Monday, October 31, 2011

El duro espejo boliviano

Dic.2009. Cuando todo era felicidad


Lecciones del vía crucis político de Evo Morales que no debería repetir Ollanta Humala

Diciembre de 2009. Cierre de campaña presidencial. 200.000 personas se concentraban en El Alto, ciudad adyacente a La Paz, para recibir a Evo Morales, por entonces candidato a la reelección. Agrupados alrededor de sindicatos y gremios, organizaciones comunales y ‘ayllus’, los asistentes coreaban el nombre de su líder, quien al bajar de un helicóptero se parecía más a un ‘rockstar’ que a un político latinoamericano contemporáneo. En aquellas elecciones, Morales obtendría la mayor votación histórica de un político boliviano: 65%. Definitivamente vivía un idilio con su pueblo, que parecía iba a perdurar largamente.

Septiembre de 2011. En las plazas de La Paz se reúnen colectivos pro indigenistas y medioambientalistas para apoyar la marcha que desde el 15 de agosto vienen realizando las comunidades nativas del Tipnis (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécuren) en contra del proyecto del Gobierno de Morales de construir una carretera que cruce el territorio protegido atentando contra la reserva natural y contra sus propiedades. “Yo voté por Evo –me dice una activista– y hoy me arrepiento”. Luego del ‘gasolinazo’ de diciembre pasado –eliminación de subsidios para nivelar el precio del combustible a los estándares regionales– la popularidad del presidente ha caído y no levanta cabeza: 35%. Pero ahora, diez asambleístas indígenas del MAS (partido de gobierno) amenazan con renunciar y relevantes apoyos sociales del régimen –indígenas y obreros– se movilizan en su contra. ¿Qué pasó en dos años para que la promesa de genuina representación política se desplomara y comenzara su más serio trance? ¿Si Morales no es capaz de cerrar la brecha de crisis de representación, qué alternativas quedan en Bolivia? ¿Cuáles son las lecciones para el Gobierno de Ollanta Humala?
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Monday, October 3, 2011

A golpes aprendí

Rafael Correa y las lecciones para salir victorioso de un "golpe de Estado"

Es el día más triste de mi vida y de mi gobierno
Rafael Correa, 30 de Setiembre del 2010


Jueves 30 de Setiembre en Quito. 10:15 am. Piso 8 de FLACSO. El principal centro de ciencias sociales del país. Simón Pachano, gran politólogo y mejor amigo, irrumpe en la oficina para darme una noticia que sabe a desconsuelo: “Compañero, podría estar cayendo el gobierno en este momento”. Lo dice, pese al desaliento de su voz, con una tranquilidad que asombra, como si se tratara ya casi de un ritual. Caigo en cuenta de que en Ecuador lo es. En los últimos quince años, ningún Presidente elegido democráticamente en este país ha logrado culminar su mandato. En 1997, los partidos políticos tradicionales aprovecharon el clima de protesta social y, en el Congreso, destituyeron a Abdalá Bucaram con el argumento de incapacidad mental, seis meses después de haber jurado al cargo de Presidente de la República. En el 2000, la permanente protesta del movimiento indígena ecuatoriano terminó creando una situación de desgobierno que fue utilizada por un grupo de coroneles del Ejército (entre ellos Lucio Gutiérrez) para derrocar al elegido Jamil Mahuad, a año y medio del inicio de su mandato. En abril del 2005, las clases media quiteñas tomaron las calles de la capital bajo la identidad de “forajidos” (como el entonces presidente Lucio Gutiérrez los había catalogado) desalojando del poder al entonces mandatario quien tuvo que refugiarse en la embajada de Brasil, país en el que fuera acogido con asilo político. En 15 años, Ecuador ha tenido 4 presidentes electos, 4 presidentes interinos, 2 juntas de gobierno, y 3 constituciones políticas. Luego de tamaña inestabilidad política, tanto ciudadanos como gobernantes se vuelven expertos en derrocamientos de gobierno, y cuando parece que hay uno en ciernes –como aquella mañana soleada de setiembre--, todos saben qué hacer para culminarlo, para evitarlo, o simplemente para estar a salvo.

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Saturday, November 20, 2010

Santos: 100 días

Juan Manuel Santos acaba de cumplir 100 días como Presidente de Colombia sorprendiendo a propios y extraños. Si la mayoría consideraba que su gobierno sería la continuación del uribismo (o un "uribismo sin Uribe"), no podría estar más equivocada. Si bien es cierto no hay cambio alguno con respecto a la administración económica (el desempleo es una agenda pendiente), a nivel político viene impulsando reformas tan decisivas para el país como la Ley de Víctimas (Uribe se negaba a reconocer la posibilidad de un Estado perpetrador que causara víctimas como resultado del conflicto interno) y la Ley de Tierras (titulación de tierras a campesinos para frenar cultivos ilícitos). Si a ello le sumamos la iniciativa por investigar los casos de corrupción del gobierno de su predecesor (teóricamente su mentor) y su acercamiento diplomático a Venezuela (ha calificado a Chávez de su "mejor nuevo amigo"), estamos ante una "agenda liberal por sorpresa" (como el politólogo colombiano Miguel García parafrasea el argumento de neoliberalismo por sorpresa de Susan Stokes).

