Sin obras no hay paraíso
Las ideologías importan poco. El peruano promedio termina ubicándose al centro pero votando a la derecha (la sobrepoblación de candidaturas en ese lado del espectro es porque hay cama para toda esa gente). Por otro lado, nuestros "líderes políticos" no tienen el carisma avasallador que cautive al electorado y la posibilidad de cultivar un voto personalista está tan lejana como un mundial de fútbol. ¿Es acaso el clientelismo la clave del éxito electoral?
El clientelismo supone una maquinaria política que permita distribuir los bienes y las ofertas, y supervisar el cumplimiento del contrato clientelar: yo te doy y tú votas por mí. Las elecciones regionales y municipales han permitido conocer la existencia de aparatos clientelares locales y privatizados (Acuña en La Libertad y Lambayeque; Oscorima en Ayacucho), pero no existe un aparato de penetración política nacional. El APRA -malas noticias, compañeros- ya no tiene la capacidad de antaño. Hasta la oferta clientelar se ha fragmentado. La demanda está ahí, latente, sobre todo en regiones que combinan "boom económico" y pobreza. O sea, Cajamarca y Áncash.
Si no votamos por programas ni por "issues" (amigo periodista, deje de hacer esa pregunta "cool" de qué opina Ud. sobre el matrimonio homosexual), si nuestros "líderes" son todo menos carismáticos y si no es posible el clientelismo sin maquinaria, lo que nos queda es la promesa de un bien concreto o la demostración de que ello es posible. Los peruanos votamos por quien más obra hace o puede hacer. No es casual que quienes estén arriba en las encuestas sean los únicos que tienen obra que mostrar: un ex presidente, un ex alcalde de Lima y una hija de un ex presidente que politiza su apellido. De ahí que Toledo se pelee por firmar la paternidad de la Interoceánica, de ahí tanta placa del "mudo", de ahí tanta pinta naranja con el logo de Foncodes. El elector peruano paga por ver, y ahí están las encuestas (y las esperanzas de García de volver en cinco años). Pobre Humala: no tiene nada que mostrar porque además sólo se es outsider una vez en la vida. Pobre PPK, que de outsider no tiene nada (¿pobres los analistas que se dan de chamanes?).
Resumen ejecutivo: nadie cuestionará severamente el modelo económico. El clientelismo no va a tener impacto a nivel nacional, tan sólo en ciertas regiones donde existan aparatos (La Libertad, Ayacucho) o demasiada oferta que no importe dilapidar los recursos (Cajamarca, Áncash, Lima Provincias). Ya que ningún candidato tiene organización para llegar al interior, la pelea va a ser mediática y la ganará quien pueda vender mejor su capacidad de hacer obra social. El efecto de posibles escándalos es totalmente impredecible. Esto último lo dejo a los analistas-chamanes.
Publicado en Correo, 29 de Enero del 2011.
El clientelismo supone una maquinaria política que permita distribuir los bienes y las ofertas, y supervisar el cumplimiento del contrato clientelar: yo te doy y tú votas por mí. Las elecciones regionales y municipales han permitido conocer la existencia de aparatos clientelares locales y privatizados (Acuña en La Libertad y Lambayeque; Oscorima en Ayacucho), pero no existe un aparato de penetración política nacional. El APRA -malas noticias, compañeros- ya no tiene la capacidad de antaño. Hasta la oferta clientelar se ha fragmentado. La demanda está ahí, latente, sobre todo en regiones que combinan "boom económico" y pobreza. O sea, Cajamarca y Áncash.
Si no votamos por programas ni por "issues" (amigo periodista, deje de hacer esa pregunta "cool" de qué opina Ud. sobre el matrimonio homosexual), si nuestros "líderes" son todo menos carismáticos y si no es posible el clientelismo sin maquinaria, lo que nos queda es la promesa de un bien concreto o la demostración de que ello es posible. Los peruanos votamos por quien más obra hace o puede hacer. No es casual que quienes estén arriba en las encuestas sean los únicos que tienen obra que mostrar: un ex presidente, un ex alcalde de Lima y una hija de un ex presidente que politiza su apellido. De ahí que Toledo se pelee por firmar la paternidad de la Interoceánica, de ahí tanta placa del "mudo", de ahí tanta pinta naranja con el logo de Foncodes. El elector peruano paga por ver, y ahí están las encuestas (y las esperanzas de García de volver en cinco años). Pobre Humala: no tiene nada que mostrar porque además sólo se es outsider una vez en la vida. Pobre PPK, que de outsider no tiene nada (¿pobres los analistas que se dan de chamanes?).
Resumen ejecutivo: nadie cuestionará severamente el modelo económico. El clientelismo no va a tener impacto a nivel nacional, tan sólo en ciertas regiones donde existan aparatos (La Libertad, Ayacucho) o demasiada oferta que no importe dilapidar los recursos (Cajamarca, Áncash, Lima Provincias). Ya que ningún candidato tiene organización para llegar al interior, la pelea va a ser mediática y la ganará quien pueda vender mejor su capacidad de hacer obra social. El efecto de posibles escándalos es totalmente impredecible. Esto último lo dejo a los analistas-chamanes.
Publicado en Correo, 29 de Enero del 2011.
Labels: Elecciones Presidenciales 2011