Las tipologías se deben construir teniendo como base una sola variable. He visto que abundan tipologías a granel, de regímenes políticos, de partidos políticos, de democracias, de amores, de hombres, de mujeres, donde se mezclan y confunden diversos planos de observación, lo cual evidencia, en su mayoría, de la ausencia de rigurosidad metodológica, por decirlo menos. Además, sufren el error frecuente de considerarse exhaustivas y excluyentes, cuando en realidad una tipología es precisamente eso “una” entre varias. Con los aportes de la feminista trash Diana Chávez, hemos elaborado una tipología de “tus parejas femeninas” tomando como base una variable cultural: “presentar”, es decir, la exposición publica de tu whatever ante tus principales grupos de presión social. El resultado puede ser polémico, pero lo consideramos un simple paso en el quehacer científico.
1. La que presentas a la viejita.
Es dulce, linda, buena gente, carismática. Tiene sonrisa de profesora de inicial y la mirada de enfermera que aplica inyecciones sin dolor. Además, reúne las condiciones para que tu viejita se proyecte con sus nietos, para que tu padre se gane en un abrazo, para que tus hermanos menores dejen de pedirte propina, para que el espeso de tu primo deje de joderte como hombre maduro, cabro seguro. Cocina rico, es tranqui, no le importa que vayas al fútbol todas las semanas. No jode. Tu mamá la invita a tomar lonche, al club los fines de semana, y cuando la ve o hablan por teléfono le dice “hija”.
2. La que presentas a los amigos.
Está más buena que el pan. Es como para sacarla a pasear y para que te vean con ella todas tus ex. Esperas que haya un tonazo, el cumpleaños de alguien, la boda del año, para caer sin avisar con tremendo cuerazo. La envidia de tus patas. De dónde la sacó? Y encima con ese cacharro. Si compare, mira y no toques, zafa, zafa que se gasta. Tus amigos –sobre todo los casados, emparejados y otras especies monógamas—se sienten realizados a través de ti. Te orgullece escuchar: “veste concha”. Eso si, anda con cuidado, siempre hay un envidioso, un atrasador, un mal perdedor.
3. La que presentas (y eventualmente prestas) a los amigos.
Está buena pero tiene yaya. O sea, no es para tanto. Está buena, pero es media loca: junta firmas en contra de las corridas de toros y se para a hacer bulla frente a Acho, recoge perritos de la calle y los lleva a su departamento de 30 metros cuadrados, lleva sus propios cubiertos a cualquier restaurant que la invites, orina en un pampón en el aniversario del Partido Comunista, de vez en cuando se tortea con sus amigas, etc. Claro, tus amigos la ven bailando, la ven moviéndose, la ven sonreír, pero no se imaginan lo que es soportar sus desviaciones. Tú sabes que del fin de semana no pasa, así que quedan como amigos y le hablas especialmente de algún patita en ascuas. El te lo agradecerá, ella quizás también.
4. La que no presentas a nadie.
Cualquier hueco es trinchera, dice el viejo refrán. Pero tú eres abusivo. Como te vas a meter con Muñeca, no seas malo. Si es la amiga de todos, la confidente de todos, la que te hace el bajo. Además fácil que en sus 30 años solo ha dado dos besitos. O sea, nadie la ve con otros ojos, pero tú no te aguantaste. Claro, estás seguro que ella se enganchará, de hecho, te lo dice: me gustas, te quiero, estoy obsesionada contigo, siento un amor impuro por tí y demás variantes para ver si la piensas un poco y reconsideras, eventualmente, formalizar la situación. Lo que tú no sabes, es que ella tiene boca compare, que nos ha contado a todos, todos sabemos que vas a su casa en Zárate y te la chapas a forro en tu carro, y hasta le prometiste llevarla a la playa en año nuevo. Enfermazo. Eso se paga (y en esta vida). (También circula entre tus amigos, no tan secretamente).
5. La que no presentas a nadie bajo ninguna circunstancia
A ver, como lo digo para que no suene cruel: le falta un ojo, compare. O sea, estás al borde de la locura. En realidad nunca quisiste nada más que un toco y me voy, pero ahí está pes, no pudiste, regresaste al lugar del crimen y ahora aguanta. Sales con ella los lunes en la noche para que nadie te vea, la llevas a un telo con garaje subterráneo (misma baticueva) que esté lejos de tu casa, de la casa de tus amigos, de la casa de cualquier persona que conozcas que sea medianamente cercana al ambiente de los dos, o sea te vas hasta Pasamayo, ahí al ladito de la escalera solidaria. Le dices que no tienes celular para que no te llame (lo cual es inútil, ella igual lo conseguirá y te mandará “timbrazos misios” o mensajes desde Internet). No la agarras de la mano pero ni aunque se resbale. Lo que no sabes es que siempre te ven. Recuerda: siempre te ven.
Soundtrack:
http://www.youtube.com/watch?v=YhyPG1TNxEE