Efectivamente, Santos (cofundador del Partido de la U) parece volver a sus orígenes liberales, no sólo asumiendo la plataforma política de los rojos, sino también abriéndoles las puertas de la burocracia estatal. Así como Uribe resucitó al Partido Conservador, Santos buscaría hacer lo mismo con el Partido Liberal. Su alianza con Germán Vargas Lleras (ex liberal, líder de Cambio Radical y ministro del Interior) se puede interpretar como un revival de los liberales, precisamente ahora que César Gaviria ha perdido peso dentro de este partido. Una vez más, los que daban por muerto a los partidos tradicionales, se equivocaron.

Mientras tanto, la oposición de izquierda se ha quedado descolocada. El Polo Democrático ha centrado sus fuerzas en los casos polémicos de la gestión de Uribe. El Partido Verde tiene congresistas pero no organización, y está ensimismado en sus problemas internos. Por el contrario, Santos se ha abierto un flanco al interior de la alianza gobiernista, dado que los más molestos con estas reformas pertenecen al uribismo duro. Uribe no ha roto públicamente con Santos (discursivamente ambos siguen siendo aliados y ambos necesitan mantener las formas), pero se espera una ofensiva del propio ex presidente a inicios del 2011.

Aunque quizás sea prematuro, la sorprendente propuesta socialdemócrata de Santos (mantener el modelo económico, pero garantizando los derechos civiles) puede ser un espejo para mirar el futuro de nuestro país. Sin embargo, en el medio local se sigue entrevistando todas las semanas a Mockus (que no dice nada nuevo) y se pasa por alto (consciente o inconscientemente) las alternativas positivas que se pueden gestar desde una derecha responsable, a la que el 61% de colombianos califica de excelente.

Publicado en Correo, 20 de Noviembre del 2010.

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Saturday, October 2, 2010

¿Golpe o Correazo?

Primero: amotinamiento de miembros de la policía ecuatoriana en protesta por el recorte de sus beneficios salariales. Luego, el presidente Correa acude personalmente a uno de los motines (se especula de varios a nivel nacional) para responder directamente las demandas. Correa improvisa un balconazo "Mátenme si quieren, aquí estoy" mientras se afloja la corbata y la camisa. Como respuesta, le llueven botellas, lo insultan, y los manifestantes gritan arengas a favor de su opositor (L. Gutiérrez). Los gases y una rodilla convaleciente hacen mella en el Presidente, quien se ve obligado a acudir al hospital más cercano (léase el Hospital de la Policía). Lo atienden inmediatamente, pero desde su celular comunica a todo el país que se encuentra "secuestrado". Sus seguidores convocan movilizaciones para producir su "rescate". A partir de ese momento soy testigo de los acontecimientos. Alrededor de tres mil personas se movilizan en las inmediaciones del nosocomio mencionado, cuya entrada se encuentra bloqueada por la Policía insubordinada. Me llama la atención el perfil de los "correístas": clase media profesional, burocracia de cuello blanco, GCU quiteña que grita en defensa de "Fito" (entiéndase el Presidente). La palabra "pueblo" evocada de rato en rato parece un exceso. Mientras tanto, Pachakutik solicita la renuncia presidencial. Abdalá Bucaram Jr. anuncia su respaldo a Correa desde Guayaquil y denuncia que éste ha sido un golpe provocado por extremistas de izquierda. Pasan 10 horas hasta que un operativo de las Fuerzas Armadas logra "rescatar" a Correa durante el prime-time de la televisión local. Diez minutos después, Correa aparece impecable en el Palacio de Carondelet ante una muchedumbre (más cuellos blancos) y termina su discurso "revolucionariamente": "Hasta la victoria, siempre". ¿Fue un intento de golpe, como acusa el oficialismo ecuatoriano? ¿O sólo una crisis policial mal resuelta que termina escapándose de las manos al Presidente, quien en su afán por lavarse la cara de sus decisiones apresuradas termina activando viejos fantasmas y conspiraciones de sospechosos comunes? Los golpes previos ecuatorianos (Mahuad, Gutiérrez) fueron conducidos -desde las sombras o desde las calles- por enemigos concretos, identificados. En este caso, los golpistas son pistas sin detalle claro. Evidentemente, el ex presidente Gutiérrez tiene importante ascendencia sobre el movimiento policial; pero ello no lo hace necesariamente el responsable de este denominado "intento de golpe". Lo que sí es claro es que ante situaciones de crisis (la condenable insubordinación policial lo es), en Ecuador se activan y empatan los reflejos desestabilizadores de un sistema que no sale de su precariedad. Es prematuro para hacer balances, pero sí pertinente preguntarse cuándo las democracias latinoamericanas son acechadas por poderes fácticos que rechazan la voz popular o simplemente son víctimas de líderes irresponsables a quienes les queda grande la banda presidencial o la correa. Publicado en Correo, 2 de Octubre del 2010

