Arguedas y Castañeda
Castañeda ha logrado sintonizar con una ciudadanía despolitizada, desideologizada, incrédula pero que recompensa electoralmente la obra concreta. Formado en AP, Castañeda es un heredero de Belaunde pero también un seguidor del fujimorismo social. "Mudo" por falta de habilidad, pone "a hablar" a las obras que apuntan a los sectores C y D de Lima (donde va primero). Castañeda es provinciano, proviene de un Chiclayo de comerciantes, un migrante pragmático que no aspira a hacerse un espacio en la Lima tradicional, sino a erigir la suya propia. Su idea de ciudad era esa Lima "periférica" donde a falta de clubes privados tuvieron sus propios parques municipales, donde a falta de seguridad social tuvieron hospitales y escaleras solidarios. Cuando fue alcalde, privilegió la Lima de los conos, por eso quizás las clases acomodadas no le aprecian tanto o interpretan como molestia ("Lentopolitano"), lo que es el mejor legado para los limeños que transitan en sistema de transporte público.
Esa nación mestiza, chola, amalgama de diversas matrices culturales, es quien ha construido sus propias Limas (bautizándolas como Lima Norte y Lima Sur), y son las que Castañeda, calladito no más, ha logrado representar. Esa representación es elemental: no tiene un discurso político, no depende de un liderazgo carismático (Castañeda está más cerca de un gris funcionario público que de un líder de masas), no tiene maquinaria política; pero le ofrece al electorado limeño C y D lo que busca. Es un buen "comerciante", analiza un sociólogo experimentado: "porque vende lo que la gente quiere, no tiene que palabrear". ¿Es suficiente para ser presidente? Quizás no. Tiene problemas para llegar al resto del país, porque algo de partido hay que construir (Solidaridad Nacional tiene límites). Pero ha demostrado que esa empatía con el mestizo arguediano no se desinfla tan rápidamente como varios pronosticaban. Y para ello no tuvo que cantar en quechua a dúo con Solier.
Publicado en Correo, 22 de Enero del 2011.
Labels: Debates