El valor de tu verdad
Carla García anuncia su debut como conductora de un reality televisivo diciendo que “la verdad está de moda”. No se refiere al aniversario del Informe de la Comisión de la Verdad --no se equivoque--, sino al éxito del programa “El Valor de la Verdad” que conduce su pata y estrella local Beto Ortiz. El formato es conocido: gente que ventila su vida privada por dinero. La verdad vale, en el mejor de los casos, 50 mil soles.
Hace una década, decenas de ciudadanos contaron en cadena nacional sus verdades sin más retribución que la esperanza de justicia. Eran víctimas del terror que inició Sendero Luminoso. La CVR sistematizó miles de testimonios similares y su resultado fue un Informe, cada vez más polémico.
A pesar del esfuerzo, la lectura de nuestro pasado reciente está sesgada. Los defensores de la CVR y sus rivales discuten sobre interpretaciones ideologizadas de lo sucedido, pero no se percatan de sus sesgos de clase. Progresistas y conservadores comparten una misma flaqueza: sus narraciones están contadas desde las élites, y cuando hacen referencia al mundo popular, caen en el facilismo del prejuicio.
Para tirios y troyanos, Tarata es el símbolo del terror en Lima. Ni los más memoriosos recuerdan que el primer atentado de SL en la capital fue en San Martín de Porres en junio de 1980 (gobernaba Morales Bermúdez, dictador que pasaría a la historia como “demócrata”). El Lugar de la Memoria se construye con vista al mar y de espaldas a los atentados en la Avenida Perú o en la Avenida Wisse. Estos últimos no son símbolos porque son C y D, porque para el “establishment de la memoria” importan poco. A la izquierda le basta con incluir ayacuchanos para aparecer “representativos”; a la derecha reivindicar el Mega Plaza y hacer el “move on”.
Hasta los que proponen una lucha de ideas pasan por alto que la verdad que se ha construido discrimina y divide, en términos políticos y clasistas. El valor de la verdad en este país –que apela a los realities para olvidarse de la realidad— está ponderado por el bolsillo (o la farándula). ¿Ha pensado por qué las probabilidades de que un joven se una a Movadef aumentan cuánto más se baja en la escala de ingresos? ¿Se imagina a universitarios de algún campus de Surco afiliándose a este remake senderista?
Estimado “dueño de la verdad”, si vas a explicar el Baguazo desde un café en el Óvalo Gutiérrez, tu rollo políticamente correcto se vuelve socialmente ofensivo. No hay lucha política que valga si la frivolidad de las páginas sociales invade los centros “culturales” y “académicos”. Porque el “otro” no es la “víctima” (esa forma paternalista cómo te refieres a lo popular-desconocido). El “otro” eres tú. Cuánto más grande es tu incomprensión más empleas el “negacionismo” del resentimiento. Imagina que cada vez que llamas “resentido social” a alguien que piensa distinto a ti, te rayan el auto. Ojalá al menos así te importe.
Publicado en El Comercio, el 28 de Agosto del 2012.