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Saturday, June 5, 2010

Lecciones desde Colombia

Los resultados de las elecciones presidenciales en Colombia sorprendieron a muchos. Mientras las encuestas calculaban un empate técnico, el domingo por la tarde las autoridades electorales anunciaban el apabullante triunfo del oficialista Juan Manuel Santos, que casi logra una victoria en primera vuelta. Mockus, que había despertado simpatías dentro y fuera del país, apenas sobrepasó el 20%. Quedó comprobado que las sorpresas no se anticipan. ¿Qué lecciones podemos tomar de este proceso con miras al año electoral que se nos viene?

Para los políticos, debe quedar claro que las candidaturas emotivas son las más volátiles. En menos de cuatro meses, Colombia tuvo tres "segundos": Fajardo, Sanín y Mockus. La elección se lleva a cabo cuando la "ola verde" había perdido su fuerza. Las alternativas electorales con mayores probabilidades de éxito son aquellas que pueden aterrizar la simpatía de sus candidatos a vínculos concretos con la gente. Esto es un desafío en un país como el nuestro, donde las maquinarias son débiles, pero una posibilidad para los candidatos con acceso a recursos estatales.

Para los analistas, queda claro que hay que trascender los "análisis" basados en chismes o en intuiciones. Los análisis guiados por marcos teóricos son el mejor sustento para aprehender la coyuntura y la impredecibilidad de la política. Las encuestas dan cuenta de percepciones y opiniones, pero no, por ejemplo, de la fortaleza de maquinarias clientelares, o del poder de operadores políticos en las arenas subnacionales.

Para los que leen encuestas, no basta fijarse en los cuadritos resúmenes, sino leer con rigurosidad las fichas técnicas y trabajarlas estadísticamente (si se logra el acceso a las bases de datos, lo que haría un analista serio). Las encuestas en Colombia fallaron porque subrepresentaron a las zonas rurales y sobrerrepresentaron a los abstencionistas. En el primer caso, no sería problema si los ciudadanos de zonas urbanas y rurales votasen igual; pero no es así. En el segundo caso, se creyó a quienes decían que iban a salir a votar, pero al final no lo hicieron. Primicia: la gente miente.

Para los fans de las "redes sociales", ya les debe quedar claro que el mundo real está muy lejano de las pantallas de su procastinación. Las redes virtuales dan una imagen distorsionada de las preferencias políticas, sesgadas por un público universitario y clasemediero. No son un indicador de preferencias políticas. Ha quedado demostrado que el joven-mockusiano-facebook-fan se quedó en casa y no salió a votar. Y las verdaderas redes sociales son las "cara a cara". Esas son las que verdaderamente importan a la hora de hacer política.

Finalmente, las demandas post-materiales en un país premoderno son una ingenuidad tremenda. No sé si luego de esto todavía les queden "ganas colombianas".

Publicado en Correo, 5 de Junio del 2010.

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Tuesday, June 1, 2010

Análisis de la Primera Vuelta Presidencial en Colombia (2)

Juan Manuel Santos arrasó en la primera vuelta de las elecciones del domingo en Colombia con el 46.5% de los votos válidos sobre la candidatura "verde" de Antanas Mockus, quien alcanzó el 21%. La contundente victoria resultó "sorpresiva", cuando no lo era tanto. Se sabía que las encuestas que anunciaban un empate técnico sólo registraban la opinión de las principales ciudades, y excluían las intermedias y la zona rural. Pero sobre todo eran evidentes las fortalezas y debilidades de las principales candidaturas. A continuación develamos las razones de tamaña "sorpresa".

