Revocatoria a Villarán
A inicios de la semana, la candidata a la alcaldía limeña Susana Villarán organizó un "plantón" ante el Jurado Nacional de Elecciones para "defender el derecho ciudadano a que se respeten sus votos". De acuerdo con la virtual alcaldesa, "es posible que los ciudadanos activos vigilen que las autoridades se comporten como deben" (sic). Aunque se cuidó mucho de utilizar la palabra "fraude" (que sus seguidores y hasta su hermano emplearon), se insistió en una "inaceptable lentitud" por parte de las autoridades electorales, convirtiendo la movilización en un hecho de presión política en pleno proceso electoral, contribuyendo de este modo al descrédito de nuestra democracia.
Más allá de que esto demuestra la inexperiencia y la falta de nervio político de nuestra futura burgomaestre y de sus seguidores, sostengo que hay un tema de fondo: los efectos perversos de la participación ciudadana. Critico, desde hace buen tiempo, a los que consideran que la participación per se tiene efectos positivos para el fortalecimiento del régimen democrático, cuando en la última década ha quedado demostrado que puede resultar contraproducente en varios sentidos: generando un incremento excesivo en las expectativas de ciudadanos que creen que a través de los mecanismos de participación (por ejemplo, presupuestos participativos) pueden obtener cualquier cosa que reclamen a pesar de que no cumplan con criterios técnicos y redistributivos, y mermando la credibilidad de los canales propios de la democracia representativa (por ejemplo, las elecciones) al poner en duda la legitimidad de los procedimientos. El resultado ha sido doble: una baja legitimidad de las instituciones democráticas y conflictos sociales "participacionistas". Iniciativas tan diversas como "Adoptar a un congresista" y el "plantón de Villarán", justificadas en el derecho ciudadano, terminan deslegitimando tanto al Legislativo (no se distingue a los congresistas individualmente de la institución parlamentaria) como a las autoridades electorales (generando gratuitamente suspicacias sobre la limpieza de las elecciones).
Bajo la "lógica plantón" (es decir, el ciudadano convertido en un guachimán-24-horas-al-día), ya existirían suficientes motivos para iniciar un proceso de revocatoria a Villarán al haber señalado que no se implementará el plan de gobierno en educación con el que salió elegida al no prosperar la alianza con el MNI con la que llegó a la alcaldía. ¿O es que acaso el participacionismo ciego no ha llevado a iniciar revocatorias el mismo día en que comienzan las gestiones ediles? No vaya a ser que el floro SV ("solidarios y vigilantes") que promueve SV (Susana Villarán) termine jugando en su contra. Porque una cosa es la participación desde la ONG de turno y otra cosa desde la Plaza de Armas. La que nos espera.
P.D. Desde esta columna expreso mi solidaridad con J.A. Godoy por la vergonzosa sentencia del PJ en su contra.
Publicado en Correo, 30 de Octubre del 2010.
Más allá de que esto demuestra la inexperiencia y la falta de nervio político de nuestra futura burgomaestre y de sus seguidores, sostengo que hay un tema de fondo: los efectos perversos de la participación ciudadana. Critico, desde hace buen tiempo, a los que consideran que la participación per se tiene efectos positivos para el fortalecimiento del régimen democrático, cuando en la última década ha quedado demostrado que puede resultar contraproducente en varios sentidos: generando un incremento excesivo en las expectativas de ciudadanos que creen que a través de los mecanismos de participación (por ejemplo, presupuestos participativos) pueden obtener cualquier cosa que reclamen a pesar de que no cumplan con criterios técnicos y redistributivos, y mermando la credibilidad de los canales propios de la democracia representativa (por ejemplo, las elecciones) al poner en duda la legitimidad de los procedimientos. El resultado ha sido doble: una baja legitimidad de las instituciones democráticas y conflictos sociales "participacionistas". Iniciativas tan diversas como "Adoptar a un congresista" y el "plantón de Villarán", justificadas en el derecho ciudadano, terminan deslegitimando tanto al Legislativo (no se distingue a los congresistas individualmente de la institución parlamentaria) como a las autoridades electorales (generando gratuitamente suspicacias sobre la limpieza de las elecciones).
Bajo la "lógica plantón" (es decir, el ciudadano convertido en un guachimán-24-horas-al-día), ya existirían suficientes motivos para iniciar un proceso de revocatoria a Villarán al haber señalado que no se implementará el plan de gobierno en educación con el que salió elegida al no prosperar la alianza con el MNI con la que llegó a la alcaldía. ¿O es que acaso el participacionismo ciego no ha llevado a iniciar revocatorias el mismo día en que comienzan las gestiones ediles? No vaya a ser que el floro SV ("solidarios y vigilantes") que promueve SV (Susana Villarán) termine jugando en su contra. Porque una cosa es la participación desde la ONG de turno y otra cosa desde la Plaza de Armas. La que nos espera.
P.D. Desde esta columna expreso mi solidaridad con J.A. Godoy por la vergonzosa sentencia del PJ en su contra.
Publicado en Correo, 30 de Octubre del 2010.
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