Que (no) se escuche su voz
Por el Día de la Mujer he leído posts y crónicas sobre la situación de un tipo de ellas. Inspirado en el escrito por Susana Villarán, quiero presentar una historia alternativa. (¿Cualquier parecido es pura coincidencia?). Tómelo en serio, tómelo como broma. Tómelo con cola, si así lo desea.
Maripí no sabe que el 8 de marzo es el día internacional de la mujer, tampoco su vecina Teté, y como a ella a un gran número de viejas pitucas no le importa.
Para Maripí el día empieza como todos, demasiado tarde. En su jacuzzi aún duerme Diego quien la noche anterior llegó tomado y a quien forzó a tener sexo con ella; lo violó. Maripí lo mira, se huele impregnada de olor a trago barato y a perfume de Polvos Rosados (Este huevón seguro viene de las Suites…). Maripí se ve a sí misma en ese pequeño trozo de espejo sobre el jacuzzi en la que cada mañana se lava la cara con sus cinco cremas anti-arrugas. Se frota fuerte a ver si puede, por fin, sentirse algo joven.
Maripí se siente sola y también Teté a quien le pasa lo mismo (sic). Ellas no saben de la izquierda caviar, de las mesas de concertación, del Acuerdo Nacional ni de leyes. Cada vez que sus maridos las “ningunean”, no aguantan y se van de vacaciones al Caribe; así le dijo al estilista de Amarige cuando fueron con el chisme de las dos amantes de Diego: “Qué le harán esas huachafitas misias, por ellas nos ningunean”.
Ni Maripí ni Teté tienen dónde voltear la cabeza. Hay mucho chol@ ya en Lima.
Mientras Maripí y Teté sean maltratadas en la ciudad que fundaron sus abuelos y las ninguneen (no sólo sus maridos), les toquen el claxon desde el tico y la combi, mientras no entiendan el dizque castellano con el que les habla el cholo del policía, la igualada del Fiscal o el “étnico” del Juez. Mientras Maripí y Teté sientan vergüenza ajena por sus maridos que no les cumplen, sin saber siquiera que existe un talk-show donde declarar su caso o el Jazz Zone donde ahogar las penas.
Mientras ellas amanezcan y se acuesten con mascarillas en la cara, tendrán que seguir luchando.
Mientras se tengan que provocar a los inútiles de sus maridos con palos de polo o afrodisiacos exóticos poniéndolos al filo de un cáncer a la próstata, tendrán que seguir luchando.
Mientras tantas viejas pitucas se hagan las cojudas ante el abuso de sus hijos con sus empleadas o sentirse excluidas de su cuidad (caracho, que se habrán creído estos serranos).
Mientras sientan que hay mucho igualado últimamente, tendrán que continuar en la brega.
Que Maripí y Teté, al estirar sus manos, encuentren a un joven apuesto, presto y solidario.
Maripí no sabe que el 8 de marzo es el día internacional de la mujer, tampoco su vecina Teté, y como a ella a un gran número de viejas pitucas no le importa.
Para Maripí el día empieza como todos, demasiado tarde. En su jacuzzi aún duerme Diego quien la noche anterior llegó tomado y a quien forzó a tener sexo con ella; lo violó. Maripí lo mira, se huele impregnada de olor a trago barato y a perfume de Polvos Rosados (Este huevón seguro viene de las Suites…). Maripí se ve a sí misma en ese pequeño trozo de espejo sobre el jacuzzi en la que cada mañana se lava la cara con sus cinco cremas anti-arrugas. Se frota fuerte a ver si puede, por fin, sentirse algo joven.
Maripí se siente sola y también Teté a quien le pasa lo mismo (sic). Ellas no saben de la izquierda caviar, de las mesas de concertación, del Acuerdo Nacional ni de leyes. Cada vez que sus maridos las “ningunean”, no aguantan y se van de vacaciones al Caribe; así le dijo al estilista de Amarige cuando fueron con el chisme de las dos amantes de Diego: “Qué le harán esas huachafitas misias, por ellas nos ningunean”.
Ni Maripí ni Teté tienen dónde voltear la cabeza. Hay mucho chol@ ya en Lima.
Mientras Maripí y Teté sean maltratadas en la ciudad que fundaron sus abuelos y las ninguneen (no sólo sus maridos), les toquen el claxon desde el tico y la combi, mientras no entiendan el dizque castellano con el que les habla el cholo del policía, la igualada del Fiscal o el “étnico” del Juez. Mientras Maripí y Teté sientan vergüenza ajena por sus maridos que no les cumplen, sin saber siquiera que existe un talk-show donde declarar su caso o el Jazz Zone donde ahogar las penas.
Mientras ellas amanezcan y se acuesten con mascarillas en la cara, tendrán que seguir luchando.
Mientras se tengan que provocar a los inútiles de sus maridos con palos de polo o afrodisiacos exóticos poniéndolos al filo de un cáncer a la próstata, tendrán que seguir luchando.
Mientras tantas viejas pitucas se hagan las cojudas ante el abuso de sus hijos con sus empleadas o sentirse excluidas de su cuidad (caracho, que se habrán creído estos serranos).
Mientras sientan que hay mucho igualado últimamente, tendrán que continuar en la brega.
Que Maripí y Teté, al estirar sus manos, encuentren a un joven apuesto, presto y solidario.
Labels: Ficciones
2 Comments:
Ya pareces la China Tudela, no se sabe si las estas ofendiendo o homenajeando...
Amazilia
Ninguna de las anteriores. Gracias por visitar mi blog.
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