Santos, el heredero sin guiño. Álvaro Uribe no endosó votos directamente a ningún candidato (no dio el "guiño presidencial", como le dicen los colombianos). Durante muchos años, varios se disputaron el legado del uribismo, algunos con intensidad y fanatismo (Andrés Felipe Arias "Uribito"); otros con crítica y en pos de un "uribismo sin Uribe" (Vargas Lleras). Pero fue Santos, ex ministro de Defensa del actual gobierno, quien movió sus fichas al último y logró hacer creíble para la ciudadanía colombiana que él garantizaba la continuidad de las políticas de "seguridad democrática" y el modelo económico de los últimos ocho años de gobierno. El uribismo, entre el 2006 y el 2010, se mantiene intacto en apoyo popular a pesar de las críticas, y fue Santos quien logró concentrar la mayor parte de esas preferencias (ver cuadro).

Gobernabilidad y maquinaria política: las claves del éxito. Santos supo comunicar eficientemente que para gobernar un país se requiere un proyecto estable, experiencia en gestión y una base sólida de aparato y apoyo político. Él buscaba representar la continuidad de "lo avanzado", ya que reunía las características que resaltaba, por encima de sus rivales, que improvisaban partidos "vientres de alquiler" (el Partido Verde) y no concretaban sus discursos en ofrecimientos materiales. Así, la victoria de Santos fue contundente a nivel nacional. Se impuso en 32 de los 33 departamentos, perdiendo sólo en Putumayo. En 20 departamentos, Santos triplicó o duplicó la votación de Mockus. Así, barrió en regiones donde el esfuerzo militar contra la guerrilla ha sido importante (Cundinamarca, Caquetá y Meta) o donde ha mermado el accionar de este grupo armado (Huila, Tolima, Arauca). Donde las FARC y el ELN están concentrando sus ataques (Cauca, Nariño y Valle), la diferencia entre Santos y Mockus ha estado alrededor de 10 puntos. Estos resultados son un indicador de que la política de seguridad democrática, que ha generado tantas controversias, continúa siendo un factor decisivo en la política colombiana, y sobre todo en los determinantes de las preferencias electorales.

Pero si para un sector de los colombianos mantener la gobernabilidad es importante, para las clases populares y rurales el clientelismo sigue siendo moneda corriente. La compra de votos --el intercambio de bienes materiales a cambio de respaldo electoral- se agudiza cuando el voto es voluntario, como en Colombia, y donde el nivel de ausentismo está alrededor del 50%. La maquinaria estatal, el respaldo de los caciques regionales y los aparatos políticos de congresistas estuvieron al servicio de la promesa pragmática, mientras que sus adversarios se distraían contando el número de sus seguidores en Facebook.

Los partidos tradicionales. Los candidatos presidenciales de los partidos tradicionales colombianos (Partido Conservador y Partido Liberal) fueron los de peor desempeño electoral, al punto que su objetivo político se había convertido (sobre todo en el caso del segundo) en pasar la valla electoral del 4% para mantener su registro político. Noemí Sanín, del Partido Conservador, a pesar de haberse posicionado como segunda luego de las elecciones parlamentarias de marzo, obtuvo 6.15% de los votos; mientras que Rafael Pardo, del Partido Liberal, pasó ligeramente la valla con un 4.39%. Sin embargo, no se puede anunciar tan tajantemente la muerte de los partidos tradicionales colombianos, por cierto los más longevos de América Latina. De hecho, si uno ve la configuración del próximo Parlamento, se dará con la sorpresa de que luego del Partido de la U, son los partidos tradicionales los que consiguieron mayor votación en las elecciones de marzo último. El Partido Conservador obtuvo el 23% de las preferencias, mientras que el Partido Liberal el 18%. Precisamente, caciques locales de ambos partidos -especialmente del Conservador- terminan apoyando la candidatura de Santos y dejando a los candidatos presidenciales de sus filas solos con sus seguidores y votos personalistas.

Mockus, el Pacho Maturana de la política latinoamericana. Si en la época en que Pacho Maturana llegó al Perú para dirigir a la selección nacional de fútbol hubiera habido Facebook, seguramente hubiera tenido millones de seguidores. Su discurso de pastillas de moral era "mockusiano": nuevos estilos en la cultura política, cambios políticos a partir de la conciencia y los valores de los ciudadanos. Luego, recordemos, vino el choque con la realidad, las derrotas y el final de una ilusión. El discurso de Mockus posterior a los resultados continuaba negando la inminente realidad. Me hizo recordar aquella frase célebre de Maturana: "Perder es ganar un poco".

Mockus tuvo la habilidad de crear una tercera vía al uribismo/antiuribismo con su discurso de la legalidad. Sin embargo, no supo aprovechar el impulso inicial y se quedó en un discurso superficial que careció de propuestas que lo aterricen. Confió demasiado en su respaldo mediático (sobre todo en internet) y se olvidó de que las verdaderas redes sociales son las "cara a cara". Sin parlamentarios en sus filas (y con el 4% de la votación en las elecciones congresales de marzo), era evidente que necesitaba maquinaria. Pero buscó aliados tan "misios" como él: la lista parlamentaria de Sergio Fajardo, su vicepresidente, no metió a ningún parlamentario. Mockus se equivocó: la maquinaria no es sólo sinónimo de clientelismo; es el vehículo necesario para llegar a la gente. Eso hizo que la ola "verde" se detuviera en la orilla.

