardaba la modestia. “Aún falta mucho”, respondió. Aquél día, recuerdo, su inicio en el debate fue dubitativo, temeroso, pero conforme avanzaba el evento fue encontrando las frases propicias para avivar a los concurrentes. Un discurso anti-centralista, anti-establishment, pro-campesino, apuntando precisamente a esas heridas sensibles de los excluidos por el crecimiento de grandes números, y grandes olvidados. El flaco salió ganador aquella tarde.
Julio, 2006. Entre los múltiples cachuelos de un sociólogo a punto de dejar los veintes, otro consorcio de ONG (qué caviar que soy, por Dios) me invitó a dictar una sesión sobre “conflictos sociales” a congresistas elegidos de diversas tiendas políticas, entre ellas UPP. El evento se realizaba en un hotel cinco estrellas limeño, conocido posteriormente por alojar juergas de jugadores de fútbol. Analistas y periodistas reconocidos formaban parte del staff de ponentes. Mis viajes huancavelicanos me otorgaron el mérito de unirme en tal selección.
La mayoría de congresistas asistentes eran debutantes. Los más experimentados –supongo--, ya conocedores de los gajes del oficio, preferían dedicar los días previos a la asunción del cargo a otros menesteres. A los “nuevos”, la curiosidad de la gestión parlamentaria y la agenda política les parecía sumamente atractiva. Entre los congresistas que acudieron, logré ubicar nuevamente al ex alumno, ex candidato y ahora congresista electo, quien adoptando una inédita compostura y sobriedad, anotaba disciplinadamente las ideas de los expositores. Atrás quedaba el alumno chacotero de un movimiento regional independiente, el candidato humalista que avivaba las masas a partir de un discurso que apelaba más a las emociones que a los argumentos. Ahora Miro Ruiz estrenaba una bufanda multicolor alrededor del cuello y una mirada distante con esta nueva realidad. Aquella vez apenas nos saludamos. Lo felicité porque de alguna manera fui testigo del camino recorrido. Le recomendé que se consiga buenos asesores, que no deje la chacota –celebré cuando en la presentación del Ministro Del Castillo en el Congreso, Miro interrumpió el discurso ofreciéndole rodilleras --, pero sobre todo que viaje mucho a Huancavelica.
Poco sabemos de la mayoría de congresistas, sobre todo de aquellos menos mediáticos, y a veces nuestro acercamiento a ellos es a través de escándalos y noticias amarillas. Miro era un tipo sin mucha experiencia política (qué difícil tenerla en contextos despartidarizados) y quizás su principal habilidad era el discurso efusivo, el azuzador de la sensibilidad social, pero sobre todo era un flaco huancavelicano que rondaba las “clases” que daban las ONG con su intención de aprender. En estos tiempos de “otorongos”, la política no crea Paniaguas (ejemplo de un diputado provinciano) por más talleres y cursos que se promuevan. Pero ojalá haya un camino intermedio, una alternativa, porque finalmente hay demandas y frustraciones que vienen desde abajo (desde Huancavelica, por ejemplo), y sus representantes no son pues “líderes indígenas o cabezas de movimientos campesinos”, sino flacos inquietos como Miro. Hoy lo veo en las noticias y aunque sé que su movimiento independiente se llamaba Insurrección, la verdad yo le creo: “Yo no maté al perro”.
Sobre la noticia (y con promesas de “seguiremos informando”: Ocram
Actualización: Miro, flaco, me has hecho quedar mal. Yo que te estaba defendiendo. Ahora, todos te acusan. Quedarás en la historia como un mataperro y yo como el “profesor de un mataperro” (y solo te di una clase de dos horas, eso me pasa por caviar). Pero bueno, te demoraste menos que Raúl Diez Canseco en confesar de tu “delito”. Vamos a ver cómo te trata la opinión pública ahora. En serio, que gilazo que eres.
Labels: El Folklore de Mi Tierra
13 Comments:
ABSORCION ATOMICA NOW!!!
(Choche, lo siento pero yo creo que si lo mató. Y si no lo hizo, que se haga la prueba).
Buen alumno te resulto, no sera que por no dejar la chacota le agarro a balazos al pobre perrito. Deberia haber penas de carcel por crueldad contra los animales.
Quizas sea culpable. Lo que intento decir es que solemos "evaluar" a los congresistas por los escandaletes, en este caso por una acusacion (no se ha demostrado ni su culpabilidad siquiera). Pase lo que pase, Miro Ruiz pasara a la historia como el "asesino de canes", cuando en realidad hay toda una historia detras de como se construyen las representaciones politicas en el pais, que bueno, para el lector de titulares no interesa. Ruiz sera siempre "un enemigo de los perros". Una vez que eres tocado por el escandalo, ya nada mas interesa. Propongo trascender un poco la anecdota por mas "significativa" que sea para algunos...
Me anime a escribir esta cronica porque creo que precisamente Ruiz aparece en la "escena nacional" a partir del "caso Matias" y asi quedara estereotipado. Pensemos un poco en como conocemos a nuestros representantes. Mas alla de que sea inocente o culpable, muchos nos quedamos en la anecdota. Y eso me parece injusto. Tanto para el politico como para el ciudadano.
