Thursday, May 10, 2012

César Vilca



Los puentes de los corredores principales de Lima amanecen con gigantografías que llevan su nombre. Es la primera vez que uno de los miles de miembros de las fuerzas del orden caídos en la lucha contrasubversiva sale del anonimato, al menos circunstancialmente. Los políticos se indignan; la oposición en el Congreso parece encontrar un punto de cohesión (aunque también de negociación); los periodistas aprenden a no “torturar” al padre de la víctima con sus micrófonos amenazadores; y los televidentes, desde sus casas, guardan silencio ante las imágenes dolientes de una familia de San Martín de Porres cuyo hijo perdió la vida en Echarate.

La próxima semana se cumplen 32 años del inicio del enfrentamiento entre Sendero Luminoso y el Estado Peruano, y la guerra sigue cobrando más víctimas. En el pasado, comunidades enteras desaparecían en el campo, y carros-bombas iluminaban sanguinariamente las noches limeñas. En la última década, el perfil de la víctima es otro: policías y militares, de origen humilde, jóvenes que se desplazan a las zonas de emergencia para adentrarse en la selva en busca de “remanentes” tan minúsculos como hormigas, pero con sombras gigantescas como de elefantes. Hoy, el héroe policial tiene rostro, nombre y apellido, César Vilca.

Todos hemos reaccionado tarde, desde las autoridades políticas, que piensan que su función es hacer la señal de la cruz cuando ven un milagro, hasta las organizaciones de derechos humanos a quienes les ha costado abandonar el estereotipo del “militar malvado”. Sin caer en el cliché de que estas ONG “defienden terroristas” (una generalización tan absurda como canalla), es evidente que tardaron en identificar las características propias de nuestra realidad, distinta a la del cono sur, donde –efectivamente-- las dictaduras militares desaparecieron a sus opositores políticos masiva y despiadadamente.

Así como un sector de la derecha no reconoce que los senderistas son también peruanos, la izquierda fundamentalista ha dogmatizado hasta el estereotipo su imaginería del policía y militar como asesino de civiles inocentes. Ambos extremos ahondan la incomprensión y desgarran aún más al país. El reciente pronunciamiento de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos es un paso acertado para reconocer el valor de la vida, sobre todo de los que luchan para protegernos.

Nunca antes la muerte de un policía en la lucha contra Sendero había despertado tanta indignación en la sociedad. Es una muestra de que el país no requiere de un partido de fútbol para sentirse vivo. Pero resulta obligatoria la renovación política para el tratamiento de este lastre, para que César Vilca no regrese al anonimato. Esta exigencia trasciende meros cambios en las carteras ministeriales como gesto post-mortem de responsabilidad política y moral. La memoria de Vilca no requiere que la alcaldesa limeña Villarán bautice a una calle con su nombre ni que el alcalde chalaco Sotomayor le dé un puesto de trabajo vitalicio a su padre. En temas de seguridad, gobernar con piloto automático es una ofensa a los jóvenes que mandamos al VRAE y a la policía como institución.

Publicado en El Comercio, el 8 de Mayo del 2012.

Monday, May 7, 2012

¿Queremos rock?



El 9 de Octubre Mick Jagger llegaba a Lima y días después era recibido por la dupla Humala-Heredia en Palacio de Gobierno. Esos mismos días, en el distrito de La Encañada (Cajamarca), se iniciaban los bloqueos de la carretera a Bambamarca en protesta contra el proyecto Conga.

El 1 de febrero, la Primera Dama de la Nación visitaba el “behind the scenes” del concierto de Elton John. Una foto con su estrella de karaoke favorita consagra el momento en el que le regala una camiseta de la marca Perú. Mientras, en el interior del país, grupos movilizados ultimaban detalles para la Marcha por el Agua.

El 29 de febrero, Bono, integrante del grupo irlandés U2, departía con el dúo dinámico del poder nacional en la Casa de Gobierno. Se dice que fue el Presidente quien lo convenció a darse una vueltita por Madre de Dios luego de visitar Machu Picchu. Mientras el rockero se internaba en el paraíso ecológico de Tampopata, las asociaciones de mineros informales de esa región organizaban protestas contra el Gobierno, las que terminarían con un muerto.

La semana que pasó, Gene Simmons y su esposa, la ex conejita de Playboy, Shannon Tweed visitaron nuestro país y no dudaron en pasar a saludar, con reverencia feudal, a los anfitriones de la Casa de Pizarro. La reunión fue breve pero lo suficiente como para que los trabajadores de Doe Run se picaran porque el día anterior apenas pudieron dejar un oficio en mesa de partes de la puerta de Desamparados. Para variar, el momento mismo en el que el ex cantante de Kiss sacaba la lengua en la Plaza de Armas, un pescador de Paita conocía el beso de la muerte.

La frivolidad es un mal que padece cierto tipo de poderosos. Delata la falta de estatura para responsabilidades políticas en las que el gesto del estadista es importante. Desde los fines de semana de Punta Sal de Toledo pasando por el ego colosal de García, los inquilinos de Palacio de Gobierno parecen heredar los gestos impropios de gobernantes sin aprecio por los peruanos. La aprobación presidencial producto de una combinación entre “luna de miel” y respaldo a la lucha contra el terrorismo, no debe interpretarse como una carta blanca  para convertir Palacio en un hogar de vanidades.