Bogotá. Bogotá parecía la plaza más difícil para Santos. Gobernada por la izquierda hace 6 años y base del Partido Verde (sus tres ex alcaldes eran sus principales dirigentes), sin embargo, se rindió ante el uribismo. Santos obtuvo 40% sobre 27% de Mockus. Inclusive Vargas Lleras quedó tercero con 14%. La ineficiente gestión del actual alcalde Samuel Moreno afectó la candidatura de Petro, quien sólo obtuvo el 8%. Con razón al alcalde bogotano le dicen “cambio climático”, porque derritió al Polo en la capital.

Publicado en Correo, 1 de Junio del 2010

Bonus track: 31 de Mayo en La Hora N

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Saturday, May 22, 2010

Mockus

Los peruanos no vamos al Mundial de Fútbol, pero terminamos hinchando a muerte por nuestros favoritos. Vemos la Champions League como si fuéramos catalanes y nos quedamos afónicos gritando los goles de Messi. En política también vivimos ilusiones prestadas y recientemente la candidatura presidencial de Antanas Mockus ha despertado inusitadas preferencias en un gran sector, sobre todo progresista, al punto que muchos --en un arranque de hermandad latinoamericana- se confiesan públicamente: "Quisiera ser colombiano para votar por Mockus". Pero ni Mockus es Messi ni las elecciones colombianas son el Mundial.

Mockus tiene la capacidad probada de administrador urbano. Nadie podría negar su buena gestión como alcalde de Bogotá. Se admira su creatividad y su estilo excéntrico, se halaga su locura, se envidian sus divagaciones filosóficas. Se espera en él la decencia de un profesor universitario conocido por callar a sus alumnos bajándose los pantalones y mostrando las nalgas. Pero, ¿una buena administración edil y la promesa de un gobierno honesto son suficientes para dar señales concretas de un cambio de timón efectivo en un país que enfrenta la guerra civil más larga del continente?

La izquierda local admira a Mockus, pero sabe poco que fue pionero de la privatización de la educación pública al incrementar el costo de las matrículas cuando fue rector de la Universidad Nacional. Como alcalde, hasta ahora se recuerda la ineficiente venta de la Electrificadora. Sus admiradores se hacen los ciegos con su pragmatismo -casi baylyano- de subirse al Partido Verde, que ni siquiera es una organización política enraizada, sino un vehículo como a los que pragmáticamente suele montarse (como hizo anteriormente con la organización indígena).

Las últimas semanas han develado sus limitaciones, al punto que la "ola verde" se ha frenado. Ha caído en frases confusas que necesitan posteriores explicaciones, en las que se le va semanas reinterpretando lo que dijo y lo que no. No supo aclarar si era creyente, y luego tuvo que decir que fue monaguillo y que le ha pedido a su esposa casarse por la Iglesia católica. Se peleó innecesariamente con su potencial aliado Petro al sugerir que practica teorías que justifican la violencia. Si bien puso condicionales, señaló que extraditaría a Uribe (y luego tuvo que decir que "estaba mal informado"). Pero sobre todo no promete cambios sustantivos en materia económica ni cuestiona significativamente la política de seguridad democrática de Uribe. Sólo promete "un cambio en la política", que es sobre todo una modificación de las formas y no del fondo. De todos modos, sigue segundo en las encuestas (34% versus 39% de Santos, según CNC), lo cual anuncia una definición por penales. Pero recuerde: no se ponga la camiseta sin saber antes a qué juega su equipo.

Publicado en Correo, el 22 de Mayo del 2010.

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Saturday, April 17, 2010

Mockus: la ola verde

Hace cuatro años la candidatura presidencial de Mockus obtuvo el 1.23%. En marzo tenía el 8% en las encuestas. Hoy, cuenta con el apoyo de entre el 20 y 24% de los colombianos; aún detrás del ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos quien, a pesar de experimentar un declive con respecto de la encuesta del mes anterior (de 36% a 30%), aún se mantiene arriba en las preferencias. ¿Cómo se crecen 16 puntos en las preferencias en menos de treinta días? ¿Qué tipo de volatilidad (recordemos el tsunami peruano de 1990) es ésta apenas a seis semanas de la primera vuelta? ¿En qué se basa esta “ola verde” que encabeza el ex alcalde de Bogotá?