No amigo, no es la historia de un mataperros, es la historia de un patita demagogo y populiston que con encendidas arengas (tal como tu lo has contado) llego a ser congresista y ser alguien luego de ser nadie, y mato a un Perrito pensando que con su nueva imagen de intocable puede hacer lo que le da la gana.
Y te has puesto a pensar por que un sector del pais responde a las "encendidas arengas"? Te has puesto a pensar por que en el pais puedes dar ese salto de "don nadie" a "congresista"? por que Miro Ruiz quedara en la historia como un "mataperros"? por que la gente no le cree? O sea, no lo defiendo. Mi posicion personal es que creo que no lo hizo. No trato de convencerlos de lo contrario. Solo que mi escaso conocimiento de su biografia me parece ejemplificador para pensar en nuestra nueva clase politica. Trascendamos la anecdota. Gracias por tus incisivas anotaciones.
Yo creo que debería ser el próximo primer ministro, pues ha logrado lo que del Castillo no ha podido hacer: matar al perro del hortelano.
Y te has puesto a pensar por que un sector del pais responde a las "encendidas arengas"?
Y tu te has puesto a pensar cual es el nivel de educacion de ese sector del pais?, aunque suene racista la verdad es que lamentablemente gran parte de la sierra y la selva especialmente la zona rural no tuvo y no tiene acceso a educacion de calidad, es gente poco preparada, y en un medio asi cualquier demagogia suena bien, ademas de haber vivido años de socialimo populista con la dictadura de Velazco, que estafo al campesino con una reforma agraria que les daba la tierra pero no el titulo de propiedad condenandolos a depender del asistencialismo(que genera clientelismo, lo que queria la izquierda en el fondo) y a la pobreza extrema y casi eterna,
Te has puesto a pensar por que en el pais puedes dar ese salto de "don nadie" a "congresista"?
La pobreza y la ignorancia crea ese tipo de personajes, Chavez, Evo Morales, Fidel,etc individuos que creen que le economia no tiene reglas, que la inflacion es un cuco de los economistas liberales para asustar a los pobres, que el sector privado es malo, que el empresario es malo y otras taras ideologias
Parece que tu ex alumno tambien asistia a clases de como disparar un arma y practicaba con animales el tiro al blanco (o al judio).
¿Quien sabe si el curso lo dictaba Antauro Humala via telefonica desde Piedras Gordas bajo el auspicio de un consorcio de ONG? Tu sabes, todos tienen su lado caviar.
El tema de este congresista nos demuestra que el pobre nivel de educacion y la poca perspectiva de desarrollo en ciertas regiones son caldo de cultivo para que la gente se crea cualquier discurso disparatado anti sistema. Espero que en su discurso Miro Ruiz no haya prometido iniciativas de gasto que no puede hacer segun la constitucion (acuerdate de ese detalle Jorobado la proxima elección al Congreso para que le menciones a los nuevos otorngos)
Creo en la inocencia de Miro Ruiz pues considero que esta prensa basura magnifica la noticia. Creo en que este hecho obedece al odio de una vecina adinerada hacia un provinciano al cual no acepta dentro de su circulo de vecinos. Es muy fácil y cómodo para estos hipócritas defensores de los animales cuando actuan con indiferencia ante la muerte de los animales callejeros o el asesinato de especies en la selva. Dejen sus prejuiciso políticos y personales de lado y sean más objetivos.
Y... al final confesó:
http://www.rpp.com.pe/detalle_126184.html
"Creo en que este hecho obedece al odio de una vecina adinerada hacia un provinciano al cual no acepta dentro de su circulo de vecinos. Es muy fácil y cómodo para estos hipócritas defensores de los animales cuando actuan con indiferencia ante la muerte de los animales callejeros o el asesinato de especies en la selva. Dejen sus prejuiciso políticos y personales de lado y sean más objetivos"
Hablando de prejuicios...
Miro Ruiz mintió sobre perro 'Matías': sí lo mató
http://www.peru21.com/p21online/Html/2008-05-27/onp2portada0899165.html
Además de asesino de mascotas, es un cobarte.
Lamentable que sea siempre lo negativo y lo pintoresco lo que se resalte, en este caso, de un congresista. En eso estoy de acuerdo.
Si bien mucho no cambia, sí corresponde una actualización del post con la acongojada conferencia("Soy mortal") y mea culpa de Miro el día de ayer. Te falló el flaco, al parecer.
Sí, al final, después del descaro de decir que era una "cortina de humo", que la dueña mentía, que volvería a demostrar su inocencia, al final, lo mató. Este descaro para mentir, más allá de la atención de la prensa o de cómo es recordado, creo que hay derecho a indignarse.
Claro que éste confesó por presión. Habría que pensar en cuántos políticos "asesinos" (de la dignidad de quienes votaron por ellos, de la confianza, del tesoro público, de las reglas) están tan bien acostumbrados a decir "es una cortina de humo" que nunca van a confesar nada. Y, por supuesto, ese es un mal no sólo de los políticos. Esto es más preocupante.
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