¿Qué es un outsider? (O la historia sin fin)
Hace tres años escribí una columna que lleva el mismo nombre de este post. Como sostuve, un outsider es alguien nuevo en política. Pero no todos los nuevos en política son outsiders. Para serlo su capital electoral tiene que provenir desde afuera del sistema político. Por ejemplo, las elecciones de 1990 se disputaron claramente entre dos outsiders: Vargas Llosa (cuyo prestigio provenía de la literatura) y Alberto Fujimori (docente universitario pero básicamente un desconocido). La diferencia entre ambos tiene que ver con otra característica con la cual se suele confundir a los outsiders: su discurso político. Vargas Llosa tenía claramente un discurso tolerante a los partidos del sistema. Es más, era el candidato de una alianza partidaria. Vargas Llosa, entonces, era un outsider pero leal al sistema político. En cambio, Fujimori tuvo y promovió un discurso contra el establishment político. Además de outsider, era un anti-partido. Como vemos, ambos conceptos no son sinónimos, pueden coincidir en algunos casos; pero en otros no.
¿De dónde vienen de los outsiders? Fuera del sistema político, como podrían ser los medios de comunicación (Belmont, 1989; Lombardi, 2006), el deporte (nuestras congresistas voleibolistas, Tait en el 2001; Pérez del Solar y Uribe en el 2006), y las fuerzas armadas (Humala, 2006). (Ver el artículo de Beto Ortiz sobre los “outsiders parlamentarios”). Es interesante enfatizar el patrón que se ha formado en Sudamérica con ex militares golpistas de rango medio. Tanto Hugo Chávez en 1992, Lucio Gutiérrez en el 2000 y Ollanta Humala en el 2000 intentaron golpes militares a presidentes elegidos democráticamente; y años después, amnistiados, iniciaron una carrera política que los llevó a ganar elecciones (Humala ganó la primera vuelta el 2006, recordemos). Sin embargo, una vez que entran al juego electoral, un outsider deja de serlo: Humala ya no es más un outsider porque ha entrado a las reglas del juego electoral y permanece bajo ese sistema; es más, constituye un partido político.
¿Qué es ser “anti-sistema”? Dado que nuestro sistema político es de baja institucionalización es difícil identificar patrones de carrera política. A veces los límites entre lo que es el “sistema” y lo que no lo es son muy difusos. Por eso es que la misma noción de “sistema” es complicada. Planteo una definición política (y provisional) de sistema como el espacio de la lucha política institucionalizado (Congreso) o informal (movimientos sociales) que respeta ciertas normas de juego establecidas (electorales, respeto a la competencia partidaria). No incluyo posiciones políticas sobre la economía.
Entonces, ¿quiénes serían los outsiders y los anti-sistemas en el 2011? Hagamos el ejercicio de acuerdo con los patrones que hemos definido. Keiko Fujimori no sería para nada una outsider, ya que actualmente ocupa un cargo como congresista como parte de una organización política con representación parlamentaria. Sin embargo, sí por lo menos temporalmente mantiene un discurso político anti-sistema en lo político (como dije vamos a excluir de esta discusión los temas económicos), que podría moderar de acuerdo con las alianzas políticas electorales. El padre Marco Arana tampoco me parece un outsider. Efectivamente, se trata de un religioso, pero, como él mismo lo ha señalado, su capital político lo ha construido en la “lucha social”. Es un dirigente social más, como lo sería por ejemplo Mario Huamán o Alberto Pizango (este último de posiciones políticas radicales, pero para nada un outsider). Más bien es una muestra de cómo el sector no gubernamental empieza a tener un rol más protagónico en la política electoral (es un candidato ONG). Ante la ausencia de partidos y de organizaciones sociales fuertes, son las ONG las que llenan ese vacío de promotores de liderazgos en la sociedad civil. En el plano político, no considero que Arana tenga un discurso anti-partidario, ni anti-establishment; pero sí anti-minero (eso lo trataré en otro post). Quienes sí serían eventualmente outsiders serían tanto el general Donayre o Jaime Bayly, por dar algunos ejemplos de nuestro folcklore político. Lo más probable, conociendo sus antecedentes (por ejemplo, la campaña por el voto viciado de Bayly el 2001) es que sean también anti-partidos.
A continuación les presento un cuadro resumen, que es una adaptación de un artículo recomendable: Kenney, Charles. “Outsiders and anti-party politicians in power”, Party Politics, 1998. Asimismo, la referencia sobre un artículo que escribí sobre el fenómeno de los outsiders en América Latina.