Luego de que la Corte Constitucional de Colombia declarara infundada la tercera candidatura presidencial de Álvaro Uribe, los observadores consideraban que las elecciones se determinarían casi exclusivamente por una disputa entre los herederos de Uribe y sus opositores. La competencia tendría al “uribismo” como la división política alrededor de la cual se articularían los postores a la Presidencia. Así, por el oficialismo la pelea estaba por recibir el “guiño presidencial. De hecho, Noemí Sanín y Andrés Felipe Arias compitieron por la nominación del Partido Conservador, quien luego de la victoria interna alcanzó el 17% de apoyo. El legado del uribismo parecía estar entre las manos de Santos o Sanín; mientras que el “anti-uribismo” buscaba ser representado por la izquierda del Polo con la candidatura del ex guerrillero Gustavo Petro.

Ante este escenario polarizado, Mockus ha venido intentando una “tercera vía” que encontró viada luego del sorpresivo apoyo que tuvo el Partido Verde en las elecciones parlamentarias de marzo y de su alianza con el ex alcalde de Medellín Sergio Fajardo. Mockus elabora un discurso ciudadano, constructivo, que apela a los valores cívicos sin huirle al posicionamiento político. Conocedor de sus limitaciones (no tiene partido en un país donde la maquinaria electoral es vital), apuesta por una candidatura mediática que pone todo el peso del éxito en las características personales del catedrático y en la experiencia del gestor urbano.

Sin embargo, el entusiasmo choca con el realismo de un país con un conflicto interno, en el que la mano dura tiene aún más adeptos. En una posible segunda vuelta con Santos (dicen las encuestas), éste se impondría. Mockus es todavía un fenómeno urbano, de ciudadanos post-materiales que juegan al Facebook y al Twitter cuando hay millones de desplazados por la violencia, el narcotráfico y los paramilitares. Despierta simpatías y sanas envidias, pero la política es todavía pragmática: la compra de un voto vale más que una pastilla a la moral. Porque las candidaturas emocionales finalmente se retiran como las olas, de un momento a otro desaparecen.

Publicado en Correo el 17 de Abril del 2010

Enlaces:
José A. Godoy bosqueja la actualidad política colombiana...Uribe saliendo, ¿Mockus entrando?
El Comercio entrevista al ex alcalde de Bogotá.

Impresionante video de apoyo a la campaña presidencial de Mockus:

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Saturday, March 13, 2010

Compra de votos en Colombia

Laura lleva una lista de nombres con sus respectivas cédulas de identidad. Es un cuadernillo de más de 10 páginas. Felipe constata que los ciudadanos de esas listas estén registrados en la respectiva jurisdicción. Luego de verificar, el 70% lo está. Felipe le entrega 50 mil pesos (aproximadamente 25 dólares) por cada registro correcto y cierran el trato confiando en que aquellos nombres se traduzcan en votos para el candidato a la Cámara de Representantes para quienes trabajan, y a quien se refieren con el seudónimo de "Fredy A". Esta es una escena frecuente en Colombia durante las campañas electorales, y evidencia el nivel de profundización del clientelismo en el sistema político.

De acuerdo con encuestas nacionales, el 7% de encuestados han recibido el ofrecimiento de dinero a cambio de su voto. La proximidad de las elecciones parlamentarias de este domingo, en el que más de 2,500 políticos compiten por 268 escaños, genera diversos tipos de estrategias para conquistar al elector. Podemos clasificar dichas estrategias en tres: las que apelan a propuestas de gobierno (partidistas y/o ideológico), las clientelares (la extensión de la compra de votos de parte de todas las fuerzas políticas es abrumadora), y las personalistas (que apelan a rasgos personales de los candidatos, lo que denominan "voto de opinión", cuyo extremo sea quizás una candidata del Partido de la U que ha prometido desnudarse si sale elegida este domingo).

Tradicionalmente el clientelismo es una práctica frecuente en América Latina, y especialmente en Colombia. Los partidos políticos tradicionales (el Partido Conservador y el Partido Liberal) forjaron en cierta medida sus identidades políticas en base al mantenimiento de clientelas y prebendas. Sin embargo, en un contexto de conflicto interno, y con la existencia de recursos provenientes del narcotráfico, guerrilla y paramilitarismo, la compra de votos --ya de por sí una actividad ilícita- toma connotaciones de alto riesgo para la gobernabilidad del país. No sólo involucra un intercambio pragmático, sino que supone la pérdida de libertades individuales esenciales. La compra de votos viene de la mano de amenazas, coerciones, y en zonas de conflicto, más que el voto, está en juego la vida de los ciudadanos.

