La Soledad de la Política
El alto nivel de conflictividad social que se mantiene por más de una década se debe a la conjunción de factores estructurales y políticos. El modelo de crecimiento económico ha generado un flujo de inversiones que, intensiva y extensivamente, se expande por todo el territorio nacional, con especial énfasis en las zonas rurales y de baja densidad estatal.
A diferencia del proceso de modernización del siglo XX, para formar parte de ese engranaje económico ya no es necesario la conversión de campesino en migrante (y de ahí en ciudadano). Ahora los capitales se dirigen hacia el interior del país (no se concentran en la capital ni en las ciudades costeñas), donde el Estado ha sido históricamente frágil. Además, las reformas de las últimas décadas (desde el fujimorista Decreto Legislativo 776, pasando por la descentralización y las reformas participativas) han generado incentivos adicionales para la política subnacional.
La conjunción de capitales activos, debilidad estatal y reformas descentralistas activa la política en la esfera local en un contexto donde no existen partidos políticos capaces de traducir políticamente esta situación, tal como lo hicieron los viejos partidos con respecto a los procesos sociales previos a las reformas de ajuste.
Quienes ahora intermedian la política no logran canalizar las demandas sociales a través de la política representativa ni tampoco pueden agregar las agendas locales movilizadas en los niveles provinciales, regionales y nacionales, cada cual más difícil de articular que el anterior. Es decir, no logran superar esta “doble brecha”: la horizontal, entre protestas sociales que no conectan con políticos independientes, y la vertical, entre las arenas que van desde los distritos rurales hasta la política nacional. Se trata finalmente de operadores políticos (ya no partidarios) abandonados a la cotidianidad de protestas y crisis de representación. Sufren de lo que llamo “la soledad de la política”.
Este es el argumento del ensayo que presento mañana en la Feria del Libro Ricardo Palma. El hilo articulador son instantáneas de las biografías de operadores políticos durante eventos de conflictividad social. Ilave, Quilish, Moquegua y Bagua son los escenarios donde la historia oficial coincide con el protagonismo circunstancial de estos políticos de a pie; no de quienes llegan a la Plaza Mayor o a la Plaza Bolívar sino de personajes que, si alguna vez se colaron en un titular de la prensa nacional, hoy son parte del olvido. Cirilo Robles en Ilave o Santiago Manuin en Bagua, son dos de más de una decena de personajes secundarios de la historia, cuyas acciones y omisiones durante eventos de conflictividad reportan la esencia de nuestra política.
Se trata de un ensayo ambicioso que busca explicar las relaciones entre sociedad y política en el país. En este intento procuro conciliar aproximaciones de carácter estructural (centradas en la economía y la historia) con miradas institucionales y de agencia política. Reúne las notas de campo de diez años, con la rigurosidad científica de quien ha recorrido “el país de los conflictos” y ha encontrado una política aislada, abandonada, sola.
Publicado en El Comercio, 23 de Octubre del 2012.