No soy periodista. No tengo la presión de llegar al momento de la noticia. Tengo la justificación de la tardanza y el pretexto disciplinario de tomar “distancia” para analizar. En las últimas semanas, decidí dejar descansar los libros de texto y las bases de datos, y recorrer los pasos perdidos de carreteras tomadas, donde el humo de las llantas quemadas duran más que un gabinete de ministros. Libreta de notas e hipótesis para todos los gustos (“la pobreza es el caldo de cultivo para los conflictos”, “hay conflictos donde no hay Estado”, “todo es parte de una conspiración internacional y del sabotaje de azuzadores radicales en contra del crecimiento económico del país”, etc.). Esta es la crónica de un sociólogo que estudia conflictos cuando los reportes oficiales indican que ya fueron. Si, Juan.
1. Todo comenzó en Ilave. Más de cuatro mil metros de altura. A eso súmenle el friaje. Regreso a Ilave cinco años después, cuando la tercera ciudad de Puno era sinónimo de un Fuenteovejuna aymara que había “hecho justicia” por sus propias manos al asesinar a su corrupto (sic) alcalde (Años después la Fiscalía demostraría su inocencia). Al llegar a la Plaza de Armas parece que nada cambio. Los gigantescos ventanales de un palacio municipal de seis pisos, los chamanes mirando el futuro en hojas de coca a la entrada de la iglesia, y los mismos dirigentes locales sentados en la ferretería de la esquina de siempre.
“¿Se acuerda de mi, don Julián?”. “Su cara se me hace conocida”, me responde. Julián Rivera fue uno de los dirigentes locales que estuvo en las movilizaciones contra el ex alcalde Cirilo Robles, y que después impulsara la “candidatura única” de Miguel Ángel Flores, quien en elecciones complementarias, sucedería a la autoridad desaparecida. Hoy Flores es considerado por el mismo Rivera como un “traidor”: “Nosotros colocamos a Flores en la alcaldía, y luego se fue con el Apra”.
Miguel Angel Flores fue ungido como “candidato único” por los sectores movilizados de Ilave, quienes se negaban a la posibilidad de que perdiera las elecciones ante cualquiera de los otros 10 candidatos. A pesar del apoyo de los grupos movilizados, Flores ganó con apenas el 22% de los votos. Al día siguiente de la elección y todavía con la resaca electoral intercambié palabras con él y sus seguidores, quienes optimistamente pronosticaban un futuro congresal. Hoy Flores tiene un programa radial en Puno y pasó sin pena ni gloria por el sillón edil. Como dice Rivera, “todo lo demás sigue igual”: la carretera Ilave-Masocruz es todavía un proyecto, las comunidades campesinas continúan exigiendo mayores recursos presupuestales, y se sigue dudando de la honestidad de las autoridades ediles. Antes de despedirme, Rivera me entrega la fotocopia de un volante en el que se exhorta a los ilaveños a solidarizarse con Pizango: “A éste es al que necesitamos”, me dice, mostrándome una foto del líder amazónico.
2. El azuzador retirado. En el 2001, Washington Román era el último en firmar, en Palacio de Gobierno, el Acuerdo Nacional como Coordinador Nacional de los Frentes Regionales. La revista Caretas le había dedicado varios reportajes calificándolo de “radical” y “azuzador”. Su carrera política era promisoria: de secretario general de Construcción Civil de Cusco, a secretario general de la Federación de Trabajadores Cusqueños, se alzaba como el principal dirigente social de la región imperial. Protagonista en paros, pero cauteloso en la construcción de propuestas regionales, Román ya era un personaje nacional, paseándose por los sets de Rosa María Palacios y Jaime De Althaus. En el 2002, postuló a la presidencia regional de Cusco por un frente regional que combinaba la fuerza de los sectores movilizados y la propuesta de la tecnocracia e intelectualidad local. Su candidatura obtuvo el 2% de los votos válidos.
Pareciera que 7 años después, aún se interroga sobre la causa de su derrota. ¿Es que acaso un líder que emerge de las movilizaciones sociales no es capaz de ganar una elección? Esa parece ser una constante que encontramos en regiones tan distintas como Huánuco, Puno, Ayacucho. Pero no necesariamente es una regla irrompible. Segundo Santos, un dirigente rondero del MNI quedó segundo en las elecciones regionales de Cajamarca el 2002. Jorge Espinoza, de Patria Roja, fue elegido Presidente Regional de Pasco, en una alianza regional que convocó desde radicales hasta apristas. En un café frente a la Plaza de Armas de Cusco, Román examina su pasado, confiando en una siguiente oportunidad. Hoy el ex movilizador, retirado de la “lucha social”, tiene un programa televisivo en un canal de cable cusqueño. Los últimos dos presidentes regionales han sido periodistas (Cuaresma y Gonzales), y parece que ese es el salto que requiere para consolidar su protagonismo político: de las calles al micrófono. “¿Qué te queda de tus momentos de figuración nacional?”, le pregunto. “Me quedé con el lapicero de Toledo como recuerdo”, responde con una sonrisa que por cachosa no deja de ser melancólica.
3. Los Frentes de espaldas. Erase una vez, en un tiempo no muy lejano, frentes regionales que organizaban grandes movilizaciones y ponían en jaque a gobiernos autoritarios (Fujimori) y democráticos (Toledo). Por aquél entonces la lucha por la democracia significaba descentralización, y los frentes eran, para muchos, la renovación de la clase política, el sistema político en ciernes, la esperanza de un mañana con nuevas representaciones políticas. Los que los veíamos con cierto desdén, ahora los recordamos con nostalgia.
