Clientelismo
El director de este diario me preguntó hace unos días, a la luz del trabajo de campo que realicé en Bogotá, si la compra de votos es un fenómeno factible en el Perú. La posibilidad que un elector reciba 60 soles (el equivalente en Colombia) a cambio de su voto es una tentación significativa, sobre todo en zonas pobres. Sin embargo, esta práctica clientelar (y delictiva), tan extendida en el vecino país, resulta poco probable en el nuestro. No porque la rechacemos, sino porque ningún partido está en la capacidad organizativa (no económica) de hacerlo. En otras palabras, nuestros partidos, aunque quisieran, no podrían organizar un sistema de operadores políticos, maquinaria, vigilancia y monitoreo que implique un sistema coercitivo efectivo de dinero que se traduzca en votos. No hay compra de votos eficiente, sin partidos organizados.
Pero ello no implica que el clientelismo esté fuera de alcance en nuestro país. Por el contrario, creo que ha sido y será uno de los principales protagonistas de las próximas elecciones y, hasta podría ser el determinante de los resultados. Existen tres tipos de vínculos entre políticos y electores: programático y/o ideológico (por ejemplo, la izquierda que ataca al neoliberalismo y al “sistema”; la derecha a los radicales y “chavistas”); personalista (por ejemplo, el voto al outsider del que sólo tenemos apreciaciones en base a su imagen); y el clientelar (el clásico “¿qué me das a cambio?”). El combo perfecto, el que no tiene pierde, es el que puede sintetizar los tres. El caso de Evo Morales en Bolivia es paradigmático en ese sentido: se nacionalizan empresas de capitales extranjeros asociados a contratos “injustos” (apellidados “neoliberales”) (lazos programáticos), con cuyos fondos se financian bonos –entregas de dinero en efectivo—a poblaciones en riesgo—en contextos electorales (lazos clientelares), los cuales son interpretados como una reivindicación histórica de poblaciones marginales que se identifican con el origen étnico del Presidente (lazos personalistas). El resultado: el primer político boliviano que obtiene dos tercios de la votación nacional.
Obviamente es poco probable que tal conjunción de vínculos se dé en las próximas elecciones peruanas. Los lazos programáticos han demostrado su superficialidad en períodos no electorales (ni García ni Humala, que apelaron a ellos, mantienen el respaldo de la última elección). Los lazos personalistas son muy frágiles, sobre todo cuando los liderazgos políticos son mediocres, coyunturales o de baja intensidad (Toledo). Entonces queda el inefable vinculo clientelar, ya sea como recuerdo (el fujimorismo), como práctica (Kouri) o como posibilidad (ambos). Los que sepan generarlo (en la práctica o como expectativa) tendrán un pie en la segunda vuelta. La lucha política no es sólo entre honrados y corruptos, como se quiere plantear, sino también entre los que apelan a distintos vínculos. Veremos.
Publicado en Correo, 27 de Marzo del 2010.
Pero ello no implica que el clientelismo esté fuera de alcance en nuestro país. Por el contrario, creo que ha sido y será uno de los principales protagonistas de las próximas elecciones y, hasta podría ser el determinante de los resultados. Existen tres tipos de vínculos entre políticos y electores: programático y/o ideológico (por ejemplo, la izquierda que ataca al neoliberalismo y al “sistema”; la derecha a los radicales y “chavistas”); personalista (por ejemplo, el voto al outsider del que sólo tenemos apreciaciones en base a su imagen); y el clientelar (el clásico “¿qué me das a cambio?”). El combo perfecto, el que no tiene pierde, es el que puede sintetizar los tres. El caso de Evo Morales en Bolivia es paradigmático en ese sentido: se nacionalizan empresas de capitales extranjeros asociados a contratos “injustos” (apellidados “neoliberales”) (lazos programáticos), con cuyos fondos se financian bonos –entregas de dinero en efectivo—a poblaciones en riesgo—en contextos electorales (lazos clientelares), los cuales son interpretados como una reivindicación histórica de poblaciones marginales que se identifican con el origen étnico del Presidente (lazos personalistas). El resultado: el primer político boliviano que obtiene dos tercios de la votación nacional.
Obviamente es poco probable que tal conjunción de vínculos se dé en las próximas elecciones peruanas. Los lazos programáticos han demostrado su superficialidad en períodos no electorales (ni García ni Humala, que apelaron a ellos, mantienen el respaldo de la última elección). Los lazos personalistas son muy frágiles, sobre todo cuando los liderazgos políticos son mediocres, coyunturales o de baja intensidad (Toledo). Entonces queda el inefable vinculo clientelar, ya sea como recuerdo (el fujimorismo), como práctica (Kouri) o como posibilidad (ambos). Los que sepan generarlo (en la práctica o como expectativa) tendrán un pie en la segunda vuelta. La lucha política no es sólo entre honrados y corruptos, como se quiere plantear, sino también entre los que apelan a distintos vínculos. Veremos.
Publicado en Correo, 27 de Marzo del 2010.
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