El diablo está en los detalles. En un país de Congas y varios VRAE, las travesuras de la primera “groupie” de la nación resultan ofensivas. Porque hasta en estos gestos requerimos la gran transformación prometida. Es aquí donde se le pide a los gobernantes “menos engreimiento y más garra”. Queremos menos rock, para que no sean las rocas que bloquean carreteras las estrellas que se roben el show del desgobierno. Porque el glamour y la clase no se gana en un perfil de Facebook, sino en cómo pasas a los libros de Historia. Esperemos que cuando venga Madonna no se le ocurra saltar el escenario a cantar a Material Girl sin haber terminado con el terrorismo, al menos.

Publicado en El Comercio, el 1 de Mayo del 2012.

Wednesday, May 2, 2012

Simón, la gran transformación


¿Cuál es el gobierno que Ollanta Humala y Nadine Heredia han “alumbrado” en estos nueve meses?


En la sala de partos de Palacio de Gobierno, a las 9 y 43 nació Simón. Es el invierno del 2011, el orgullo de don Isaac por la gran transformación. No se esperaba que fuera como los demás, sin “mano dura” ni severidad. “Cuando  gobiernes vas a seguir, la misma vaina que te dijo tu papá, óyelo bien, tendrás que hacer la gran transformación”. Lejos de casa, se le olvidó aquél sermón. Cambió la forma de caminar derecho y se fue a la derecha. Dejó a los muchachitos del ayer y a Salomón. Cuenta la gente que un día don Isaac, fue a visitarlo sin avisar, ¡vaya que error! Y un HumAlan le habló al pasar, “le dijo hola que tal papá, cómo te va, no me conoces, este es mi gobierno Simón, Simón mi hijo, la gran transformación”.
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Tuesday, May 1, 2012

Sendero desde adentro


Sendero está nuevamente en las portadas y seguimos conociéndolo poco. Los especialistas discuten la caracterización del grupo rebelde. ¿Subversivos?, ¿Terroristas?, ¿Narco-terroristas? Falta precisión sobre la comprensión del militante senderista armado, ese individuo que decide enrolarse en un camino inevitable hacia la muerte, con escasas posibilidades de una vida ajena a la clandestinidad y el delito. ¿Por qué, entonces, existen aún cientos de peruanos que se unen activamente a esta violencia armada?

Son tres los principales elementos que explican el surgimiento de grupos rebeldes armados: un Estado incapaz de controlar su territorio, la existencia de recursos ilegales con demanda en el mercado negro y una población resentida, víctima de injusticia. Cuando tales factores confluyen, las posibilidades de insurrección son altas. Bajo estas circunstancias, el reclutamiento de rebeldes presenta dos vías: proponer incentivos materiales o ideológicos. Cuando se enfatizan los primeros, los rebeldes son más oportunistas; cuando se acentúan los segundos, son más activistas.

En base a esta clasificación, Jeremy Weinstein se aproxima al análisis de los dos Senderos militares: el Alto Huallaga y el VRAE (Inside Rebellion, Cambridge Press, 2007). El primero, se caracterizaba por una militancia más utilitaria y con débiles mecanismos de disciplina interna, más violenta, y más fácil de infiltrar. Sin trabajo ideológico, su accionar estaba más cerca a la de una banda delincuencial cualquiera. Por ello, las labores de inteligencia funcionaban; ello explica la victoria sobre Artemio.

En el VRAE, la historia es distinta. La militancia es más ideologizada, tienen una estrategia de compenetración con la población, y una meta política clara: el monopolio del poder sobre las regiones cocaleras. Sus objetivos siguen siendo subversivos. Aunque no pretenden derrocar el régimen, sí procuran el dominio de una región donde el Estado peruano ha perdido la batalla históricamente. Su subsistencia les ha favorecido la confianza de los locales. Por décadas han sido los “señores” de esas tierras y, de esta manera, sí resulta atractivo colaborar con ellos y hasta integrarse militarmente. Los vínculos con el narcotráfico les permiten persistir y hacer de éste, un modo de vida rentable.

Por lo tanto, en el VRAE, ni la inteligencia (infiltración) ni la destreza militar (cercos “impecables”) tienen éxito; se trata de un fenómeno más complejo. Según las imágenes periodísticas emitidas recientemente, “Gabriel” arenga muerte y política, mientras sus vigilias tratan a los reporteros con la “amabilidad” de un campesino del lugar. La estereotipificación de “niños secuestrados por Sendero”, nos impide apreciar una realidad más cruenta: la violencia armada contra el Estado como un tipo de vida de jóvenes sin oportunidades, vencidos desde el nacer por una suma de gobiernos indolentes.

La guerra contra Sendero ha olvidado una premisa básica: nuestros enemigos son también peruanos. Para vencer esta guerra debemos ganar a los rebeldes, y evitar que estos discursos violentistas sigan siendo atractivos después de tantos sepelios.

Publicado en El Comercio, el 24 de Abril del 2012.