Sin embargo, el "sistema" subsiste, los partidos ganan elecciones, Uribe acata la decisión de la Corte Constitucional y se va a su casa, las instituciones se mantienen vigentes, nadie habla de asambleas constituyentes ni reformas sustanciales. Pero sólo un poco más del 50% de colombianos acuden a las urnas, y muchos de los que lo hacen son movilizados por el tipo de clientelaje y coerción que hemos descrito. ¿Cómo discutir la calidad de la representación política y de la democracia bajo este contexto? Pregunta existencial para democracias como las nuestras.

Publicado en Correo, 13 de Marzo del 2010.

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Wednesday, July 1, 2009

La Revolución y El Boxeador

En una clase de estadísticas del programa de ciencia política en una universidad norteamericana, el profesor y siete alumnos discuten como aplicar una encuesta para estudiar “compra de votos” y clientelismo en un país cualquiera. Revisando el calendario electoral quedaba Venezuela y Nicaragua como posibles países donde aplicar el “list experiment”. El azar jugó a favor de este último. También al mío. Dos meses después de mi primer viaje a ese país, regresaba a Nicaragua, a la casa de los buenos amigos, y a las interminables conversaciones sobre revoluciones, sobre sandinistas y contras, sobre heridas y memorias, sobre poetas y narradores, y también sobre un boxeador.

Camilo y Miguel pasaron por mí alrededor del medio día. Sabíamos que Alexis iba a salir aquella tarde a realizar actividades proselitistas a favor de su candidatura a la alcaldía de Managua. Recorrimos la capital. Nos deteníamos en las rotondas a conversar con sus seguidores que aguardaban su arribo. El entusiasmo desbordaba. Las encuestas no eran favorables a la candidatura del ex boxeador, pero había mucha confianza en que los resultados del domingo le darían la victoria. Alexis había alcanzado la gloria en los cuadriláteros, las medallas de campeón mundial que colgaban de su cuello daban fe del status de ídolo nicaragüense al que había llegado, una suerte de Maradona centroamericano a quien se le perdonaba todos sus “excesos”. Ahora Alexis, siempre polémico, se vestía del rojo y negro distintivos del FSLN, y salía a las calles a la búsqueda de otro tipo de victoria, la electoral.

Aquella tarde logramos cruzarnos con El Boxeador, encabezando una caravana seguida de cientos de simpatizantes. No lo suficiente como para darle la mano, pero sí como para tomarle la foto perfecta, con la V de victoria en sus dos manos.

Las elecciones fueron cuestionadas y terminaron en enfrentamientos entre sandinistas y la oposición. Las acusaciones de fraude a favor de los candidatos oficialistas nunca quedaron del todo absueltas. Sin embargo, Alexis fue declarado Alcalde de Managua, para alegría de los sandinistas y para la rabia impotente de los liberales.

Hoy leo la noticia de su muerte. Al parecer fue un suicidio. Se especula que no pudo soportar la tensión que ejercía sobre él algunos dirigentes del gobierno. Otros señalan problemas personales. De cualquier manera, El Boxeador ha detenido el tiempo hoy día en Nicaragua y será enterrado con los colores de La Revolución.

Foto del blogger: Managua, Octubre del 2008.

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Tuesday, June 30, 2009

¿Quién ganó a los Kirchner?



Francisco de Narváez es un colorado con tatuaje en el cuello que puede darse el gusto de decir que les ganó a los Kirchner. Empresario millonario, invirtió parte de su fortuna en una sorprendente y creativa campaña publicitaria que supo captar el voto útil “anti K”, al punto que terminó “robándole” votos al radicalismo en la provincia de Buenos Aires. Ante un contexto de encuestas manipuladas por el oficialismo (ver testimonios de los propios encuestadores), supo romper la imagen de invencibilidad quebrando lealtades entre los intendentes del Conurbano (lo que se vio en el corte de boleta en los comicios del domingo pasado). Supo además sintonizar con la “tinellizacion” de la política argentina, al punto de preocuparse por la evaluación del impacto de su personaje del programa El Gran Cuñado en las encuestas (ver video). Aliado de Macri, pero peronista, logra mantenerse en su banca de diputado nacional, pero incorporando 13 nuevos escaños a sus filas. ¿Tiene futuro político? Narváez es colombiano de nacimiento, por lo que sólo puede aspirar a ser gobernador de una provincia.

Más allá de Narváez, todos menos los Kirchner ganaron. Unión Pro (alianza política de centro derecha) sale fortalecida luego de estas elecciones. En la capital federal, su candidata Gabriela Michetti (ver foto) confirmó los pronósticos y obtuvo la más alta votación. La sorpresa en Buenos Aires fue la arremetida del cineasta socialista Pino Solanas (ver otra foto), quien luego de los resultados se ha “plantado” frente al oficialismo, y que con un excelente desempeño en el debate entre candidatos logró posicionarse mejor que la opción de Carrió, cuya carta en la capital no fue nítidamente progresista. Y obviamente, también ganó el Acuerdo Cívico y Social (alianza entre Carrió y Radicales), quienes ganaron en todo el país e inclusive rompieron la hegemonía K en Santa Cruz, provincia de origen de los Kirchner).

