Saturday, February 6, 2010

Hasta la derrota, siempre

En los últimos meses hemos observado procesos electorales en Sudamérica con un balance positivo para la izquierda de los respectivos países. En Bolivia, el MAS logró consolidarse como la fuerza política más fuerte de los últimos cincuenta años en base a una política gubernamental que combina ideología radical, identificación étnica y clientelismo en un solo combo político. En Uruguay, el Frente Amplio (FA) ha logrado la primera reelección de la izquierda en ese país presentando nada menos que a un ex guerrillero que, paradójicamente, llegó al poder gracias al "juego burgués de las elecciones". Con un componente ideológico elaborado y el control de la maquinaria electoral, el FA buscará consolidar su hegemonía en las elecciones subnacionales de abril. En Chile, y a pesar del desgaste de 20 años en el gobierno, la Concertación resignó una derrota ajustada, quizá demasiado premio para un candidato que expresaba todo lo contrario a lo que pedía su país: renovación. Sin embargo, la izquierda chilena pasa a la oposición con la Presidenta más popular de la historia reciente, y con la satisfacción de haber echado abajo el mito de que en Chile sólo se podía mantener el crecimiento económico con Pinochet.

Resulta triste ponerle a la izquierda peruana el espejo de sus compañeros sudamericanos. Pero quizás es más penoso aún buscar en ellos una receta. Las candidaturas (algunas "microcandidaturas") que se apuestan en ese lado del continuum político carecen de los elementos que explican el éxito de los modelos que quieren seguir. La amalgama de ideología e identidad política de Morales, la solidez de un aparato político con presencia territorial (FA) y la capacidad tecnocrática dirigencial (Concertación) están en las antípodas del capital político que la izquierda peruana ofrece, respectivamente: "líderes" con el carisma de un director de colegio fiscal; cuadros adiestrados en la audacia política propia de los talleres con papelógrafos y plumones (y encima con broncas al interior), y especialistas de las ONG que sólo han administrado presupuestos para los sándwiches del San Antonio.

Pero intentemos por un momento seguirle la corriente a sus "ideólogos-wannabe" que anuncian matinée-vermouth-y-noche que estamos ante un "momento constituyente" (¿no era "revolucionario", profesor?). A ver, mano en el pecho, mi estimado líder eterno de las masas combativas (o ex ministro toledista, como prefiera en esta ocasión): ¿realmente cree que están en la capacidad de administrar un país y llevar adelante esa "gran" transformación que -según ustedes- "el pueblo" aclama? La actual variedad y apoyo a candidaturas de derecha y el declive de las de izquierda muestran fehacientemente una vez más los espejismos de una izquierda perdida en su desierto. ¿Un fracaso más no importa? Hasta la derrota, siempre, queridos amigos.


Publicado en Correo, 6 de Febrero del 2010.

Link: La Izquierda, vista desde Cajamarca por Y. Luna.

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1 Comments:

Anonymous Jomra said...

Salud

Lo triste es que tienes bastante razón. A ello hay que sumarle más cuestiones, y que la izquierda insiste en buscarse el suicidio político un día sí y otro también por alguna extraña razón... Y se suman a proyectos que en el fondo son contradictorios con la esperanza que los (pocos) puntos en común redunden en favor de un proyecto nunca explicado del todo... Es una lástima.

Habrá que comenzar a construir y no solo a criticar, supongo.

Hasta luego ;)

February 7, 2010 at 4:28 AM  

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