Los frentes regionales eran algo así como los remanentes post-partidos de una izquierda provinciana que siempre criticó el centralismo limeño, y que habían logrado capacidad de resistencia regional frente el autoritarismo fujimorista. Hacia la transición democrática, lograron articular proyectos regionales como Nueva Amazonia en el Oriente, Plataforma Regional en Cusco, el Partido Humanista en Lambayeque. Luego de las primeras elecciones regionales del 2002, intentaron coaliciones macro-regionales y nacionales. Llegar al partido nacional “desde el interior”, desde “las regiones”: Diálogo Social, el PDS, entre otros, fueron vendidos por la izquierda progresista como los esfuerzos renovadores de una clase política con futuro. Yehude Simon, Vladimiro Huaroc, César Villanueva serían los protagonistas que desde Lambayeque, Junín y San Martin (respectivamente) evitarían que el Perú siga colapsando a causa de un centralismo endémico.
Han pasado un poco más de cinco años luego de que asumieran por primera vez el cargo de gobiernos regionales muchos de los provenientes de esta clase política regional. Los Frentes han evidenciado su falta de representatividad y han sido reemplazados por locutores radiales (Hugo González como Presidente Regional de Cusco, Hernán Fuentes como Presidente Regional de Puno) y por comités de lucha que llevan a ministros a Moquegua, Bagua, Andahuaylas y Sicuani. Las plataformas regionales (una suerte de propuesta política y técnica hecha entre operadores políticos y técnicos de ONG) y las cabalgatas y marchas de sacrificio a la capital exigiendo descentralización (así surgió Federico Salas) han sido desplazados por bloqueos de carreteras y secuestros de autoridades al paso, que desde la lejanía de un provincia rural desafían el optimismo presidencial y empresarial. Los nuevos actores de la política local provienen de “más adentro”, de las comunidades campesinas antes aisladas y subordinadas a la capital provincial, y que ahora, en su búsqueda de representatividad contenciosa, hacen que a su costado los “remanentes” de los viejos partidos sean tan tradicionales como sus pares limeños.
4. La conspiración internacional. Hugo Llano entra la oficina de una ONG en Puno buscando a un promotor social. “¿Tienes los análisis de la Inter-Oceánica?”, pregunta algo ansioso. “Voy a una reunión en el Gobierno Regional, y necesito esos datos con urgencia”, se justifica. A Llano, sus amigos le dicen “Áspero”, debido a su ánimo rebelde, el mismo que lo ha llevado desde las comunidades campesinas de El Collao a la organización de la IV Cumbre Abya Yala que se realizó hace unas semanas en Puno y que albergara a mas de 10 mil representantes de diversas comunidades étnicas de las Américas. La historia cuenta que en la clausura final del evento, compartió la mesa principal con Alberto Pizango (hoy exiliado en Nicaragua), Miguel Palacín y un par de parlamentarios bolivianos. ¿Es Llano el hilo de la madeja que nos puede llevar a la tan mentada “conspiración internacional”?
El gobierno insiste y cierto sector de la prensa complementa: Es el Perú-Avanza versus el Chavismo-Evismo-Boliviano-Anti-Sistema. Casas ALBA en Puno, parlamentarios bolivianos entrando y saliendo de nuestro territorio, ciudadanos venezolanos en las protestas. En el Sur Andino –ese que voto a la izquierda en los ochentas y a Humala en el 2006-- se constata algo evidente para antropólogos e historiadores: La Paz-Puno-Cusco es una continuidad económica, social y (por qué no?) política. Circula contrabando, así como ideas. La mentada conspiración parece en todo caso ser ante todo un sentido común político compartido, el anti-sistema es una narrativa vigente ahí donde ningún partido echó raíces, y entonces la Bolivia de Evo es el simple reflejo en el que se miran los que están al otro lado del Titicaca.
Qué tal si no te creo? Claro pues, nunca vas a aceptar que eres parte de un plan para tumbarte al sistema democrático. Bajo ninguna circunstancia vas a aceptar que recibes financiamiento internacional de Venezuela, que en los foros internacionales “otro mundo es posible” has recibido adiestramiento y recursos. Como me convences que no es asi? Washington Román se molesta ante la pregunta. Se indigna y responde: “¿Tú crees que seis bolivianos van a venir a decirme lo que hay que hacer? ¿Tú crees que los cusqueños nos vamos a dejar mandar de ese modo? No me falten el respeto con esa pregunta”. Say no more.
5. Todo termina en la Av. 28 de Julio (Miraflores). Mientras retira sus pertenencias personales de la oficina que lo acogió por 9 meses, Simon recuerda sus inicios en el Frente de Defensa de Lambayeque hacia principios de los ochenta. Un largo camino que combinó las luchas sociales provincianas, el radicalismo subversivo como una alternativa desesperada a la crisis, el Congreso de la República, la cárcel, la gloria electoral, la clandestinidad, el mea-culpa, y una nueva oportunidad. Quizás en su biografía personal se puede sintetizar la historia política de nuestro país: la esperanza de una izquierda desunida, la tentación y fracaso del terrorismo, el autoritarismo represivo de los noventa, y la alternativa regional del nuevo siglo que parece culminar con el Baguazo. La vida de Simon parece una mala película hollywoodense –llamémosla Inocencia Interrumpida--, que por tener tantas secuelas termina siendo un fiasco mayor.
Antes de dejar el despacho, lee la última comunicación oficial que recibió del Presidente, en la que se le agradece por los servicios prestados. En ese instante recuerda todas las veces que no le contestó el teléfono.
Publicado en
Dedomedio
en Agosto del 2009. Ilustración de Alvaro Portales.
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