¿Es ésta la gran derrota de los Kirchner? Sí, pero dudo que sea definitiva. La renuncia de Néstor Kirchner a la jefatura del PJ ha sido interpretada como la evidencia de un cambio en la dirección del partido, inclusive como el inicio del declive del poder K. Flavia Freidenberg pronostica “el fin de la era del kirchnerismo”. Yo no estaría tan seguro al respecto. Sus aliados aún controlan entre 10 u 11 provincias, y desde el poder, los Kirchner aún pueden fabricar y renovar lazos políticos. Por ejemplo, se especula que van a repartir ministerios entre gobernadores aliados (el primer reflejo post electoral fue otorgar el Ministerio de Salud al vicegobernador de Tucumán).

En fin, casi todos le ganaron a los Kirchner, incluido Tinelli. Pero los K no han sido derrotados definitivamente.

pd. Agradezco a mi colega Ezequiel Gonzalez-Ocantos por el intercambio de ideas.

Fotos del blogger: Buenos Aires, tercera semana de junio.


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Monday, June 29, 2009

Honduras


Uno de mis mejores amigos es Pedro Traña, un ingeniero de puentes que conocí en South Bend. Gracias a las interminables conversaciones que hemos tenido sobre nuestros países, me animé a visitar el suyo hace unos meses. Obviamente, ello no me da para interpretar lo que está pasando en estos días en el país de la famosa Sopa de Caracol. Por eso le pedí a Pedro que me explique la situación actual en Honduras “para dummies”, algo así como si fuera una conversación más en su sala de televisión antes de un partido de la Libertadores. Pidiéndole su permiso, comparto con ustedes --tal cual-- el correo electrónico que me envió. No es ningún análisis politológico, ni político, ni ideológico…simplemente la reacción sobre los sucesos de un ingeniero con mucho sentido común, quizás el menos común de los sentidos.

Todo se desencadenó porque el Presidente llamó a una encuesta popular para preguntarle al pueblo si estaba de acuerdo o no a que el próximo 29 de noviembre se instale una cuarta urna para que los hondureños decidan si están de acuerdo o no con que se convoque a una asamblea constituyente para reformar la constitución...o sea era una encuesta sobre una posible consulta para las elecciones presidenciales....

La oposición no quería de ninguna manera que pase esta consulta, porque según ellos el presidente se quería reelegir.... cosa que el negó... pero la verdad es que Zelaya, es el primer presidente de izquierda en Honduras (la verdadera izquierda, no esa caviar) y es muy popular en los sectores más pobres de Honduras... y a mi juicio, el cometió un error al aliarse en demasía con Ortega, Chávez, Correa y el Alba en general... cosa que la oposición ha usado para decir que Zelaya se quiere quedar para siempre en el poder (cosa que discrepo).

A nivel de sindicatos, grupos campesinos, indígenas y en el interior del país su apoyo es fuerte....como vos sabes, eso no le agrada y no le conviene a los grupos económicos y políticos tradicionales de mi país y a sabiendas de su popularidad vieron que sus intereses estaba seriamente comprometidos....

Y entonces, el Congreso y la Corte Suprema controlada por los golpistas de ahora, declararon la encuesta "ilegal"...y llamaron al ejecito para sacarlo del país al presidente....

Es una historia larga... quiero aclarar que si bien Zelaya en los últimos meses hacia cosas populistas pseudo-chavistas con las cual estaba en desacuerdo, eso no le da derecho a esta pacotilla de criminales tomarse el poder por la fuerza....man, si estas en desacuerdo con su postura de que haya una asamblea constituyente, la gente que vote NO como debería de haber pasado este domingo...si estas en acuerdo vota SI....así de sencillo....tanta alharaca y energía utilizó la oposición para frenar la consulta...Cuál es el miedo?.... Por qué no invirtieron toda su energía en hacer campaña para el NO?...

Independientemente si estas a favor o no con el actual presidente, o si sos derecha o izquierda....tenés que dejar que el presidente electo termine su mandato...no jodan!.....ya solo le quedaba hasta el 27 de enero del 2010 para que acabe su periodo.... tengo que decirte, la derecha en Honduras no es una derecha mas "progresista", más al centro, como la que podría haber en Perú....ésta es una derecha totalmente anacrónica, reacia a cualquier cambio...esa es la triste realidad de Catracholandia.........

Fotos del blogger: Sede del Congreso en Tegucigalpa, Agosto del 2008

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