Lo que intenté con el
post anterior es exponer algunos elementos para comprender las protestas estudiantiles (como la sanmarquina) para trascender interpretaciones esencialistas, simplistas, estereotipadas (por ejemplo: “son revoltosos”, plop!). No creo tener “la” explicación. Este es un blog, no una investigación exhaustiva. El tema de las protestas estudiantiles es bastante complejo y no soy un especialista. Pero, desde el marco de las teorías de los conflictos sociales me animo a buscar una interpretación a este caso. No es que me falte empatía con él; más bien no la quiero tener, precisamente por respeto al análisis.
Para complementar los factores presentados en el post anterior (y de paso subrayar que no pretendo reducir la explicación del caso al recurso “tiempo”), presento otros elementos de la “ecuación protesta social”, tomando en cuenta muchos de los comentarios que he recibido. A los elementos: tiempo, organización, tradición y, obviamente, justificación, se le añaden los siguientes:
5. La “racionalidad” de la violencia.En un
post anterior, me referí a las diversas formas de cómo la violencia resulta racional: para tener acceso a la política convencional, para informar a los políticos convencionales de trastornar el establishment político, para pugnar por recursos, y para cambiar los alineamientos políticos. Veamos como funciona esta “racionalidad” en el caso de San Marcos.
5.1. La Efectividad de la violencia (y la inefectividad de las salidas “institucionales”). Existe una Mesa de Diálogo entre la UNMSM y la Municipalidad de Lima, la misma que desde hace varios meses ha tratado de resolver los impasses alrededor de la construcción del anillo vial de la Avenida Venezuela. Sin embargo, este espacio “formal” no ha logrado sus objetivos. Juntar firmas o presentar el caso al Poder Judicial, han sido algunas alternativas planteadas con cierta inocencia. La protesta social resulta –no sólo en el caso de San Marcos (como lo indica Carlos del Carpio), sino en el país en general—mucho más efectiva como mecanismo de presentación de demandas. Además existen antecedentes. Una comentarista del blog (Catalina) señala, en base a su experiencia como estudiante en dicha universidad, que mucho de los “logros” estudiantiles por los que pugnó su base (por ejemplo, cambio de decano), se logró gracias a protestas y movilizaciones. La protesta resulta así más efectiva, paradójicamente tiene menos costos que los procedimientos formales.
5.2. La Efectividad para llamar la atención (cuando no se la dan).La protesta permite llamar la atención ante la opinión pública. Como lo mencionó un comentarista de este blog (Diego), la prensa no cubre las noticias de las negociaciones, sino cuando la protesta estalla, “cuando la sangre llega al río”. La protesta termina siendo –a pesar de su racionalidad—no el primer recurso empleado, sino expresa precisamente el fracaso de la institucionalidad (Jorge CP detalla en los comentarios del post anterior todos los hechos previos a la protesta). No se trata pues de “revoltosos”, de “rojos”, de “radicales”, sino de comportamientos que obedecen a una lógica donde la violencia es, lamentablemente, un paso más dentro de otros.
6. La protesta como parte de la política convencional.La protesta social se está “formalizando” en el país. Los conflictos sociales han convertido en parte de las alternativas del juego político, tanto en contextos regionales, como en espacios más circunscritos como el universitario. Es una demostración de fuerza, es publicidad, es capacidad de presión. La protesta permite que, en este caso, que la demanda sea recibida en el Congreso, que se hagan llamados al Ejecutivo, que sea una alternativa de creciente legitimación, precisamente por la incapacidad del Estado de utilizar los canales formales, y por la ineficacia de las instituciones.
7. La ley del 5%. No todos protestan. Liechbach señala que hay una suerte de ley del número de manifestantes en una protesta. Normalmente, del total de afectados por un hecho, sólo el 5% de ellos vence los problemas de acción colectiva y salen a manifestar su insatisfacción. Las protestas “masivas” se explican más por la ampliación del grupo de afectados, que por la capacidad de movilización. Esto puede aplicarse al caso de San Marcos. El número importante de manifestantes y activos movilizados no debe superar (pregunto) al 5% del total de estudiantes. Sin embargo, ya de por sí es suficiente para causar el impacto que ha generado.
En conclusión, los conflictos sociales resultan siendo fenómenos muy complejos, por lo tanto
es muy difícil predecirlos.
Dudo de aquellos que dicen que pueden indicar donde van a estallar los próximos conflictos sociales, simplemente porque no se tiene un registro de todos los elementos (por ejemplo, recursos y organización) para hacerlo. Por ejemplo, la Defensoría del Pueblo presentó una lista de conflictos en riesgo de estallar, entre los cuales, en la región Lima sólo figuraba el caso del colector La Perla (a pesar que tenían registrado el caso de San Marcos). Finalmente, el que terminó “explotando” fue San Marcos, porque este tipo de reportes, no consideran (entre sus elementos de análisis), los recursos organizativos de los actores demandantes (tejido orgánico, tiempo, capacidad de movilización de los dirigentes, etc.). No es lo mismo un conflicto en el que están involucrados pobladores sin una organización fuerte, y otros sindicalizados o agrupados en federaciones como el caso de los estudiantes sanmarquinos.