El radical eres tú
Al inicio de la campaña electoral de 2011, Ollanta Humala era considerado por muchos un candidato “radical”. Su posición a favor de un cambio profundo en el modelo económico y político lo hacía aparecer como un líder con posiciones extremas. Una vez conquistado su electorado “extremista” (y ante la ausencia de competencia en esa esquina del espectro) buscó nuevos adeptos al medio, lo cual explica, entre otros factores, su triunfo. Sin embargo, ello no significa que el electorado radical haya desaparecido. Por el contrario, sigue ahí esperando ver satisfechas las expectativas que despertó el actual presidente.
La semana pasada estuve en Puno entrevistando a dirigentes sociales y autoridades locales. Esta región tiene todos los elementos para incubar una cultura política contestataria: economía informal creciente (desde contrabando hasta narcotráfico, pasando por la minería informal), tradición política radical, identidades colectivas (indígena) ‘movilizables’ y liderazgos con capacidad de articular oposiciones, aunque lejos de construir una representación sostenible como proyecto político. Las cabezas del “movimiento social” apenas sobreviven una estación. Walter Aduviri, el más conspicuo de ellos, deja en estos días su cargo de presidente del Frente de Defensa de los Recursos Naturales de la Zona Sur de Puno, en medio de disputas internas. Pero ello no necesariamente significa el fin de su carrera.
En política no hay vacíos. Y si los partidos nacionales no tienen presencia en espacios regionales como Puno, se abre campo para aquellos como Aduviri que sean capaces de hacer trabajo político. No lidera una organización cohesionada, pero tiene un discurso que cala en medio de tanta insatisfacción. “Humala tiene el gobierno, pero no tiene el poder”. Así resume su posición frente al actual mandatario. “Yo solo defiendo los intereses de mis hermanos y por eso me dicen radical”, continúa. Las plataformas de lucha –tiene razón– son finalmente la articulación de los intereses que defienden los locales, en este caso el derecho sobre sus tierras. Bajo esta lógica, tan radical y extremista son también las posiciones de empresarios y élites mineras que por ejemplo sostienen la sinrazón de que las comunidades indígenas fueron “inventadas por Velasco” (Roque Benavides dixit), desconociendo así la historia y la sociedad fuera del alcance de los Starbucks.
La principal diferencia es que los radicales de izquierda hacen trabajo político en las bases y en los bloqueos, mientras que el radicalismo empresarial en el lobby de altas esferas. Pero también que los primeros pueden asociarse con facilidad para la destrucción de la democracia. El Movadef (Movimiento Por Amnistía y Derechos Fundamentales), conformado por ex reos que cumplieron condena por terrorismo, tienen una presencia intensa en algunas comunidades puneñas.
Si a ello le sumamos sus brazos estudiantiles en las universidades nacionales de la zona, su cercanía con el etnocacerismo (una combinación de discurso clasista con indigenista ‘new age’) y la impronta de Aduviri en el movimiento social puneño, el abrazo entre éste y Antauro Humala tiene mucho sentido. Hasta el momento, el Presidente Humala ha logrado incorporar medianamente bien a los radicales empresariales (la negociación del gravamen minero es el mejor ejemplo). Pero de él también depende bajar la intensidad del extremista antisistema y evitar que la violencia vuelva a convertirse en una alternativa política. Evitar que Puno sea el Ayacucho del nuevo siglo.
Publicado en Correo Semanal, 29 de Setiembre del 2011.